Keidys estaba bajando de un ascensor con un paso afanado, su asistente personal no dejaba de hablar a su izquierda, en la derecha estaban dos chicas que conversaban por teléfono.
—Debemos darnos prisa, llevamos media hora de retraso —dijo una de ellas.
—No podemos cancelar la sesión de fotos Keidys, sabes que es muy importante, la cita con Josef puede esperar, es tu carrera profesional, por favor —insistió su asistente mientras caminaba a paso afanado.
Al salir del edificio un tumulto de personas empezaron a gritar como si no hubiera un mañana, los guardaespaldas que esperaban afuera trataban de hacer espacio para que Keidys pudiera pasar, pero de pronto, ella sintió que su mundo tambaleó, rodó su mirada por su alrededor, era como una cámara lenta. Detuvo su paso y uno de sus guardaespaldas la reparó un tanto extrañado.
—Señorita Keidys, ¿se siente bien? —le preguntó al verla demasiado pálida.
Pero la joven no respondió nada y en un segundo cayó al piso, todo pasó tan rápido que los periodistas demoraron tres segundos en darse cuenta que tenían una gran noticia frente a ellos. Aunque, claro, al percatarse, la bomba se hizo viral. Los noticieros no dejaban de hablar sobre el desmayo que tuvo la joven actriz y modelo internacional.
Alejandra estaba tirada en su cama comiendo palomitas de maíz mientras veía el noticiero donde estaban pasando la noticia sobre la carrera de Keidys.
—Miren a esta tipa, se cree tan diva —soltó una carcajada, después tomó su vaso lleno de gaseosa.
En aquel momento vio cómo Keidys caía al suelo, Alejandra quedó con la boca abierta, todo su cuerpo se erizó, después, al reaccionar, soltó un gran grito y todas las palomitas salieron volando de sus manos junto con el vaso de gaseosa.
—¡Mi amiga! —gritó con fuerza y salió corriendo del cuarto, después volvió para tomar su celular, marcó el número de Josef—, Dios mío, Josef, Josef, Josef.
—¿Qué sucede?, habla rápido que estoy muy ocupado, voy a entrar a una reunión —dijo el joven bastante serio por medio de la línea.
—Keidys, Keidys, se desmayó, lo acabo de ver en las noticias, en vivo… —soltó Alejandra entre sollozos.
—Espera, ¿qué? —la voz de Josef ya sonaba muy preocupada.
—Sí, solo se vio que cayó y después las personas empezaron a gritar y a ella se la llevó cargada un tipo ahí, creo que era su guardaespaldas, no sé, pero eso se vio muy feo… —Alejandra caminaba de un lado a otro buscando ropa para alistarse y salir en búsqueda de su amiga.
—Voy a hablar con su asistente, debo colgar, te llamo cuando sepa en qué clínica la tienen —informó Josef y después cortó la llamada.
Claudia olió los huevos que estaban frente a ella y todo su interior se revolvió.
—Ay no… —corrió al baño y empezó a vomitar.
Mateo dejó salir un suspiro, después caminó hasta la puerta del baño:
—¿Te sientes muy mal? —preguntó.
—Horrible, esos huevos parecían estar podridos.
—Eso no es cierto —renegó Mateo.
—Lo sé, pero debes de entenderme; estos tres meses me han dado muy duro —Claudia empezó a limpiarse la boca en el lavamanos, Mateo entró y abrazó su espalda.
—Me encantaría ayudarte, hacer algo para que así te sintieras mejor, aunque, solo puedo hacer una deliciosa comida que al final vomitas.
—Lo siento, cuando ya se me pase, como algo y esta vez no lo vomitaré —dijo Claudia volteando a verlo.
—Tranquila, solo no dejes de comer, debes de hacerlo por el bebé —le dio un beso en la mejilla.
Mateo entró a la sala y se sentó en un mueble, aunque Claudia se paseaba de un lugar a otro, como si quisiera decir algo.
—¿Qué sucede? —preguntó Mateo al recordar que su mujer siempre daba rodeos para poder hablar.
—Estaba pensando que… el bebé no debería llegar a este mundo y vivir con unos padres que no se han casado —soltó Claudia.
—¿Estás diciendo que deberíamos casarnos? –inquirió Mateo y tragó en seco.
—Lo sé, es, es… una pésima idea. Olvídalo —Claudia llevó una mano a su cintura y con la otra se rascó la nuca.
—No… No es una mala idea, solo… que me sorprendió que me lo hayas dicho —Mateo se levantó y abrazó a Claudia, después le dio un beso en la frente—. Vamos a casarnos, sería lo mejor para el bebé.
Keidys estaba sentada en la cama del hospital, su pecho dolía como si tuviera clavada una espada en ella. No escuchaba nada a su alrededor, respiró hondo para no dejar que las lágrimas salieran de sus ojos.
—No le diga a nadie sobre lo que me está sucediendo, esto quedará entre nosotros —ordenó Keidys.
—No es algo que se pueda ocultar por mucho tiempo Keidys, con el tiempo se va a notar, además… —trató de explicar el doctor.
—Lo sé, lo sé, pero por favor, deje que sea yo quien les diga. Tengo que pensarlo mejor —dijo Keidys bastante nerviosa.
—Tal vez en tu situación estar en este estado no es tan favorable, pero recuerda que la decisión que tomes cambiará tu vida. No les diré nada a tus amigos y familiares, puedes tomarte el tiempo para pensarlo—dijo el doctor.
Después de unos minutos entró Santiago (su hermano mayor), la abrazó como si no hubiera un mañana.
—Pensaba que estabas muy mal, te vi desmayarte frente a las cámaras y… ¿Cómo es eso que fue estrés y mala alimentación?, con la salud no se juega, Keidys.
—Lo siento, es que la agenda estaba muy apretada, a veces ni podía dormir, pero voy a apartarme por un mes o dos para poder mejorar mi salud —explicó Keidys.
—Eso nos dijo el doctor, aunque, tu asistente parecía como si le dieran la peor noticia, debes buscar una mejor asistente, alguien que se preocupe por tu salud, no que le importe solo el dinero. Yo te voy a buscar a la adecuada —decía Santiago. Aunque, Keidys muy poco le prestaba atención, en ese momento quería salir corriendo lejos de allí, de su realidad.
Después, fue entrando toda su familia y le daban un gran sermón sobre cuidar su salud, esto aburrió en gran manera a la joven, ya que, lo menos que necesitaba en ese momento era algo así. Al final, entró Alejandra y al verla en aquella cama puso un rostro bastante dramático:
—Casi me da un infarto cuando te vi desmayarte en la televisión y saber que no podía hacer nada, llamé a Josef, él vino, pero le tocó irse por una reunión importante con sus socios, dijo que regresará como en dos horas. Su vida es muy difícil, él será el próximo en recibir un desmayo como siga así. Yo por eso elegí ser escritora, algo tranquilo y que amo mucho —Alejandra desplegó una gran sonrisa, aunque notó que a Keidys le pasaba algo, parecía como si hubiera llorado—, ¿qué sucede?, ¿estás mal porque tendrás que retirarte por unos meses?
—Es que… todo estaba marchando demasiado bien, ya era modelo internacional y sabes que la película se estrenará la otra semana, todos la están esperando y eso me hará aún más famosa, era mi sueño… —la voz de Keidys se quebró a lo último.
—Ay, nena, pero vas a poder ir al lanzamiento, no es el fin del mundo, solo fue un desmayo, seguramente para ese tiempo ya estarás trabajando ¿no? Tú nunca haces caso a los médicos —Alejandra quedó confundida con la reacción de su amiga.
—Sí, tienes razón —Keidys respiró hondo para poder calmarse.
Alejandra salió del cuarto bastante intranquila, al estar caminando por el pasillo recibió una llamada.
—¿Sí? —contestó.
—Amor, ¿cómo está Keidys? —era Gabriel.
—Está bien, fue solo estrés, el doctor dijo que debía retirarse un tiempo de su trabajo o de lo contrario su estado podría empeorar, conociéndola, me imagino que lo hará por un mes o menos. ¿Por qué no viniste a verla?