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La amante del lobo

La amante del lobo

Yerimil Pérez

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Capítulo

Darek Adams es un elegante magnate de 35 años, el cual tiene todo en la vida y se podría decir que es la soñada por cualquier persona. Sus padres adoptivos se encargaron de eso y hoy día está casado con una maravillosa modelo que anteriormente fue su mejor amiga desde que llego a la casa de los Adams. Su vida de adolescente fue caótica, no solo para Darek sino para sus padres adoptivos en el momento que cumplió la edad requerida y se convirtió en un enorme lobo gris. Los Adams estaban aterrados cuando su hijo comenzó la transformación la cual es dolorosa para cualquier cambiante, sin embargo, al pasar todo el proceso y este volvió a su forma humana sintieron un alivio. Los Adams decidieron guardar el secreto y buscaron durante un año la procedencia de su hijo, ya que Darek lo exigía, sin embargo, no dieron con ninguna información y este decidió no seguir investigando más sobre sus verdaderos padres. Darek es un orgullo para los Adams y vive una vida feliz junto a su esposa hasta que una noche conoce a una mujer que coloco toda esa perfección de vida de cabezas.

Capítulo 1 Prologo

En la vida siempre soñé con enorgullecer a mis padres adoptivos, ser el mejor en todo, graduarme, trabajar en la empresa, conseguir una hermosa esposa con la cual tener hijos y la conocí, Leonor es mi todo y mi mejor amiga también. Dentro de todos esos propósitos incluí ser un esposo fiel, leal y honesto porque aquellos votos que dije en la iglesia los pronuncie con sinceridad hacia ella.

Después de todo ella era la única que podía entender mi situación, no soy humano y Leonor lo sabe. Me acepto tal y como soy, no podía ser más afortunado de tenerla.

Se suponía que el alcohol no puede hacerme efecto, mi juicio se nublo completamente y por primera vez desee poseer el cuerpo de alguien que no es mi esposa. No entendía que me sucedía, me sentí como un adolescente en plena pubertad lleno de hormonas.

Bailamos por cortesía y por mi interés en descubrir que hacia tan diferente a esta mujer de las demás. Su cuerpo se rozaba contra el mío, el olor que emanaba de su cuerpo provoco un ardor en todo mi ser, no podía parar de mirar esos ojos miel cubierto por una máscara negra y sus labios pintados en carmín.

La cintura de esta mujer enfunda en un vestido del mismo color de sus labios en los cuales mostraba la sonrisa más coqueta de todas no me permitía alejar mis manos de ellas aunque sabía que no era correcto, sin embargo, es tan sensual.

Cuando sus labios se acercaron tanto a los míos tenía que haberle dicho que no y que era un hombre casado, sin embargo, he sido quien termino juntándolos con los de ella y deslizando por la curva de su cintura hasta el trasero firme de la maldita mujer que con solo ese beso estremeció mis entrañas y ocasiono que mi polla endureciera.

Me contuve de gruñir en el momento que dejo de besarme para darse la vuelta y mover su culo contra mi dureza.

Pude oler la dulce excitación de esta endemoniada mujer, no había percibido un olor tan adictivo como el de ella y lleve mi nariz hasta su cuello notando como su piel reacciona a mi tacto.

Ella volvió a girar y me miro con sus ojos lujuriosos.

—Vamos a un lugar más privado —me pidió.

Debí negarme, no tenía que aceptar su propuesta y todo mi raciocinio indicaba una rotunda negativa, sin embargo, ella mordía su labio inferior y el olor de su dulce excitación me estaba sofocando.

—Mi habitación —esas palabras me condenaron, no había marcha atrás y sujete su mano para arrastrarla fuera del salón de fiesta del hotel.

En el ascensor sentía mi frente sudorosa, no era de nervios, me incomodaba la presencia de nuestros acompañantes en el cajón de metal y cuando ellos abandonaron en su piso, se cerraron las puertas y me lance por la mujer.

Bese sus labios con agonía, me presione contra su cuerpo haciéndola sentir lo duro que me encontraba y eso al parecer le gustaba, ya que libero un gemido que se ahogó en mi boca. Ni siquiera sabía su nombre, pero no era algo en lo que tuviera tiempo para pensar ahora mismo.

Las puertas abrieron y sujete su mano para llevarla a mi habitación, nos volvimos a besar y requería ver el rostro de aquella mujer que me ha hecho romper mis votos de matrimonio, sin embargo, me interrumpió cuando quise quitar su máscara.

—Es mejor el anonimato —alego seria.

Asiento.

—Bien —supongo el anonimato era lo mejor para ambos.

Se deshizo de su vestido quedando con una fina tanga roja y sus pechos desnudos frente a mí.

No había duda de que era una endemoniada mujer, no paso mucho tiempo para que estuviéramos en la cama. Necesitaba poseerla y lo hice, me hundí en su interior y la hice mía durante casi toda la noche hasta que saciamos la necesidad de nuestros cuerpos.

Esperaba encontrarla a mi lado la mañana siguiente y arrepentirme de ser un esposo infiel, sin embargo, solo encontré una nota junto al antifaz que utilizaba ella.

«Gracias por ser mi primera vez»

L. C.

Quería saber quién era ella, sin embargo, soy un hombre casado y debo regresar a mi hogar, pero esa interrogante siempre seguirá en mi mente.

¿Quién es L.C.? Y ¿Por qué olía tan bien?

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