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Costo y beneficio

Costo y beneficio

Yessica Soto

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Capítulo

¿Por qué he de conformarme con su dinero, cuando podría tenerlo todo? Incluyéndolo. Presa del deseo y la desesperación, una joven embarazada ve una luz cuando su jefe le ofrece una salida de sus problemas financieros a cambio de una relación sin compromisos. Mientras su corazón lucha por mantener el anhelo de un amor genuino, Elizabeth se deja llevar por la ambición y el rencor hacia el sexo opuesto. Con el tiempo, sus sentimientos se convierten en una herramienta para manipular a su jefe y obtener aún más dinero. Sin embargo, lo que empieza como una estrategia astuta, pronto se convierte en un viaje hacia la perdición, pues lo que parecía ser la solución a todos sus problemas, bien podría ser el inicio de su condena. ¿Podrá encontrar la redención en medio de sus propios engaños? ¿O se verá consumida por el mismo poder que creyó controlar?

Capítulo 1 En el mundo no hay hombres amables

Ella conocía las posibilidades, pero, aun así, cuando vio el símbolo de positivo en la prueba de Embarazo, Elizabeth Marcovich no se lo podía creer.

Estaba segura de que tomaba la píldora, no podía explicarse que había salido mal, no le había faltado ni un día, era la única maldita cosa que nunca había olvidado hacer.

Entonces se preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué a ella?

Se negó a sí misma, se dijo que tenía ir a la farmacia inmediatamente, que esa prueba debía de estar defectuosa, sí, seguro era una prueba caducada.

Se convenció de que, seguro que era un asunto hormonal, el mismo que había causado su retraso de 6 días, pensándolo bien, mejor debería ir a ver a un médico, porque para ella no había ninguna maldita forma en este mundo de que ella, precisamente ella, de todas las mujeres, pudiese convertirse en una madre.

-¡Elizabeth! -fue sacada turbiamente de sus pensamientos por el golpe insistente, seguido de la voz seca de su madre tocando la puerta del baño.

Estaba en la casa de sus padres por las vacaciones de verano, si ellos la descubrían seguro que...

No.

Se juró que no iban a descubrir nada, porque no había una maldita cosa que descubrir.

-¡Elizabeth! -la llamo una segunda vez -¿Vas a venir a comer?

-Ya voy -dijo en una voz tan baja que era casi muda.

-¿Elizabeth? -insistió a voz regañona.

-¡En un minuto voy! -exclamo llevándose ambas manos a la boca para tapar el gimoteo que se le escapó al final de su oración.

-Apresúrate, se está enfriando.

Se forzó a sí misma a respirar dando pequeñas mordidas en el aire. Las tibias lágrimas le empezaron a correr por las mejillas, pero se las limpio

inmediatamente con la muñeca.

"Deja de llorar", le ordeno su conciencia, "no está pasando nada, no hagas este tipo de drama".

Inmediatamente después, metió la prueba en el depósito de agua con la intención de ocultarla. Acto seguido se recargó en el lavamanos para verse en el espejo, se lavó la cara de manera frenética, como si estuviese dentro de un sueño y con el acto pretendiese despertar.

"Mañana" pensó entonces, "Mañana mismo iré con el ginecólogo para que me explique todo esto".

Se pasó la tarde entera llamando a Kiroshi, no respondió ni una sola vez. Volvió a ir a la farmacia, se hizo dos pruebas más de embarazo.

Positivas.

Intento llamar la atención de Kiroshi con mensajes de texto "¿Dónde estás?" "¿Por qué no me respondes?" "Necesito hablar" "Necesito verte".

Se quedó a medio escribir cuando le puso "creo que podría estar embarazada".

No se atrevió a enviarlo.

Eli se hundió en la cama de su infancia mirando al techo.

La pregunta que se repitió en su cabeza se volvió rápidamente una tortura:

"¿Y ahora qué?"

La incertidumbre era lo único peor que la verdad.

Quería gritar, quería que todo se detuviese, quería que la tierra se la partiera y se la tragara, no podía soportarlo más, estaba completamente hundida bajo las sombras de los molestos pensamientos que le nublaban la cabeza.

"Alguien tan estúpida como tú, nunca podría ser madre".

Entonces, una luz de esperanza. Su teléfono vibró una vez, ella se inclinó rápidamente a ver el mensaje en la pantalla.

Tenía una dirección en él.

Aquel gesto tan insignificante le hizo pensar que había una salida, que no todo estaba perdido, que después de todo, ella sí le importaba, que tal vez, en el fondo, si la amaba, que existía realmente una posibilidad, de que todo lo que estaba mal, pudiese de pronto estar bien.

"Kiroshi es un hombre amable después de todo", recordó antes de escaparse por la ventana para ir a su encuentro.

Era un restaurante en el muelle que en aquel momento se encontraba prácticamente solo.

Cuando entro en el local, su vista dio rápidamente con Kiroshi sentado en la mesa del fondo.

Era un hombre de 26 años, con el cabello castaño y con redondos ojos color miel, que le provocaban una tranquilidad infinita, su complexión era esbelta y sus extremidades largas, y siempre tenía para ella, nada más que gestos alegres.

Había en medio de la mesa una botella y dos copas de vino servidas, cuando este vio a Elizabeth se le iluminó el rostro con esa sonrisa boba que solo le mostraba a ella.

Como el caballero que solía ser, se apresuró a levantarse para recorrerle la silla. La rubia tomó asiento y espero a que él se sentara en frente de ella.

-De acuerdo -le dijo él con aquella tranquilidad infinita y extrema simpatía que rápidamente se volvió dolorosa-¿Qué paso? ¿Qué querías decirme? -

Eli vio su cara, con esa aura pacifica que la envolvía siempre y con esa sonrisa tonta que amaba, entonces la suya se arrugó por completo.

De pronto, al tenerlo enfrente, sabiendo que tenía que decirle lo que le tenía que decir, todo se volvió real.

Y lo real era muy aterrador.

No podría estar embarazada, lo estaba, las pruebas no estaban defectuosas y solo necesitaba ver al ginecólogo, para pedirle vitaminas prenatales.

Y él no le pertenecía.

Y no lo amaba.

Y nada, ni una sola cosa en todo el mundo, iba a estar nunca jamás bien.

-Estoy embarazada -le dijo como escupiéndolo, sin intenciones de seguir fingiendo, de seguir actuando como si realmente fuera boba.

Kiroshi la miro con la cara más obvia que pudo poner, una cara llena de miedo, una cara que no tenía una pizca de felicidad en ella, la cara misma de un condenado a muerte.

-¿Qué? -le pregunto aún con esa cara odiosa que acabo con las defensas de Eli y le provoco que las lágrimas cayeran una detrás de otra, tan dolorosas y liberadoras como podían ser.

-Kiroshi Shikabane -le dijo en un tono casi suplicante-¿Te casarías conmigo?

Kiroshi levanto sus ojos para encontrarse con los de ella, forzó una sonrisa en sus labios, sin embargo, antes de poder hacerlo, él también rompió en llanto.

Era un llanto silencioso, pero incontenible, del que no se puede uno tragar, ni se puede evitar, del que duele tan suavemente como fluye.

-Elizabeth, escucha-le dijo en un tono pesado-, yo de verdad nunca conocí a nadie que me hiciera sentir como lo hiciste tú, pero sabía que no tenía ninguna oportunidad de estar contigo, así que, decidí dejarlo como una fantasía más. Me hiciste el hombre más feliz de esta tierra cuando, de hecho, me diste esa oportunidad -ella lo miró sabiendo que eso definitivamente no era un "sí" -pero, la verdad es que yo no puedo casarme contigo, porque yo ya estoy casado con alguien más.

Con sus últimas fuerzas contuvo su desesperación dentro de ella, solo apoyándose en la promesa mental que se hacía a sí misma; soportar solo hasta que terminase.

-¿La amas? -pregunto Eli contemplando su imagen borrosa.

-De algún modo.

-¿La amas más que a mí?

-Por favor, no me preguntes eso-contesto Kiroshi tapándose el rostro de la frustración. Muy poco importo, porque cuando sus dedos se abrieron frente a sus ojos revelando en él un semblante serio, ella seguía allí -yo no sabía... no sabía que un amor como este de hecho existía hasta que te conocí, pero te conocí ya casado con ella.

-Eso, ¿significa que, me amas más a mí?

-Significa que, la amo como parte de mi familia, como parte de mi vida, como a una hermana o algo así, pero como te amo a ti... -negó con la cabeza

-Nunca he amado a nadie como te amo a ti.

-Entonces déjala.

Kiroshi se puso azul, intento tragarse el nudo que se le formó en la garganta antes de responder.

-Tenemos hijos-le aclaro-son 3, son niños todavía.

-Entonces déjalos.

-¿Qué? -levanto la vista para encontrarse con Eli. Aún tenía los ojos llenos de lágrimas y la cara roja, parecía que se desmayaría en cualquier momento, pero en esos mismos ojos húmedos, no había ni una pizca de arrepentimiento-son 3 niños, no puedo dejarla sola con eso.

-Ah, entonces a ella no la puedes dejar, pero ¿a mi sí? -le reclamo.

-No dije que iba a dejarte sola-trato de explicarse-, yo...

-No puedes-lo corto de tajo-. No puedes simplemente botarme, no puedes regresarme a la soledad que representaba mi vida antes de que llegaras a ella.

-Entiende, no puedo hacerle esto a mis hijos-aunque ella había comenzado a alterarse, él se mantenía calmado, como si quisiera explicarle alguna técnica de pintura, esa imperturbable actitud solo irritaba más a Elizabeth.

No le creía su llanto y no podía creer que se mantuviera tan tranquilo mientras ella se estaba desmoronando.

-Pero ¿No te importa hacérmelo a mí? -No contesto, después del insoportable silencio, Elizabeth sollozo, porque no había otra forma de sacar el dolor que se le había atorado en la garganta-Te amaba, de verdad te amaba, ¿No te importa?

-Si ese niño nace, créeme que lo vas a entender.

No la miro a los ojos, su voz se oía quebrada, incluso si no le veía el rostro hinchado, los ojos rojos o la nariz irritada, no podía evitar que los sollozos de la chica frente a él le rompieran el corazón.

-Lo siento mucho, Eli... -él se forzó a enfrentar el llanto desconsolador de ella con la vista, pero el vino tinto en su cara fue lo único que recibió como respuesta.

No se limpió el rostro ni intento evitar que se le manchara la camisa, solo tomo una servilleta y se la paso en el área de los ojos. Eli sostenía la copa, temblando y gimoteado, para ese punto le era imposible dejar de hacerlo.

-Eli-dijo Kiroshi de manera impasible, pensando que tal vez de esa forma, ella se detendría a analizarlo antes de reaccionar-, tal vez lo mejor sería que no tuvieras al bebé.

Entonces ella lo comprendido por completo, comprendió que Kiroshi no era amable, en el mundo no hay hombres amables, solo imbéciles que buscan satisfacer sus deseos egoístas a costa de chicas estúpidas como ella.

-¿Le dijiste a tu esposa que abortara a alguno de sus 3 hijos acaso?

-Claro que no hice eso, pero era diferente.

-Claro que lo era, porque ella es tu esposa y yo solo soy una estudiante estúpida a la que te cogiste.

-Te juro que las cosas no fueron así.

-¡Es exactamente lo que fue!

-¡Eli! -le grito Kiroshi que nunca antes lo había hecho- de acuerdo- dijo recuperando la compostura -si quieres tener al bebe, entonces también te ayudaré con eso.

-¿Me ayudarás con eso? -balbuceo con los ojos exorbitados-¿Cómo demonios es que me vas a ayudar con eso?

-No lo sé, te daré una manutención...

Al oírlo, ella sintió que perdía el piso, este se le desvanecía de los pies, todo se le desvanecía, rápidamente, el dolor que le había causado evoluciono amargamente en un descomunal sentimiento de ira.

-Kiroshi-san-lo interrumpió-¿tu esposa sabe que te acuestas con estudiantes?

-¿Eh? -le pregunto tratando de procesar su amenaza.

-Yo descubrí que tienes una esposa y, aun así, quiero seguir estando contigo, ¿te perdonaría ella si supiera que embarazaste a una estudiante?

-Elizabeth, sé que estás enojada, pero...

-Debería decirle, pensándolo bien, creo que debería hacerlo por simple sororidad-reflexiono en voz alta mientras se cruzaba de brazos-, ella debería saber, la clase de esposo que tiene.

-Por favor no lo hagas-exclamo en una súplica, aun incrédulo-si ella se entera, te aseguro que se llevara a los niños y hará que me odien.

Elizabeth giró los ojos. Por fin había obtenido la reacción que esperaba de él y para entonces, ya no le servía para nada.

-Pueden pasar tres cosas-dijo mostrándole 3 dedos con aires de grandeza-puedes decirle tú, si te perdona, no los vuelvo a molestar o puedes elegirme a mí y tú no nato hijo para fundar una familia nueva, o puedo decirle yo a tu mujer y entonces, seguramente, nos perderás a ambas.

-Entiende, quieres que deje a una familia ya formada por un bebé que ni siquiera ha nacido-exclamo moviendo las manos y salivando entre sus palabras.

-Y por mí-se apuntó con el índice, en sus ojos azules se distinguió un desprecio desconocido para él, el desprecio con el que se ve a una cucaracha.

Kiroshi sintió un vacío en el estómago de repente, había algo en la firmeza de su mirada y el frío de su voz que lo convencía de que ella no estaba jugando.

Viendo que sus súplicas no llegaban a su corazón, Kiroshi doblo las rodillas y se inclinó en el suelo pegando la frente al piso, después juntó los brazos para suplicar.

-Por favor, perdona todo lo que hice, por favor no me hagas esto, no puedo, ni por ti, ni por ese bebé, ni por nada, no puedo perder a mi familia, si lo hiciera yo me moriría, así que, dime ¿Qué necesitas? Te daré lo que quieras, incluso mantendré al niño si así lo decides, pero te lo suplico, no digas nada.

Entonces, una sonrisa resplandeciente acompañada de una mirada bacía se adueñó del rostro de Elizabeth.

-¿Harás lo que sea que te pida?

-Lo que sea-levanto la vista Kiroshi-, solo pídelo y te juro que lo haré.

-De acuerdo-asintió-, salta del puente de Brooklyn y me olvidaré de todo.

-¿Qué? -le pregunto como si realmente no la hubiese escuchado.

-Creo que me oíste, ¿quieres compensarme? Pues entonces, matate.

Dicho aquello, dio media vuelta y se marchó.

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