La chica a la que llamó práctica
ista de Va
su entrada oficial a un puesto directivo en Inmobiliaria Del Castillo. Era un anuncio formal, una especie de coronación, a la que asistió la élite de la Ciudad de México. Mis papás, como vecinos de toda la vida y amigos de la familia, insis
ume caro y pasto recién cortado me golpeó. El aire estaba denso con el murmullo de conversaciones, el
más ancho de alguna manera, sus hombros más imponentes en su traje a la medida. Su sonrisa, usualmente tan fácil, tenía una nueva gravedad, un
rancés. Era magnífico, sí, pero también era cruel. La Valeria de antes habría estado hipnotizada, atraída hacia él como una polilla a la llama. La nueva
scaneando en busca de caras familiares. Solo necesitaba hacer acto de presencia, ofrecer mis felicitaciones
privada y cómplice que me envió un escalofrío por la espalda. Comenzó a caminar hacia mí, moviéndose con la gracia de un depredador, tejiendo a través de los invitados pa
su agarre sorprendentemente firme. - Valeria. De verdad viniste. -Su voz era baja, po
su agarre se apretó. - Suéltame
ce. - Ay, cariño, ¿quién es? -arrulló, sus ojos, agudos y calculadores, recorriéndome-. ¿Otra de tus amigas de la infancia, tal vez? Pensé que habías dicho que todas tus peque
razo de mi agarre, poniendo sutilmente más distancia entre nosotros, y apretó su agarre sobre Bella-. Tiende a ser un poco... dramática a veces. Piensa que todo es más importa
pero me negué a darle la satisfacción de un estallido. Simplemente le di a Bella una sonrisa pequeñ
y venían entre nosotros. El aire a nuestro alrededor se espesó, volviéndose pesado con una tensión
nto. La cara de Félix se endureció. Se inclinó cerca de mí, su voz un susurro bajo y venenoso. - No creas que esto se acabó, Vale
esidual de afecto que había sentido antes se había ido, reemplazado por un desprec
tiempo sin verte! Has estado muy callada últimamente. ¿Dónde te habías metido?" "¿Tú y Félix siguen inseparables? ¡Ustedes dos están hechos el uno para el otro!" Sonreí, di respuestas vagas y asentí educa
un balcón apartado con vista al horizonte de la ciudad. La brisa fresca de la noche fue un bálsamo bienvenido contra mi pi
nzaba a disminuir, escuché voces desde
ó Diego, su voz engreída-. Esa Valeria. Siempre siguiéndo
idad. Tan desesperada. -Hizo una pausa, y escuché el tintineo del hielo en un vaso-. Honestamente, a veces es tan aburrido
en el barandal, mis nud
en la banca? -preguntó Diego,
tará ahí, esperando, pase lo que pase. Nunca se irá. No realmente. Especialmente no después de que me haga cargo de la empresa. Sabe de qué lado masca la iguana. -Tomó un t
No. Ya no. Todavía hablaba de mí en tiempo presente, como si fuera una posesión, un
ntes. Félix y Diego se congelaron, a mitad de la conversación, sus caras pálidas en la
constante. No estoy esperando. Y no soy tu escape ni tu comodidad. -Mis ojos,
Cada último vestigio de sentimiento, cada hilo frágil de afecto que había mantenido por Félix, había sido cortado. Realmente se había acabado. Y la real