La chica a la que llamó práctica
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nterrey para seguir a mi novio de diez añ
amor definitivo, hasta que lo escuché r
en que su novia "básica" no e
o con desprecio-. Solo fue práctica. U
e me heló e
go cómodo para mantenerle la cama caliente mientras él perse
patética, leal y qu
ir
francés en secreto para
a uno de su
conf
un esc
retiré mi inscripción de la UNAM y a
idad" había desaparecido, yo ya estaba en el nort
ítu
ista de Va
una vida entrelazada, y yo, tonta de mí, le había creído cada palabra. Ahora, el murmullo bajo de su voz proveniente de la sala, interrumpido por el tono más grave de otro hombre, cortaba la frágil paz del departamento antes de
, una herramienta que usaba para exudar un aire de exclusividad, para marcar límites con aquellos que consideraba "fuereños" a su círculo de élite. Se suponía que yo estaba dentro. Llevaba años aprendiendo francés, en secreto, meticulosamente, co
tique, mon ami. Une séance
es todo". Cada átomo de mi cuerpo gritó, se congeló y se hizo añicos. Mi mano voló a mi boca, ahogando un grito. El vaso que sostenía tembló, amenaza
aja, cómplice. - *Et mai
Valeria est bonne pour garder le lit au chaud. Toujo
rdadero objetivo?
Valeria es buena para mantener la cama caliente. Si
lvo a mi alrededor. No era solo una ruptura; era una demolición. Me veía como un lugar reservado, una conveniencia, un cuerpo tibio hasta que llegara el "verdadero premio". Y su certeza de que yo "nunca me i
dose, tarareando una canción de la playlist que habíamos creado juntos. Se detuvo en el umbral de la coci
se sentía como veneno. Se movió hacia mí, rodeando mi cintura con un brazo, p
sentía como la piel fría de una víbora. Una ola de náuseas me invadió, caliente
a ajena, delgada y quebradiza. Me pregunté si podía
ababa de implosionar, y los escombros estaban por todo el piso. Me tropecé hasta mi cama, colapsando sobre el edredón, mis manos temblando incontrolablemente. Las lágrimas llegaron entonces, calientes y abrasadoras, quemando surcos por mis
el funeral de mi abuela, un ancla silenciosa en mi duelo. Todas las sesiones de estudio hasta tarde, los sueños que compartimos, planeando nuestras vidas juntos en la
ita de noche, haciéndome s
rano a la oficina. Reunión importante sobre la adquisición d
fue una puñalada fresca. No estaba pensando en mí, no realmente. Estaba pensando en su imagen pública, en su "premio". Ya estaba
un asco profundo me invadió. Con dedos temblorosos, toqué el mensaje y lo borré. Luego, con una resolución feroz que no sabía que poseía, busqué su contacto. Bloquear. Bloquear número. Listo. Fu
re observando, siempre apoyando. Había sido su mayor porrista, su confidente más leal, su asistente no oficial, siempre lista para echar una mano, siempre ahí para recoger los pedazos cuando uno de sus romances fugaces inevitablemente se estrellaba. Se había apoyado en mí, confiado en mí, y a veces, en momentos desprevenidos, me había mirado con una intensidad que hacía que mi corazón latiera con fuerza, haciéndome creer que me
miga de la prepa, que actualmente estudiaba en París. Su cara, enmarcada por u
xclamó, su voz burbujeante de emoción-. Literal
vo. No. No podía s
Félix del Castillo. Riéndose, con la cabeza echada hacia atrás, su brazo cubriendo posesivamente la cintura de una mujer despampanante con un cabello rubio imposiblemente largo y una sonrisa deslumbrante. Bella Ramírez. Estaban sen