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La chica a la que llamó práctica

Capítulo 4 

Palabras:1605    |    Actualizado en: 08/12/2025

ista de Va

tio, la humedad de las lágrimas aún aferrada a mis mejillas. Mi celular yacía donde había caído, ignorado hasta que una notificación brilló en l

el texto lo que retorció el cuchillo. "¡Primer café de la mañana en París con mi increíble Félix! Tan feliz de que organizara esta p

ño pasado, porque había mencionado querer aprender a hacer "café de verdad". Y la "pequeña escapada", que obviamente era una mentira, dado que él acababa

ad sin esfuerzo de ello, me robó el aliento. Apreté los ojos con fuerza, una nueva ola de lágrimas nublando la pantalla. Cerré mi celular, el pequeño rectángulo

me había visto crecer. Sus ojos, usualmente cálidos, se abrieron ligeramente al ver el jugo derramado y mi cara manchada de lágrimas. No

cosa que él haya dejado aquí? -Mi mirada barrió la cocina, viendo de repente todas las pequeñas muestras de

ro que sí, mija. Considéralo hecho. -Su mirada se demoró en mí un mome

ridículamente esponjosa, una colección de libros de arquitectura de primera edición que me había comprado para mi cumpleaños. Cada objeto guardaba un recuerdo, un susurro de

na vez. La Valeria de antes habría estado frenética, se habría convencido de que era su culpa, habría encontrado una manera de romper el silencio, de d

sociales. Incluso cambié el código de acceso a la casa de huéspedes, un gesto simbólico de r

s papás me dejan usar el jet privado para ir a nuestra villa en la

tre yo y el fantasma de Félix, era embria

lar la UNAM. Pero también vieron la mirada atormentada en mis ojos, la devastación silenciosa que trataba de ocultar.

dije, mi voz firme-. Volaré directo de la Toscana a Monterrey. -La

mamá de Félix, cuidando sus rosales. Levantó la vista, su sonrisa cálida. - ¡Valeria, querida! ¡Qué sorpres

ecisión conjunta, no un escape desesperado. Había tejido una narrativa donde yo todavía era suya, todavía yendo a su universidad. Fue un

ntras caminábamos hacia la puerta, un destello repentino de movimiento captó mi atención. Mi respiración se d

ando en la parte baja de su espalda. Ella hacía pucheros, luego sonreía, luego le daba una pal

z, Valeria. Independencia, ¿verdad?". Lo había llamado fomentar mi independencia. Ahora lo veía como lo que era: una falta de cuidado, un desprecio descarado. So

es. Esto era. La prueba final e innegable. No era solo despectivo; era ind

ojos siguieron mi mirada, y se tensó, apretando la ma

nte absorto. Revisaba su celular cada pocos segundos, con el ceño fruncido, luego se volvía hacia Bella con una sonrisa forzada. Parecí

adió, una ola frágil. Justo cuando estaba a punto de abordar, mi celular sonó. Un número b

i voz tensa

o contestas mis llamadas? ¿Por qué me bloqueaste? -Su voz se hizo más fuerte, cargada con u

rioso. - Me voy de viaje, Félix -dije, mi voz del

nuestra vida juntos, Valeria! No me digas que te vas a escapar con algún... algún tipo cualquiera de tu clase de arquitectura. No pienses ni por u

ga victoria. - Mis planes son míos, Félix -declaré, encontra

me! ¡Ahora! Me voy a ir unos días por el trato Ramí

aún temblando, flotó sobre la pantalla. Luego,

davía en la mano, su cara una máscara de incredulidad furiosa. Nuestros ojos se encontraron a través d

e, tomando mi mano y jalándome hacia el

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