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Más allá de la cruel obsesión del multimillonario

Más allá de la cruel obsesión del multimillonario

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:2051    |    Actualizado en: 11/11/2025

e el mundo entero adoraba. Me decía a mí misma que

de una cama de hospital para que le horneara un pastel a su a

n la espalda con una aguja. Me hizo encerrar en u

lberca llena de vidrios rotos, todo para

paz de amar; simplemente era incapaz de amar

por él murió. A la mañana siguiente, firmé nuestro divorcio y, c

oficialmente divorciada de Alonso Taylor. Mis mejor

ítu

vista de

z de amar. Simplemente era incapaz de amarme a mí. Lo aprendí el día que sus hombres me sacaron a rastras de una cama de hospital,

ntes. Para el público, era un visionario, un titán de la industria, un hombre cuya lógica era tan afilada y fría como el bisturí de un cirujano. Para

adecida. Incluso ha

d y el amor tie

o, cuando olvidó nuestra reservación pa

cuando envió a su asistente con un b

mo un museo que como un hogar. Él siempre estaba trabajando, siempre de viaje, siempre fuera de mi alcance. Sus discul

a en otro nivel. Su trabajo es su pasión, y yo debería ser una esposa que lo apoya. Este

que sea, solo puede soportar tanto a

pirante a actor llamado Ciro Webster. Al principio, los descarté. Alonso era racional has

entes y pintaban la imagen de

dicio de recursos, había hecho traer un jardín botánico enter

e afecto, fue fotografiado sosteniendo un paraguas para Ciro b

e, había cerrado un parque de diversiones entero por un día solo pa

rdaría mi color favorito, mucho menos cerraría un parque de diversiones para mí. Era frío, sí, pero era consisten

una semilla, y co

Alonso era impenetrable, una fortaleza construida con dinero y poder. El investigador luchó dura

e manila. Mis manos temb

rededor. Estaba mirando a una figura sentada en una banca, un joven de una belleza delicada, casi feli

ra tan profunda y desproteg

que había rezado y por la que me había muerto

co, un pavor helado qu

el investigador, un sedán negro se pasó un alt

bellino de metal chirri

un brazo enyesado. El asistente personal de Alonso, un hombre tan d

lana-. El señor Taylor me pidió

sus ojos como es

curiosidades que es mejor dejar ins

tencia. Mi esposo, el hombre que había amado y defendido, había intenta

tió en una capa de hielo glacial. Alo

ruo por él. Po

cibí una llamada frenética de la policía local. Ciro Webster había sido arrestado por causar un dis

robado el corazón de mi esposo. Me puse la ropa sobre la bata del ho

uelto en ropa de diseñador y con aspecto petulan

mi novio? ¡Cuando Alonso llegue aqu

s puertas de cristal de

nstantáneamente, crepitando con su poder y autoridad. La ruidosa habitación se quedó en silencio. Ni

aja, finalmente reconociendo mi presenci

petición. E

incapaz de moverme, inca

, todo su comportamiento cambió. El despiadado director general d

le. Se acercó y apartó suavemente un mechón de cabello

estuviera siendo estrujad

ferior de C

eguridad, ¡me empujó! -Señaló con un dedo dramático a un g

camente hacia el guardia, sus oj

toc

dia pal

intentaba evitar qu

onso, su voz desprovis

to. El asistente de Alon

as grabaciones de seguridad muestran

bajando a un susurro aterrad

a la edad a Ciro, dudó por un segundo antes de que sus hombros se hundi

ó el guardia, su rostro

no estaba

iciente! Lonzo, me asust

gre se

xpresión derritiéndose de nuevo e

Lo que tú quieras. ¿Cómo

rbilla, un brillo

que tomes su lugar. Ve y discúlpate con

y todos lo sabíamos. Esperaba que Alonso se negara, que most

quier

-dijo Alons

da joven vendedora que había sido llamada p

reja. Su comportamiento fue ina

se por los caprichos de un mocoso malcriado fue tan impactante, tan

la esperanza a la que me había aferrado frente a un abandono int

aneció. Fu

atisfecho, se

sustara. Eso significa que no me protegiste lo

e una emoción que ahora solo podí

¿Cómo debería

y triunfante segundo antes de volver a posarse en

ez veces. Lo suficientemente

les de policía en la habitación i

nable del mundo. Levantó la mano, sin apartar nunca los ojos

resonó en la silenciosa h

Z

n

Z

o

nta bofetada, una marca roja florec

con el que me había casado destruir sistemáticamente su propia dignidad por otr

uerto. La espera

ueco y doloroso. Y una repentina y

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