Más allá de la cruel obsesión del multimillonario
vista de
iseñadora de arquitectura. Mi familia, aunque no estaba en la misma estratosfera que los Taylor, tenía una respetable empr
su generación", un "hacedor de reyes", un "visionario". También lo llamaban una máquina. Un recluso o
andíbula que insinuaba la inmensa presión que soportaba. Fui ingenua. Me enamoré
y los Atkinson, en una alianza desesperada, propusieron un matrimonio a l
xitoso arquitecto por derecho propio, me conocía desde que éramos niños-. Está comprando una esposa resp
ena del tonto optimismo de una joven de 22 años
do con la cabeza, sus
echar raíces, Adelaida. No estoy se
a ra
en la que apenas había participado, Alonso se paró junto
familia está segura. A cambio, espero que seas una señora Taylor competente, discreta y presentable. No interfieras en
anza. Soporté los aniversarios olvidados, las fiestas solitarias, las apariciones públicas donde me trataba como un a
: no me ama a mí, pero tampoco ama a nadie más. Simplement
esto esa mentira como el patético autoengaño que era. Alonso no era in
o era capaz d
tante revelación. No era que no pudiera amar; era que no me amaría a mí. El dolor de esa v
. Mi amor por él había sido la única cadena que m
redactara los papeles del divorcio. No pedí ni un solo centavo de la fortuna
l que era el corazón de su imperio. La recepcioni
r, el señor T
-dije, con
oficina en tres días -adm
ía ausentado de su oficina por más de un día
nde
ionista s
do a la Subasta B
tra cena de aniversario el año pasado por una "fusión
pongo -dije, el nombre sa
partó la mirada. Esa f
allí, en la primera fila, estaba Alonso. Ciro estaba pegado a su lado, susurrándole al oído
puja era un raro collar de diaman
lones! -gri
ones! -repl
ero, tirando de l
es tan
ó al escenario. Simple
voz cortó la sala,
e la sala de subastas. El sub
os... ¡Vendido! ¡Al
o y lo besó, un beso largo y posesivo, justo allí, frente a c
ollar de cien millones de dólares para su amante sin pensarlo dos veces. Para nuestro t
rutal, tan ridículo, q
multitud que se abría, mis pasos firmes, mis ojos fijos en él. Me detuve justo
. Instintivamente se movió para proteger a Ciro
Qué estás ha
mi voz sorprendentemente tr
lo
y ocu
mento. Es nuestro
sus ojos muy abiertos con una inocencia fingi
no con molestia. Como si yo fuera un inconveniente menor, una m
Ambos sabemos que este matrimonio ha sido una farsa. Simplemente firmemos los pa
só. Miró a Ciro, luego de nue
os esto más
firme-. Lo dis
da se lanzó y me arrebató el sobre. Ciro se ri
cio? ¡Lonzo, n
us ojos escaneándol
n alimenticia... Vaya, vaya. Adel
is ojos fijo
rma
s papeles -ronroneó Ciro. Se acurrucó más cer
bur
as rid
propio bolsillo y sacó algo que me heló la sangre. Era un pequeño
s más privados e importantes, vinculada directamente a sus datos biométricos. Tenía más pod
onfiaba en este chico insípido y man
hadilla de tinta que sacó de su otro bolsillo, presionó el sello sobre ella y luego, con un floreo, lo estampó en
entras me devolvía los papeles al pecho-. Eres libre. Ahor