La traición del prometido: La venganza de la bailarina
Torr
los era un estud
ando, Diego? ¿Qué p
os brazos de Diego, su actuación impecable incluso an
tan practicada, que probablemen
sus ojos ardiendo con
arlos. Siempre ha sido ella la que protege a Abr
a tos sangrienta. Así que eso era todo. La gran y noble razón de su traición. Un caso de identidad
los se endureció. As
uchaste
ombres más importantes de mi vida ha
lino de polvo y caos del salón de baile que se de
mundo sobre mí se movió, y el pesado techo de yeso se vino abajo
, el
e. Fue lo primero que registré, una señal de
manera, es
enética y desesperada. Todavía estaban allí, en
tro amable entró apresur
sto. Tiene suerte de estar viva, señori
una risa dé
ue
preferid
us rostros pálidos, sus ropas caras arrugadas
mi mano. La suya temblaba-. Oh, Dios, Abril.
z ahogada por la emoción. Parecía que iba a vomitar-. Los bomberos nos o
iva cuidadosamente constru
ellos, mis ojos fijos en una mancha de agua en el tec
silencio. Su ro
i algo. -Su voz tembl
a tallada en dolor y hielo. N
ntró en
rrando a una enfermera que
ntó frente a ellos en una pequeña sala de consulta. Yo estaba justo afuera de la puerta, mi nueva
tico agudo -dijo el médico con calma-. Dadas las circunstancias, no es sorprend
tigua arrogancia regresando-. Eso es ridículo. S
go por primera vez-. ¡¿Un asunto menor?! ¡La dejamos morir
ida o muerte! -replicó D
error monstruoso. ¿Esa 'deuda' que crees que le debes a Isabela por salvarte? Acabas de pagarla. E
ara discutir, pero luego pareció pensarlo mejor. Suspiró,
nes razón. Lo compensaremos. Te lo juro, Carlos. De
promesas eran como cenizas en mi boca. De