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La traición del prometido: La venganza de la bailarina

Capítulo 3 

Palabras:1301    |    Actualizado en: 11/11/2025

Torr

te, mientras Carlos se sentaba a mi lado en la parte de atrás, murmurando trivialidades inútiles. Mantuve mi rostro enterrado en su

Isabela estaba esperando en el gran salón. Llevaba un sencillo vestido blan

hacia adelante-. Vi las noticia

iego y Carlos se ablandaron de inmediato,

-dijo Diego, su voz s

la -susurró Isabela, sus ojos l

su emoción, se giró, una sonrisa bril

noticias! ¡Algo pa

del salón. Sobre ella, brillando bajo el

con triunfo-. El Concurso Naciona

a haber dominado. La culminación de veinte años de sudor, sacrificio e interminabl

las, el satisfactorio chasquido de mis articulaciones mientras me movía a través de un Grand Jeté.

uiera podía p

. Flanquearon a Isabela, colmándola de elogios, su anterior

increíble

que podía

a victoria comprada con mi sangre y mi dignidad. Yo era una idea

ruedas y comencé a alejarme, el suave zum

mó Isabela, su voz go

e las escaleras. Puso una mano en mi hom

o-. Te queda patético. Aunque claro -añadió, sus ojos recorriendo mis piernas in

rostro palideció, mis manos se ap

te, Isab

¡

or los primeros escalones de la gran escalera, at

sab

rror. Pasaron corriendo a mi lado, arrodillándose junto a ella

ojos encontrando los míos, inst

actriz, sollozó en

presionar a Abril. Ella está..

a casi brillante. No solo me había acusado; lo

en una furia fría y familiar.

pujaste

dije, mi voz p

entas, Abr

a, que ahora examinaba un to

iernas para una bailarina? ¡Una lesión c

Mis propias piernas, permanentemente destruidas por su diseño,

sin alegría esca

voz peligrosamente tranquil

ció como si lo h

segundo fugaz, vi un destello de duda en sus ojos. Pero f

-ordenó Diego, su voz sin de

-d

ero fue una roca contra l

de Isabela se

valientemente-. Sé que Abril está pasando por mucho

iego se derriti

, Isabela -murmuró, a

dirigí a la tranquila soledad de la bibli

itación. Me trajo un vaso de leche tibia,

sus ojos suplicando una con

o y vertí la leche por el desa

agitado en plena noche. Mis ojos se abrieron de gol

jos, fingiendo dormir, mi corazón

elo con un golpe discordante que envió una onda de dolor a través de mi inútil columna. Antes de que pu

trompicones, cada impacto una nueva agonía. Me mordí el labio

n suelo frío y h

vo, las dos voces que at

esto? -era Carlos,

omo una piedra-. Lastimó a Isabela. Se está volviendo desqu

Diego, esto

a está volviendo fea. Neces

en mi corazón era mil veces peor que la agonía en mi cuerpo.

a una tercera voz,

, preparándome

sólido y nauseabundo de una vara de madera contra

a más que la vibración discordante, un eco fantas

Golpe

Me acurruqué en una bola, mis gritos

tinamente como c

eguntó Diego, su v

on el saco

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