Siento mi corazón bombeando
Autor: Gabie Parpia
GéneroRomance
Siento mi corazón bombeando
¡Imposible! ¡Theodore estaba despierto!
La sola idea dejó a Ariana y Jasper anonadados.
Cuando este último se recuperó, su rostro se tornó sombrío y apretó con fuerza el brazo de Ariana. "Me mentiste, ¿no es así? Lo que vi anoche no fue una ilusión... Theodore realmente recuperó la conciencia, ¿verdad? Oh, ahora lo entiendo... ¡Es por eso que de repente te pusiste en mi contra!".
Dado que el hombre ya había llegado a una conclusión, Ariana no se molestó en explicar nada. Simplemente se zafó de su agarre y se alejó con el sirviente.
Jasper, por su parte, quedó furioso. Había querido golpearla, pero no se atrevió. Parado en medio del jardín, observó la figura de la chica hasta que desapareció de su vista. Frustrado, pateó una maceta cercana con rabia.
La residencia de la familia Anderson era un complejo palaciego que contaba con varias edificaciones rodeadas por jardines de flores. Theodore vivía en una pequeña mansión individual, cercana al jardín principal. Allí el aire era puro y estaba muy bien iluminada, la propiedad estaba rodeada de bambúes y resultaba muy tranquila.
Sin duda era un entorno propicio para la recuperación de una persona enferma, pero ni siquiera la belleza circundante bastaba para aliviar las preocupaciones de Ariana en ese momento.
No dejaba de pensar en Theodore y lo que había sucedido la noche anterior. ¿Realmente había despertado? ¿Habría escuchado la conversación entre ella y Jasper?
¿Qué consecuencias podría acarrearle eso?
Su corazón empezó a latir con fuerza en su pecho, su rostro palideció y un cúmulo de pensamientos inundaron su mente.
Por lo que sabía, Theodore no era ningún santo; tenía fama de ser un ser implacable y de tener conexiones con los bajos mundos. Se decía que todo el que se atreviera a ofenderlo no viviría para contarlo... ¿Sería ese su destino?
"Bueno, aquí estamos", declaró el sirviente, sacándola de su letargo.
Después de respirar hondo, ella abrió la puerta y entró. Poco después, Darian se unió a ellos en el recibidor de la casa, que también le llegó la noticia de que su hijo se había despertado, y había regresado a toda prisa.
Con respeto, Ariana se inclinó para saludarlo. Darian asintió brevemente y luego entraron juntos en la habitación de Theodore.
Alrededor de la cama había un grupo de médicos, examinando al enfermo.
Theodore estaba recostado contra la cabecera con la mirada perdida y la expresión congelada.
Cuando escuchó los pasos en la puerta, giró la cabeza para ver quién era. Sus agudos ojos recorrieron a Ariana y se posaron en Darian. "¿Quién es ella?".
Aunque era una pregunta sencilla, la chica no pudo evitar sentirse ansiosa.
¿Él no la había mandado a llamar? ¿Por qué ahora preguntaba por su identidad?
Ella sabía que Theodore podía terminar con su matrimonio cuando quisiera.
Y, si eso ocurría, sus planes de venganza se irían al traste.
"Ella es tu esposa", intervino Darian antes de que Ariana pudiera pensar en una respuesta.
"¿Mi esposa? ¿Por qué no recuerdo haberme casado?".
"Bueno, he arreglado el matrimonio para ti... La boda se celebró ayer, ya todo el mundo lo sabe".
Darian se veía bastante tranquilo como si no le sorprendiera la repentina mejoría de su hijo.
En ese instante, el líder del equipo médico terminó de examinarlo, pero ni él ni los demás quisieron retirarse ni decir nada para no ser descorteses.
Aclarándose la garganta, Darian preguntó: "¿Cómo está?".
"Bueno, aunque ha recuperado la conciencia, no está bien del todo... Sus piernas están inmóviles y me temo que es probable que no pueda volver a caminar".
"¿Estás queriendo decir que ahora está inválido?", preguntó el patriarca con incredulidad.
Ariana frunció el ceño cuando vio un indicio de alivio en el rostro de Darian.
"Me temo que sí, señor Anderson". El médico dejó escapar un suspiro. "Recomiendo que se someta a sesiones de fisioterapia, eso podría ayudar mucho".
"Entiendo... Muchas gracias, ya pueden retirarse".
Con un ademán, Darian los despachó y, cuando se fueron, se volvió hacia su hijo con una sonrisa afable. "Gracias a Dios estás de vuelta, hijo... Ahora necesitas descansar... No le des demasiadas vueltas a las palabras del médico, haré los arreglos para que te vea el mejor fisioterapeuta, vas a estar bien".
Dicho eso, le hizo señas a Ariana para que se acercara. "Ella es Ariana, tu esposa... Es la hija de la familia Edwards y va a cuidar de ti a partir de ahora. Estás en buenas manos".
"¡No! Soy un hombre soltero, no puedo estar casado si no he dado mi consentimiento... ¡Le pediré a mi abogado que inicie los trámites de divorcio de inmediato!". Theodore no estaba para nada contento.
El rostro de Darian se contrajo como si estuviera reprimiendo su ira y replicó: "¡Ni se te ocurra, Theodore! El divorcio no es una opción, claro que no".
Pero el joven solo se burló al escucharlo. "¿Qué te hace pensar que tienes derecho a tomar decisiones por mí?".
El ambiente de repente se volvió tenso.
Ariana se dio cuenta de que ninguno de los dos daría su brazo a torcer y empezó a ponerse nerviosa.
Darian estaba tan enojado que su cuerpo temblaba. "Estás casado y es hora de que vayas haciéndote a esa nueva realidad. Además, ya tu esposa ha sido inseminada con tu esperma, así que pronto será la madre de tu hijo. ¡No consentiré tu divorcio!".
"¡Qué! ¿Pusiste mi esperma en esta mujer?". Por primera vez, Theodore se detuvo a ver bien a Ariana. Sus ojos penetrantes la examinaron de pies a cabeza y las comisuras de sus labios de repente se torcieron.
Después de un momento, se rio burlonamente, con indiferencia, preguntó directamente: "Señorita Edwards, ¿qué prefiere, el aborto quirúrgico o el aborto con medicamentos?".