Segundos Platos
snudos. Era miércoles. Al ver
ijo Raquel mirando a Sebastián. Él asintió y s
Sebastián a su cuarto por la ventana la noche luego de su graduación, y el des
astián y Raquel se miraron, y mientras ella desechaba el condón en una bolsit
de ponerse una bata de baño y miró
–El plan no se le antojaba, pues Gabriel hacía días que estaba más pegado que nunca a su novia, Elisa. Sabía que
er mi bolso de la
ó la puerta cuando su mamá se fue y le
e van a matar. ¿Cómo
edia hora y sales por mi ventan
n es G
s de los vecinos de al lado. ¿Qué tal si m
su cuerpo casi excitarse nuevamente. -Mejor no tanto. Ve a bañarte, yo esperar
ias a Sebastián, pero mientras lo besaba y sentía sus manos, su ment
*
si tuviera diecisiete otra vez. Se había encontrado con Gabriel, el amor de siempre en su vida. Y también con Sebastián, el amor que siempre la salvaba incluso de ella misma. No había visto a su amiga Luna pues estaba enferma, mocosa, pues el resfriado que se pescó fue de lo más intenso. Así que solo se dirigió al Golden Bar a saludar a sus otros amigos. Al entrar vio a Abby,
hica se presentó y Raquel sonrió dándole la mano. -S
copa y miró a la chica. Morena, bajita, pero un pelazo de ensueño. Liso y c
dejó que pidiera el trago que quería y le dejó un billete en la barra. Sonaba "Watermelon Sugar" y mientras Mandi tarareaba
se volteó a verle y asintió. Algo de esperanza hací
o. Que buen gusto tiene
me amó. En un bar, mi ex ligue intentó violarme en un baño y me salvó. Así que me siento como una quinceañera intentando ver por quien siento más co
no las hay. Dijiste que uno está casado y e
upo que yo estaba enamorada de él, estuve con otro para olvidarlo y le rompí el corazón. Me siento tan culpable
as sonaba "Good Girls" de 5SOS ambas chicas comenzaron a reír. -El pasado, es pasado... Tal vez no puedes ver más allá y
ngo veintiocho, veint
saron por tu vida hace diez años. Es momento de cambiar de página, d
como una loca, despeinándose como siempre le gustó, era su sitio feliz. Cuando Mandi la dejó unos minutos tuvo un acelerado golpe de realidad. Miró en direcci
e había cedido a nadie más aquel puesto por diez años. Raquel sonrió y se sonrojó. -Tomaré t
entraste. Es un placer verte
nmigo? –Sonaba una música más sensual y romántica, accedió, le tomó la mano a Gabr
e solo venías a Madrid por
ra y viera aquella escena y le montara una de celos le daba justo en la frente. Su rigidez
la rápido de la mano hizo que la mirara. -Tengo pesadillas constantes. Un ex, puede decirse. Lo vi en otro ba
-Cuánto lo siento, pequeña. –"Pequeña". Aquella palabra había hecho latir el corazón de Raquel como lo hacía cada vez que Sebastián la llamaba así de cuando era una adolescente. Ell