Segundos Platos
tenía nombre de vendedora de perfumes pero ella era la versión pobre. -Explícame. Sabes que no puedes dejarme así. Por primera vez
ro hombre. Pero me pidió ser su primera vez y accedí. Yo sabía que ella estaba conmigo y con él a la vez,
hagas eso otra vez, te mato. -Carolina siempre había sido de un carácter más fuerte que Sebastián. Se conocieron en la uni
egó. -Espera, espera. ¿Esa a quien le diste la chaqueta era Ra
de veinticuatr
cada que lo llamaba, le daba dinero, le compraba c
Raquel Hernández y hacía mucho que no había vuelto a pensar en ella, fue sencillo con el clásico "Un clavo saca
una mujer en una situación difícil, es todo. Pude ha
as y Carolina asintieron y Sebastián soltó el ai
? Redes sociales. Solo debo buscarla y hablarle para saber a dónde ir por m
hermanito. Cool. Genial. Y cómo sea
o debía admitir (y eso porque no estaba ciego) que Raquel Hernández estaba asombrosamente guapa. Tenía un cuerpo más de mujer y menos de una niña. -Normal, considerando que la última vez que la viste tenía diecisiete. -Recordó cómo la
ue comenzó p
ntos escaparon a su primer concierto cuando tenían diecisiete, justo en Madrid, la primera vez que estuvieron juntos, ambos, en "primeras veces". Tambi
hormonas, pero cuando fijas en tu mente un objetivo, no hay quién te lo saque de la cabeza. El am
r la costumbre de tener cerca a esa persona y todo lo que ha
". La escuchó hablar de un tal Gabriel toda la tarde, la vió llorar porque él estaba con al
volviera a pasar el día en el que nos c
oto, Sebastián. Me siento mal, terriblemente
s pocos días atrás ella le pidió algo que él no tuvo el valor de negarse a hacerlo. Le pidió que le hiciera el amor, y que la be
a se la había topado, supuso que habría dejado el país como en uno de sus sueños locos dónde se iba a Francia o tal vez Alemania. Hasta esa noche. Estaba más preciosa que antes aunque la manera en l
todas las "Raquel Hernández" que encontrara y logró dar con el
quet. Te escribo para saber cómo estás, si estás me
tante, razón por la cual se sorprendió
de medianoche.
ú no lo haces. ¿Estás bien
ocional. Lo siento. La chaqueta.
ien por mi. ¿A qu
usta esa cafetería, a la
, le daba igual. Contestó su
tián:
e no necesitaba más. Dejó su celular
*
inutos tarde. Ella estaba ahí. En una mesa, con una taza de
do y ella, un tanto incómoda le señaló la silla al frente
tió, se sentó al frente de ella y la vió toma
poco el cabello tras la oreja y lo miró. -Tení
o con un jugo de naranja. Raquel hizo lo mismo y se quedaron en silencio. -Tienes mi chaqueta. –Dijo para romper aquel silencio. Raquel a
s en M
de qué
graduaste de Admini
mo y Hotelería. Trabajo
a importante. ¿Tienes
jo con seriedad y siguió comiendo su
habíamos visto en a
un rato y comenzaron a reír de la nada, R
go que dec
todo
é que tal vez dirás algo como: "Lo hubiera hecho por cualquier mujer", pero para
decía más nada así que no dijo más nada. El resto de su almuerzo fue en silencio. Al terminar de comer s
quieres. Sobre antes... nosotr
ra. Me alegra verte bien. –Una sonrisa de parte de ambos y Raquel no se frenó y lo abrazó con fuerza, él no l
tó y sacó una de sus tarjetas de pr
etalles dorados estaba en la mano de Seb
l Her
da In
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que no te sigo ent
s rieron y se despidieron, se fueron por direcciones