Segundos Platos
e arriba con una ventana que le daba una vista completa a dicho patio y a la otra casa. Miraba por su ventana cuando la familia que se mudaba bajó de un auto fiat color azul. La señora era bajita, de cabello negro y facciones redondeadas. Iba acompañada de dos chicos muy parecidos al señor que iba a su lado, los tres mucho más altos que ella. Raquel no pudo evi
a la mesa y usando su cucharilla para menear aqu
hacer lo que quisieran porque "eran varones", cómo ella era una nena, debía comportarse como señorita todo el tiempo, nada de reírse a carcajadas, gritar, caerse, jugar con tierra, nada de estar despeinada, o morderse las uñas cuando estaba nerviosa. Tenía que aspirar a ser perfecta, cuando en el fondo, Raquel sabía que le encantaba ser original. -Y otra cosa, no qui
s de la niña mientras ella solo tomaba su sopa. Te
paella? -La niña ne
ara leer. No había pasado mucho cuando alguien le lanzó una pelota a la cara y le tiró el libro. -¡Oye! ¿Qué te pasa? -Era uno de los muchachos que había llegado a la casa de al lado, usaba unos pantalones
eguramente, por estarles cambiando en plena adolescencia se escuchaban varoniles y machotes, pero lo cierto es que en oíd
casa y evitar que ella peleara con un extraño, aquel también era su patio y tenía derecho de quedarse. -Si
tir con aquel muchacho, tenía diez y lucía como de su edad. Llevaba el cabello largo en una trenza,
te va a resultar, porque yo llegué primero y tengo derecho de estar en este jardín tanto como tú. -Volvió a sentarse en su columpio vigilando los movimientos del chico. Vió
tú? -Raquel de inmediato pensó que aquel chico debía ser bipolar
o su sonrisa. -Es bueno conocerte. Bienvenido, supon
os. ¿Qué edad tien
cer tantas preguntas? Intento leer, si te quedas callad
ENTOS CLÁSICOS", pero el interior era un libro completamente diferente, una novela para mayores de dieciséis llamada: "Eres mía, pequeña
notara que clase de cosas estaba leyendo. -Me tengo que ir. -Raquel rápido se levantó y dej
*
s su oreja mientras estaba sentada a la mesa con Gabriel. Habían quedado de comparti
ventana cuando no quisiste leerme un cuento? Después me diji
te disculpas por eso. -Bebió de su café y Gabriel, al
días salías de ahí tan bonita, tan tierna, que no sé... eso me llevaba a hablarte. –Raquel lo miró, era increíb
hora hasta una escuela de música pero su madre insistía en que debía aprender aunque sea un instrumento. Y ni siquiera era
a coleta alta le completó el estilo con un lazo. -Listo princesa, ya está. –Su madre los llevaba a clases de piano y guitarra, pasaba una hora de compras y volvía para cuando ellos te
ban en el césped y veían el cielo. Cuando no estaba la mamá de Raquel jugaban a la pelota o saltaban la cuerda. Habían convers
algunas hojitas del árbol encima. -¿Dónde estuviste? Hoy
ráctico piano. Debo ir y a
bras tan rimbombantes? Y que
sonrió y lo miró. -Desearía que estu
te trat
quel no se dió cuenta de la expresión que ponía Ga
aquel! ¡Nos
y sus converses de color rosa que combinaban con su
én a una escuela de música, le pregunté a su hijo, Raúl, cuál era. –Maya le servía una taza de café a Ofelia y la mamá de sus
ya lucía feliz, como si hubiera encontra
y sonrió. -Que bonita estás. –Ella quería preguntar de qué se perdió pero sabía que su mamá le pegaría por
entendió lo que estaba pasando. El hermano mayor de Gabriel, Asbel, tenía las llaves del auto con dieciséis años, ya
uien solo le daba vueltas a las llaves en un dedo. É
Raquel, los hombres t
a mencionado aquello solo por desahogarse, pero con ese gesto supo que había sido
ron a sus madres. En el auto de los vecinos se fueron a su escuela y por p
*
Gabriel pedía otro café y un panecillo, miraba a Raquel y ella solo negó.
reguntar eso. Recordé cuando íbamos a Muziart. Tú
Tu hermano era mucho mejor, dominó el fingerstyle
¿Y Asbel? Es el mayor, ¿No debía heredar todo eso? Toda su cadena de negocios y lo que tuvieran. Tu papá era como un narco. Siempre
e. Aún toco la guitarra en casa. Pero me reúno con proveedores nacionales para
portante ¿Y q
stración de recursos, soy l
ámame, estoy calificada, haré un post-grado en derecho mercanti
sa y se despidieron quedando en que seguirían hablando luego, no perderían el contacto. En su casa, Raquel fue justame
*
endoza (padre) hablaban de carreras de caballo. Sus hermanos se llevaban de maravillas. Lo único malo que a Raquel no le gustaba es que al ser la "niña", tenía que mantener su distancia de los varones. Pero lo que más le agradaba era que Gabriel siempre buscaba la manera d
apo. Sus músculos, su cabello negro, el tatuaje que se hizo en el antebrazo. El corazón se le aceleraba de una forma que le daba miedo. Decidió levantarse de la arena donde estaba y meterse al agua a
estar en una playa así de molesta o triste, así que habla. -Raquel lo miró y negó ante
olo que no le dijo que era él quien le gustaba. Lo pensaba a
a él? -"Sí". Pensó Raquel, pero su cabeza negó. -¿Y
se ponía roja. -Yo sé que sí. -Y eso le dolía tenía que admitirlo. Estaba ena
ntado. Wow. ¿Cuál es el proble
ejor dime. Tú vas
iel mirándola. -Las chicas con las que he tenid
eso. -Lo vió toser y ponerse rojo y rió. -Dios mío
l asintió y dejó que él pasara las puntas de sus dedos por su cuello hasta bajarla hasta su espalda baja, la otra de sus manos iba subiendo por su rodilla suavemente y hasta su muslo y Raquel intentó probar que tanto lo podía provocar. Extendió su mano sobre la pierna de Gabriel y l
ijo antes de meterse al agua fría apenada y
notaba como Gabriel tenía la voz más ronca y tragó saliva a
deme al
sexual. -Raquel negó, querí
le d
qu
le dirás a la chica que te enamor
u piel, y darte un beso en cada lunar que tengas, en el lugar donde lo
ománticament
earon en lancha y nadie volvió a mencionar lo que pasó en la roca o que se dijeron
*
sí que imaginó a Gabriel beśandolos todos, desde el que tenía a la altura de su boca, pasando por los de su cuello, deteniéndose un largo rato en el que tenía en el pecho derecho, luego su abdome
do di
a y hablamos, somos mejores amigos. También fue a la misma escuela de música que yo, solo porque le dije que sería mejor con él. Tengo tantos celos de esas chicas que están detrás de él, yo quiero que me mire a mi. Tuve un sueño, me dijo algo en la playa que quedará grabado por siempre en mi mente y corazón. "Piens
ermosura. Siendo así, él es el Dios Marte. Entre el amor y la guerra todo se vale y aunque él esté con otras, sé que yo seré quien se quede con él. Nos besamos justo en el agua, todo a mi alrededor cambió y ya no era el
miedo de que alguien lea mis palabras
ría hecho de no haber aparecido Elisa Vives. Una pianista como ella qu
al a la persona amada, no para que nunca la veamos morir, s
oria de amor perfecta, con un poco de drama en muchos capítulos, con el típico cliché de que el amor siempre triunfa. Mis profesores cada vez más aplaudían mis osadías de escribirte. Te volviste un personaje favorito y amado por todos, incluyéndome
ma, con la esperanza de que no solo mis palabras, salidas de mi boca, dijeran cuanto te amo y te amaré, sino que también mis letra
aste, te agradezco, porque estoy aprendiendo por qué las grandes tormentas llevan nombres de personas, por enseñarme que el amor
ozo de mí. Lo verás en cada letra, en cada carta, en cada canción. Lo verás en nuestra historia, que a falta de magia está llena de realidad. Lo verás en cada nube, en el color azul, en el gris, en la luna. L
ien creía en las almas gemelas. Espero que leerme te cause una sonrisa, espero que regreses pronto a mis brazos porque la distancia es una cruel compañía aunque intensifiquen mis amores contigo, espero que sientas mi amor por ti a c
con toda el alma, que te haga conocer el cielo, quien te haga pecar con toda la intención, quien te e
de una historia que
on fuego en su memoria, y en cada cicatriz de su corazón. -Un beso en cada lunar que tengas, en el lugar donde lo tengas. –Recordó con una claridad impresionante que cuando Gabr
icias de Sebastián no hicieron más que intensificar aquellas ganas locas de que fuera el amor de su niñez. Los besos, si cerraba los ojos con fuerz
cía un desprecio, dio todo de sí para enamorarse hasta la loc
s. Mientras Sebastián luchaba por mantener a Raquel enamorada, ella miraba la vida de cuento que llevaba Gabriel y Elisa. Su noviazgo era perfecto, como de una novela
ras uno era el que podía mostrar en público, el otro era con quien se veía a escondidas. Era la segunda opción. -¿Cómo pude dejar qu
ndose reflejado