icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Segundos Platos

Capítulo 2 Solo el amor duele así

Palabras:4623    |    Actualizado en: 14/02/2023

e arriba con una ventana que le daba una vista completa a dicho patio y a la otra casa. Miraba por su ventana cuando la familia que se mudaba bajó de un auto fiat color azul. La señora era bajita, de cabello negro y facciones redondeadas. Iba acompañada de dos chicos muy parecidos al señor que iba a su lado, los tres mucho más altos que ella. Raquel no pudo evi

a la mesa y usando su cucharilla para menear aqu

hacer lo que quisieran porque “eran varones”, cómo ella era una nena, debía comportarse como señorita todo el tiempo, nada de reírse a carcajadas, gritar, caerse, jugar con tierra, nada de estar despeinada, o morderse las uñas cuando estaba nerviosa. Tenía que aspirar a ser perfecta, cuando en el fondo, Raquel sabía que le encantaba ser original. —Y otra cosa, no qui

s de la niña mientras ella solo tomaba su sopa. Te

paella? —La niña ne

ara leer. No había pasado mucho cuando alguien le lanzó una pelota a la cara y le tiró el libro. —¡Oye! ¿Qué te pasa? —Era uno de los muchachos que había llegado a la casa de al lado, usaba unos pantalones

eguramente, por estarles cambiando en plena adolescencia se escuchaban varoniles y machotes, pero lo cierto es que en oíd

casa y evitar que ella peleara con un extraño, aquel también era su patio y tenía derecho de quedarse. —Si

tir con aquel muchacho, tenía diez y lucía como de su edad. Llevaba el cabello largo en una trenza,

te va a resultar, porque yo llegué primero y tengo derecho de estar en este jardín tanto como tú. —Volvió a sentarse en su columpio vigilando los movimientos del chico. Vió

tú? —Raquel de inmediato pensó que aquel chico debía ser bipolar

o su sonrisa. —Es bueno conocerte. Bienvenido, supon

os. ¿Qué edad tien

cer tantas preguntas? Intento leer, si te quedas callad

ENTOS CLÁSICOS”, pero el interior era un libro completamente diferente, una novela para mayores de dieciséis llamada: “Eres mía, pequeña

notara que clase de cosas estaba leyendo. —Me tengo que ir. —Raquel rápido se levantó y dej

*

s su oreja mientras estaba sentada a la mesa con Gabriel. Habían quedado de comparti

ventana cuando no quisiste leerme un cuento? Después me diji

te disculpas por eso. —Bebió de su café y Gabriel, al

días salías de ahí tan bonita, tan tierna, que no sé… eso me llevaba a hablarte. –Raquel lo miró, era increíb

hora hasta una escuela de música pero su madre insistía en que debía aprender aunque sea un instrumento. Y ni siquiera era

a coleta alta le completó el estilo con un lazo. —Listo princesa, ya está. –Su madre los llevaba a clases de piano y guitarra, pasaba una hora de compras y volvía para cuando ellos te

ban en el césped y veían el cielo. Cuando no estaba la mamá de Raquel jugaban a la pelota o saltaban la cuerda. Habían convers

algunas hojitas del árbol encima. —¿Dónde estuviste? Hoy

ráctico piano. Debo ir y a

bras tan rimbombantes? Y que

sonrió y lo miró. —Desearía que estu

te trat

quel no se dió cuenta de la expresión que ponía Ga

aquel! ¡Nos

y sus converses de color rosa que combinaban con su

én a una escuela de música, le pregunté a su hijo, Raúl, cuál era. –Maya le servía una taza de café a Ofelia y la mamá de sus

ya lucía feliz, como si hubiera encontra

y sonrió. —Que bonita estás. –Ella quería preguntar de qué se perdió pero sabía que su mamá le pegaría por

entendió lo que estaba pasando. El hermano mayor de Gabriel, Asbel, tenía las llaves del auto con dieciséis años, ya

uien solo le daba vueltas a las llaves en un dedo. É

Raquel, los hombres t

a mencionado aquello solo por desahogarse, pero con ese gesto supo que había sido

ron a sus madres. En el auto de los vecinos se fueron a su escuela y por p

*

Gabriel pedía otro café y un panecillo, miraba a Raquel y ella solo negó.

reguntar eso. Recordé cuando íbamos a Muziart. Tú

Tu hermano era mucho mejor, dominó el fingerstyle

¿Y Asbel? Es el mayor, ¿No debía heredar todo eso? Toda su cadena de negocios y lo que tuvieran. Tu papá era como un narco. Siempre

de. Aún toco la guitarra en casa. Pero me reúno con proveedores nacionales pa

portante ¿Y q

stración de recursos, soy l

ámame, estoy calificada, haré un post—grado en derecho mercanti

sa y se despidieron quedando en que seguirían hablando luego, no perderían el contacto. En su casa, Raquel fue justame

*

endoza (padre) hablaban de carreras de caballo. Sus hermanos se llevaban de maravillas. Lo único malo que a Raquel no le gustaba es que al ser la “niña”, tenía que mantener su distancia de los varones. Pero lo que más le agradaba era que Gabriel siempre buscaba la manera d

apo. Sus músculos, su cabello negro, el tatuaje que se hizo en el antebrazo. El corazón se le aceleraba de una forma que le daba miedo. Decidió levantarse de la arena donde estaba y meterse al agua a

estar en una playa así de molesta o triste, así que habla. —Raquel lo miró y negó ante

olo que no le dijo que era él quien le gustaba. Lo pensaba a

a él? —”Sí”. Pensó Raquel, pero su cabeza negó. —¿Y

se ponía roja. —Yo sé que sí. —Y eso le dolía tenía que admitirlo. Estaba ena

ntado. Wow. ¿Cuál es el proble

ejor dime. Tú vas

riel mirándola. —Las chicas con las que he ten

eso. —Lo vió toser y ponerse rojo y rió. —Dios mío

asintió y dejó que él pasara las puntas de sus dedos por su cuello hasta bajarla hasta su espalda baja, la otra de sus manos iba subiendo por su rodilla suavemente y hasta su muslo y Raquel intentó probar que tanto lo podía provocar. Extendió su mano sobre la pierna de Gabriel y l

jo antes de meterse al agua fría apenada y

notaba como Gabriel tenía la voz más ronca y tragó saliva a

deme al

sexual. —Raquel negó, querí

le d

qu

le dirás a la chica que te enamor

u piel, y darte un beso en cada lunar que tengas, en el lugar donde lo

ománticament

earon en lancha y nadie volvió a mencionar lo que pasó en la roca o que se dijeron

*

sí que imaginó a Gabriel beśandolos todos, desde el que tenía a la altura de su boca, pasando por los de su cuello, deteniéndose un largo rato en el que tenía en el pecho derecho, luego su abdome

do di

a y hablamos, somos mejores amigos. También fue a la misma escuela de música que yo, solo porque le dije que sería mejor con él. Tengo tantos celos de esas chicas que están detrás de él, yo quiero que me mire a mi. Tuve un sueño, me dijo algo en la playa que quedará grabado por siempre en mi mente y corazón. “Piens

ermosura. Siendo así, él es el Dios Marte. Entre el amor y la guerra todo se vale y aunque él esté con otras, sé que yo seré quien se quede con él. Nos besamos justo en el agua, todo a mi alrededor cambió y ya no era el

miedo de que alguien lea mis palabras

ría hecho de no haber aparecido Elisa Vives. Una pianista como ella qu

al a la persona amada, no para que nunca la veamos morir, s

oria de amor perfecta, con un poco de drama en muchos capítulos, con el típico cliché de que el amor siempre triunfa. Mis profesores cada vez más aplaudían mis osadías de escribirte. Te volviste un personaje favorito y amado por todos, incluyéndome

lma, con la esperanza de que no solo mis palabras, salidas de mi boca, dijeran cuanto te amo y te amaré, sino que también mis let

aste, te agradezco, porque estoy aprendiendo por qué las grandes tormentas llevan nombres de personas, por enseñarme que el amor

ozo de mí. Lo verás en cada letra, en cada carta, en cada canción. Lo verás en nuestra historia, que a falta de magia está llena de realidad. Lo verás en cada nube, en el color azul, en el gris, en la luna. L

ien creía en las almas gemelas. Espero que leerme te cause una sonrisa, espero que regreses pronto a mis brazos porque la distancia es una cruel compañía aunque intensifiquen mis amores contigo, espero que sientas mi amor por ti a

con toda el alma, que te haga conocer el cielo, quien te haga pecar con toda la intención, quien te e

de una historia que

on fuego en su memoria, y en cada cicatriz de su corazón. —Un beso en cada lunar que tengas, en el lugar donde lo tengas. –Recordó con una claridad impresionante que cuando Gabr

icias de Sebastián no hicieron más que intensificar aquellas ganas locas de que fuera el amor de su niñez. Los besos, si cerraba los ojos con fuerz

cía un desprecio, dio todo de sí para enamorarse hasta la loc

Mientras Sebastián luchaba por mantener a Raquel enamorada, ella miraba la vida de cuento que llevaba Gabriel y Elisa. Su noviazgo era perfecto, como de una novela sa

ras uno era el que podía mostrar en público, el otro era con quien se veía a escondidas. Era la segunda opción. —¿Cómo pude dejar qu

ndose reflejado

Obtenga su bonus en la App

Abrir
1 Capítulo 1 Todo lo que quiero2 Capítulo 2 Solo el amor duele así3 Capítulo 3 Para que nadie se entere4 Capítulo 4 Volver5 Capítulo 5 Recuerdos6 Capítulo 6 Pelear por una mujer7 Capítulo 7 Mentiras y más mentiras8 Capítulo 8 Amor de verdad9 Capítulo 9 Chispas10 Capítulo 10 Abandonar tu pasado11 Capítulo 11 Un corazón roto12 Capítulo 12 Confesión13 Capítulo 13 Boom Clap14 Capítulo 14 Errores cometidos y mentiras dichas15 Capítulo 15 Manos, Pies16 Capítulo 16 Los Bousquet17 Capítulo 17 Cenicienta 18 Capítulo 18 Caprichos19 Capítulo 19 Mon Soleil20 Capítulo 20 Antes de diciembre21 Capítulo 21 Intuición de almas gemelas22 Capítulo 22 Lo que sea que sea el amor 23 Capítulo 23 Locura temporal 24 Capítulo 24 La boda 25 Capítulo 25 Triángulo amoroso26 Capítulo 26 Incertidumbre 27 Capítulo 27 Drama's King28 Capítulo 28 Drama's Queen29 Capítulo 29 (+18) – Experto en dejarme ir 30 Capítulo 30 Te escojo a ti31 Capítulo 31 Tóxico32 Capítulo 32 Sororidad33 Capítulo 33 La verdad34 Capítulo 34 Abogados 35 Capítulo 35 Todos necesitamos terapia36 Capítulo 36 Crecer37 Capítulo 37 Olvidar38 Capítulo 38 Batallas pérdidas39 Capítulo 39 Solo para ser usado40 Capítulo 40 Se cayó el plan romántico41 Capítulo 41 ¿Tres ¿Otra vez 42 Capítulo 42 Listas de cosas por hacer43 Capítulo 43 Crisis treintañera44 Capítulo 44 Cada diez años45 Capítulo 45 Amigos46 Capítulo 46 Un nuevo capítulo47 Capítulo 47 Karma48 Capítulo 48 Caminos por recorrer49 Capítulo 49 Sueños50 Capítulo 50 No es lo que parece51 Capítulo 51 Estando con otro y pensando en ti52 Capítulo 52 Tu recuerdo no se va53 Capítulo 53 Traumas 54 Capítulo 54 Listas de bienestar55 Capítulo 55 No se manda en el corazón56 Capítulo 56 Huellas permanentes57 Capítulo 57 Sombra al corazón58 Capítulo 58 Un buen final para una buena relación59 Capítulo 59 Negociante de alto riesgo60 Capítulo 60 Experta en escapar61 Capítulo 61 (+18) - Un beso en cada lunar que tengas62 Capítulo 62 Intentar otra vez63 Capítulo 63 Regreso y decisión64 Capítulo 64 Ay ¡Dios mío!65 Capítulo 65 Entre tres y seis66 Capítulo 66 El peligro de la imaginación67 Capítulo 67 Sanar primero68 Capítulo 68 Sway with me 69 Capítulo 69 El amor eres tú70 Capítulo 70 El camino no un destino71 Capítulo 71 Patrones72 Capítulo 72 Misma historia, misma trama73 Capítulo 73 Una broma del destino74 Capítulo 74 ¿Quién es Bianca 75 Capítulo 75 Pasado entrometido76 Capítulo 76 Malditos Deja vú 77 Capítulo 77 Fantasmas78 Capítulo 78 Día de enero 79 Capítulo 79 Una rival digna80 Capítulo 80 Confiar en el amor81 Capítulo 81 Intimidad82 Capítulo 82 Sitios correctos83 Capítulo 83 Caminos diferentes84 Capítulo 84 Día martes85 Capítulo 85 Una mujer enojada86 Capítulo 86 Doble sorpresa, doble problema87 Capítulo 87 Nuestra historia en una canción88 Capítulo 88 Juntos contra el mundo89 Capítulo 89 Solo te quiero a ti90 Capítulo 90 Mejores amigas para siempre91 Capítulo 91 Hechicera92 Capítulo 92 Pasos pequeños93 Capítulo 93 Sueños vs. Realidad94 Capítulo 94 ¿Final 95 Capítulo 95 Elegir96 Capítulo 96 Luchar97 Capítulo 97 Ayudar a una amiga98 Capítulo 98 Villanas99 Capítulo 99 Padre e hija100 Capítulo 100 Historias de besos