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Desatar a la bestia

Capítulo 3 3

Palabras:7006    |    Actualizado en: 08/02/2023

ítu

quedará el

no tendría ningún caso del que encargarse cuando cuadrara el trasero en la silla del infierno. Fue una satisfactoria sorpresa

a que se moría por un acercamiento más íntimo— disfrutaba yendo y vinien

que podía resolverse por sí mismo. Y eso habría estado bien. Lea no había aspirado a más cuando era el pelirrojo quien debía darle responsabilidades. L

día verlo desde su cubículo si se ponía de pie: era él quien se encargaba

lado de la línea, probablemente sacando la lengua. L

ndo la luz roja se enciende, señor Mira

la luz, soy daltónico. Y sobre lo de tu silencio... Por Dios, no me digas que no ha tenido gracia. O peor: q

ono evocando joyas del cine

con eso que quieres que te deje colgada al auricular diciendo «hola» du

sociados no querrían presenc

lar como si le hubiese mordido, y aunque se planteó mandarlo al carajo en person

era su deber hacerle caso a

ira

a voz desgastada de Anthony Hopkins—.

da y, en su lugar, solt

afectado. Jesse se rio al otro l

rápida, porque en quince minutos empiezo las entrevistas a los junior. Aunque estoy dispuesto a

ladas» —concluyó—. ¿Quién no h

a, y se tomó un se

aba o que se moría de ganas de que hiciese algo mal para buscarse otra adjunta. Y no, parecía que lo único que siempre quiso fue que... ¿se plantara en su despacho y le dijera cuatro verdades? ¿No se suponía que los hom

perro en solitario? En su defensa

de los perros, tampoco

inte y sin pasarse el pulgar húmedo por las cejas. No es como si ahora fuera a darse cuenta de que se las depilaba de maravilla porque

ndo la vio. Bajó el cuaderno de su interés, permitiéndol

el ceño auto

túpido con juegos mentales? Le

Jesse—. Lo elegí pensando en

ta no es lo que me de

altura de tus

xclamó—. Ese es justo el

a diario en lugar de lavarla porque me aterroriza la l

ía sentido preguntarle a qué se debía ese cambio de actitud. Lleva

ponía él: a ella le gustaba ir al grano—. Pedí un poco de reconocimiento y que dejaras de trat

señor Robbie Bennett en person

iró sin

demanda colectiva a una sociedad privada por despido masivo. Cherry’s f

na denuncia contra ellos sin sentir que se me parte el corazón. Además de no identificarme con la causa, estaría

No puedo ganar algo así. Jamás he negociado, y en el caso de llegar a juicio, no lo haría bien porque jamás he hablado en el estrado. Ni siquiera en la univ

a la altura de lo que ped

ar por algo menos exigente para aumentar la probabilidad de éxito. Todo lo que merece la p

e ves lo bastante buena para manejar el caso de Cherry’

nca di

gusta pinchar teléfonos. ¿En qué eras la mejo

u nombre en el café. No puedes pedirme que sea la mejor abogada cuando nunca he dado la cara y se me da mal el público. Pensaba que me asig

erías un reto que te pusie

o cuántas veces me has llevado a mirar juicios y cierres de acuerdos: tres. Tres en año y medio, mes arriba, mes abajo.

es un reto, sino un suicidio. Lo es incluso para mí. Por eso necesitaré refuerzos —aclaró, poniéndose de pie. Empujó la carpeta con los dedos y le dedicó una mirada elocuente—. Te quejas de que te t

rme iba procesand

la información, ninguna de las dos partes pensaba ceder. Lo que se traducía en meses de experiencia, agobiada y estresada, sin poder dormir porque no dejaría de p

su intelecto o una caída cuesta abajo y sin frenos. No dudaba que podría conseguirlo si estuviera en otra situación, pero en l

hacerlo. No

los tirantes que mantenían el pantalón de Jesse en su sitio. No llevaba cinturón, igual que

sta para s

l que te asociaría sería Batman. ¿Qué

a, y tú lo sabes mejor que nadie. Mira cómo lo tienes, enjau

toy impaciente por descubrir qué

as. Dejaron de llevarse con c

ombre de lo

lby, y no te convi

de los Peaky Blinders o me

dedos en la mesa y se balanceó hacia delante. Los múscul

es y envíamelo por correo. «Que la fuer

squeó l

Galaxias no es mi

o haré, pero no

aumento? —p

écnicamente imposible, porque todos estaban al tanto de que Jesse ignoraba a Lea. Se plantó de nuevo en su cubícu

cuando menos—, pero no le iba a hacer daño ilusionarse, ¿verdad? Si resolvía aquel caso con éxito y demostraba que podía manejar al cliente, ya podría empezar a trabajar de manera independiente. Y desde ahí ganaría experiencia y una cartera de contac

rselo antes de que se distrajera con alguna mosca traicionera. Era sorprendente que Jesse Miranda fuese abogado cuando parecía un crío friki con déficit d

ulo-1» y envió después de tec

malo echarse unas risas con los compañeros de trabajo. El problema era que Lea no acostumbraba a reírse con nadie, así que cuando lo hacía debía encargarse de llevar en el bolso el mando teledirigido con el botón «autodestrucción», por si la cosa se ponía fea, y siempre se ponía fea. No fallaba: se pillaba de c

nadie pensaba en los niños? ¿O es que ella estaba muy salida?— y fue a borrar el do

xposición de los hech

o e

ndo los ojos de golpe—.

eraba y no una descripción tórrida de cuánto le apasionaban sus glúteos. Para sí misma recitó alfab

te», decía Je

rme», pensó

la pantalla—. Dime que no es

to un pasillo en su vida. Lea reconoció sus identificaciones: los aspirantes a junior. Torció la cabeza hacia el despacho de Jesse

ún y, si ella podía evitar

ulo pensando en tod

ema operativo de Apple. O podía tirarlo al suelo sin querer, saltar sobre la tapa también sin querer, hacerle un placaje con codo de por medio, caérsele una cerilla encendida... ¿Y si le pedía educadamente que borrase el documento porque se había e

aciendo el delicioso. ¿Qué te parece? Una l

ra segura de que fuese a funcionar. Total, Jesse no despediría a Julie por eso. Era muy comprensivo. Tanto que tal vez se la tirase. A Julie, no a ella. Una chica guapa y e

bromitas. Pero si pidiera auxilio a alguien a quien no conocía y tuviese pinta de ser rechazado en el bufete sería como si nadie en el trabajo hubiera conocido su secreto. Lea hizo un barrido panorámico, ubicando a los futuros juniors sentados en los sofás frente al

l alquiler desp

co, Lea se dijo que era una mala idea, que no tenía ni pies ni cabeza y que no estaba preparada para destrozar la carrera de un aspirante haciéndole eso. Tal ve

lquier cosa. No era muy difícil en ese sentido. Aunque tampoco podía ser demasiado guapa, porq

r ti?», se regañó. Pensó en olvidarlo, pero al ver que Jesse pasa

descubría lo que le gustab

ujer guapa no muy interesada en mirar co

o asociada, y el señor Miranda me eligió para ser su... abogada auxiliar. Sé que esto va a sonar raro —continuó, ba

enos un abuelo o abuela. Era curioso cómo era todo artificio —no sabía si llevaba lentillas, pero el pelo lo tenía teñido de rojo, se ha

¿es una especie de prueba para los aspirantes o hay alguna cámara oculta? Porque las cámaras me hacen gord

ueno, estaba un paso más cerca, eso ya era algo... y Jesse seguía tonteando con l

no, n

ocado a mi jefe y el contenido

jas. Lea se fijaba en esas cosas: las mujer

orque me ha pasado muchas veces. Pregúntale si le gusta

mordió el labio, ignorando el «¿qué era?» explícito en la mirada de

s venido porque, como va a hacerme una entrevista, a lo mejor puedo distraerlo e inclus

a de que su contraseña sería el nombre de su perro y una serie numérica, probablemente los doscientos quince puntos que anotó

ses que no mirara el ordenador en la próxima med

r qué no hablas con el informático del bufete? Debe tener todas las contraseñas de todos los

illa se le encendió de nuevo. A final del día acabaría

riendo la puerta e hizo un gesto para que entrase el siguiente. La tal Otto miró su reloj de pulsera y le guiñó un ojo

ejor y cogió el móvil personal; quién sabía si Jesse no aprovechaba que no podía verlo para volver a inmiscuirse en sus conversacio

ino. El maravilloso y encantador Humphrey —solo lo llamaban así porque se parecía a Bogart— que aporrearía su puerta hasta echarla abajo si se lo pedía

y la dejó sola en la línea mien

algo así dijo Shan cuando el vecino interrumpió sus dulces s

trata te ha elegido para protagonizar el próximo escándalo patriarcal voy a meterte este tenedor de plá

ho peor —cortó, aligerando—. Peligra

toda

hackees un cor

nteresante de la historia para jugar a piedra, papel y ti

il, hazlo y vuelves

tra casa. ¿Le has mandado al casero un virus? O peor: ¿una de esas cadenas de «si no l

os para lograrlo. Me he equivocado enviando un e-mail y si l

anda que te respete, no me refería a que le llamaras ca

es de que lo vea, ¿me entiendes? No solo me despedirá, sino que seré el hazmerreír. Jesse Miranda no es muy discreto cuando algo le hace g

te lo r

rogar. Vivo de

tado más peso de encima con esas palabr

esita

randa haya utilizado para usar el cor

iblioteca. Sí, de hecho, sí

administrador de utilidades. Sería más fácil hacerlo desde allí, no tendría que hackear un ordenador entero, pero

suyo en casa, como si esperase que en la pantalla apareciesen las palabras «tu culo está a salvo» y apretando el teléfono contra la oreja sudorosa. Más le

lparla en el futuro

¡¡¿Contigo de protagonista?!!! ¡¡¡CON EL JODIDO JESSE!!! —gritó Shan diecisiete m

o, aún no entiendo cómo os gustan los cerdos que no os valoran. Santo Dios..

ejillas coloradas. En realidad, eso era

evadía y podía ser algo más que la empollona.

aría cual

sado en mandarlo a algún concurso de

s borra

do el documento y lo he archivado en mi carpeta

spalda donde debería estar su trasero, y se puso una mano en el corazón—. Me da igual

explorar su sexualidad y estoy preparada para escribir artículos algo más picante

nes

. Se equivocaba al suponer que Shan sería la única

más, Sha

Un año y medio de fantasías daba para mucho. Bueno,

ibía guarrerías sobre Jesse Miranda tenien

cido. Joey la dejó porque leyó uno de los

keo tu ordenador

oder, Galilea. ¿Cuánto llevas sin follar?

todo en la vida es a

des que vives con una persona que tiene cuadros depresivos. El sexo, la comid

no sé qué decirte cuando banalizas cualquier enfermed

e dejo, voy a ver si me tiro al nuevo del rol en ficción. Es una mascarada vampírica y

oro de Harry Potte

bu

Lea. Deberías animarte. No pierdes nada. Y al día siguiente no tienes de lo que preocuparte, porque se levantará en cuanto h

jo, creo que me sient

in esperar

ra lo bastante guapa para ligar en bares, y si fuera a la discoteca a intentarlo, tal vez lo conseguiría, pero no podría disfrutar la victoria del orgasmo por andar demasiado pedo. Lea no sabía dónde estaban los lím

ahí, «algún día se reiría de eso». Ese día no era aquel, ni lo sería mañana. Dudaba de que fuera a reírse de algo

umento de Word como si fuese algo divertido, algo para matar el tiempo cuando, en realidad, no estaba feliz con ello. Lea

que volar hacía mucho tiempo. Debería haberle rogado a Joey que se quedara, que hiciera caso omiso de su devaneo erótico. El sexo c

lía nadie más. Imaginaba que era algo que estaba en su ADN. No que le fuesen pelir

o, sino que las deseaba con mayor intensidad. Tampoco eran metas o sueños. Era lo que ella pensaba que llenaría un hueco. Un hueco, ¿de qué? Quizá de inseguridad. Probablemente quisiera in

te activa. La suma era bastante sencilla. Pero como lo de Jesse no iba a ninguna pa

Velour iba a encontrar a otr

origen de los gemidos. El estómago se le revolvió al pensar que tal vez se estaba volviend

, má

.. S

lguien lo pasaba bien. Mal por otro. Alguien lo

ga. ¿Qué iban a saber ellos? Pues tendrían que saberlo si planeaban acostarse en

unque le sonaba, le costaría mucho más reconocerla, mientras que el hombre era una cara conocida. Conocida a med

de no pensaba quedarse, por supuesto. El gerente estaba teniendo un momento apasionado e íntimo y ella no debía verlo. Pero no se movió

ormes. ¡Enormes...! Las suyas no eran

mordió el labio y entrecerró los ojos para captar el espectáculo al detalle. Conocía a la chica. Había hablado un par de veces con ella. No recordaba su nombre. ¿Mia, quizá...? Daba igua

calle y conocer a alguien interesante. Su estado actual era lamentable. Pero era el que era, y le sacó provecho desabrochando dos botones más. Metió las manos —que ahora eran de Caleb Le

Y muy cachonda. Quería tocarse allí

ta vienen aquí. Esta parte del

ó las manos del sujetador tan rápido como pudo y se giró

nen aquí a hacer lo que

me conviene que dejen de venir, a

tantería y la miró con una sonrisa ladin

é no te

nte más permisivo, lo que significa que puedo hacer lo que

los ojos

haciéndolo. Y yo normalment

a—. Te lo juro. Se me había metido una miga d

añana. ¿O llevas con la miga de pan escondida desd

ro porque me sorprende ver a Leighton así. Y yo, p

venir? Tengo todo el derecho a estar aquí y me gusta el porno romántico. El otro me parece muy forzado. Las cintas caseras de

r Dios, si Jesse Miranda no era sexy masturbándose, no podía imaginarse qué lo sería. En su fantasía pasajera se vio a sí m

eza, tal vez capt

que hablemos de e

tus padres decidieron hacer lo mismo que Leighton y mini San

ndo en horario laboral, cuando

a buscarte para practicar y me han dicho que estabas aquí, y... —Sonrió de lado—. Sí, aq

sto —acotó con voz temblorosa—. ¿No

sco. Con lo tiquismiquis que es, se lavará diez veces al día. Por eso se acuesta con su novia en el archivo: es tan limpio que

ella. Ya. Justo en es

mi cubículo —dijo—. Voy a vo

o —comentó, sorprendiéndola—. Estas

stómago hecho un nudo. Cuando le tocó cruzar por la parte de la galería p

duro de pelar. Ya tenía mate

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