Desatar a la bestia
ítu
con «G»
olverlos, ¿entiendes? -explicó Jesse en tono cándido. Se sentó en las escaleras del porche de la casa y puso los brazos en jarras-. Esto no es exacta
ino el susodicho, levantan
perfectamente, y justo hoy decides ridiculizarme. ¿En qué clase de perso
rta en «un tipo de persona» no es u
ia su amigo con l
de mearse de ilusión cada vez que me ve llegar a casa. Quedamos en que si dejaba de hace
a marca registrada, por darte una calurosa bienvenida. Ya m
mirando al gran collie de pelo largo-. No trabajo tanto como para que la espera te parezca dolorosa, y vas al apart
e sea la última vez. Si tienes que mear en
Se regodeó Wentworth-. ¿Me vas a dejar pasar y
ra preten
ú prefier
. O... No, era mejor dejarlo en un perro. Prozac era todo un señor, no como Wentworth,
le olvidaba cerrar. De hecho, se le llevaba olvidando desde que le dieron su primer manojo de llaves. Y nunca habían entrado a robar, así que, ¿por qué tanto revuelo? Es decir... Era
nadie le daba la misma importancia que él. La discografía de Johnny Cash estaba pertinentemente escondida. Así que... ¿qué iban a robar? ¿La tele de plasma? ¿La alfombra persa traída por Marc de uno de los innumerables
la limonada que hacía la madre de Went, el verdadero amor de la vida de Jesse. Ese día Marc no había hecho acto de presencia porque estaba trabajando fuera de horario -¡qué sorpresa!-, pero era difícil echarlo de menos cua
a cazó e
que te pusi
e regalarle la barrita a Prozac. Jesse silbó sonoramente y cha
día al veterinario y ha dicho que
dor hacia la isla. Se sentó frente a Jesse, con la barra separándolos, y examinó la galleta como si
imposible, como el Atlético de Madrid ganando la liga de fútbol eu
Wentworth no hubiera picado ante
es contrariar... -dejó caer- cuando tienes u
marco está ahí por un motivo estratégico, y Tori tiene otro mío en su salón.
e Tori en su salón también s
rpo -repuso, apoyando las manos sobre la barra. Emuló la postura
onrió con p
es un poco excesivo se
o un portarretratos para pasarlo mal. Cuando quiero llorar por Victoria, busco su número de
l -señaló, apuntándolo con
acer humor. La mayoría de las veces exagero. Tori está bien y yo también. El que peor lo pasa es Prozac, que no entiende todavía por qué papá y mamá se han separado. Ya le he explicado que
uien te tra
os vernos tan a menudo». Debería habérselo pensado mejor cuando decidió qu
una carcajada de
no te abres una cuenta en alguna página web de citas? Se encuentra gente
a una cena con la mujer barbuda o con una señora de edad que jugaba a
ala que se me cruce. Y lo siento, pero no me voy a arriesgar a enamorarme de una octogenaria.
sos. Ahí gustas a todo el mundo, seas como
ripción hace
y no puedo salir a los bares a medir el terreno, de ahí que haga el trabajo por Internet y desde ca
ás de
e suele
rada. Me pasó una foto suya y no estaba nada mal. Las prefiero exótic
ecesitas que te ayude a
estaba desesperada es que estaba muy de
ngió est
lofriante. -Hizo una mueca, conteniendo la risa-. ¿Qué es tan malo?
omeando. Por eso cada vez que me abre conversación una mujer que parece atractiva y le pone demasiado interés a pillar carnaza, desconfío. He re
oblema? ¿Temes no estar a
ndo no dicen su Faceboo
época adolescente. O a lo
e los que están en la web y no dan su número o datos personales están mintiendo. Y
No sabes quién es, ¿no? Ganó All Stars 3, una especie de spin-off de RuPaul's Drag Rac
iendo una conv
la mesa con el canto de la lata-. ¿Qué consejo esperas que te dé? Si no quieres arriesgarte, cancela la cita y de
eto a hacer algo,
horas de la quedada
on quien hablar de Drag Race
e das una vuelta, te aseguras de que la mujer con la que he quedado no es un cra
s la cena sea guapa o fea, ¿no? Went, a las mujeres no
er,
ostora? Venga, Jesse, me lo debes. Por aq
quieres lo mejor para tus amigas y no hay otro como yo. Sí, ¿por qué no? Vayamos al restaurante.
h dio un
está
*
jo para arreglarse la barba era una de las pocas cosas en común que tenían Jesse y Wentworth. La cita era, supuestamente, a las siete. Eran l
dar? -espetó Wentworth
de mujer. Se miró al espejo y guiñó un ojo-. Mira que eres
rando los tej
o es tirar los tejos, sino recordarle que des
xactamente
nado con él, tanto que tenía claro que en otra vida fue peluquero. En esta le habían
nas? El terror de la
os los días. Cualquier excusa valía salvo la presión social que le empujaba a llevarlo corto, como «todo hombre digno de llamarse hombre», o algo así decía su padre. Pero al final no pudo dejárselo como siempre soñó, y de ahí t
ta y combinó unos vaqueros con una camiseta negra en
dijo Went al verlo salir-. ¿Has
te glamour para el
se hace plenos. -Y se rio de su propio chiste-. Espera, no lo habrás
egamos veinte minutos tarde, aunque no me ha en
culo... que diga... la nariz. ¿Sabes de
gracia, porque hago chistes
culo de lo que quieras que no pienso hacer nada a
r esta noche. Vas a tener que reservarme
de la otra vez, ¿no? -Jesse asintió con cara de fingida tristeza
oner pop petardo del 2000? Wentworth puso los ojos en blanco y ocupó el asiento del piloto. Jesse se despidió de Prozac lanzando un beso y se tiró sobre el del copiloto, recordando lo mucho que odiaba los coches. Aquel en conc
gunto por la mesa reservada por Maine Wentworth, me
to. No muy difícil para un cer
e le llamaran imbécil. Solían darlo por hecho: era estúpido porque siempre estaba de buen humor y parecía que no se tomaba nada en serio. Afortunadamente, nadie solía meterse con él en ese se
ado cerebro desde que entró, pero le cayó tan mal en cuanto abrió la boca que decidió que tendría que currárselo. No era el tipo de persona con el que salía. Galilea era muy seria, n
aba tensiones innecesarias. Así pues, optó por lo fácil: darle a Galilea lo que pedía y que él llevaba mucho tiempo queriendo ofrecer. Un poco de ese r
a gente, sobre todo si cambiaba su opinión para bien. Quienes no se equivocaban le daba
Jesse asomó la cabeza por la ventanilla. Su amigo no había escatimado en gastos: era
es el
ha estado hablando por el
verías RuPaul... -susp
s mi p
que te vaya muy m
ado que sostenía una lista de clientes justo al margen
o menos habría dedicado el viaje a ha
ombre de Mai
r aquí,
nte. Si se limitara a señalarme
r; la encontrará a mano derecha. Solo hay tres mesas con dos silla
a que esperaba a solas en el cuadrante que el encargado le señaló. Tuvo que hacer un círculo muy tonto por la otra parte para que no lo pillase observándola
uego recordó que su amigo no solía valorar esas cosas y reanudó la marcha de puntillas. Un par de familias empezaron a señalarlo por el espectáculo que estaba dando, empezando por su ropa y su pelo
ndida; se sentía insegura respecto a lo que iba a hacer y le preocupaba haberse equivocado. No lo hacía a menudo, estaba claro. La
ndo la mujer levantó la barbilla y se giró hacia la puerta. Quizá fuera por el asombroso impacto, porque resulta
do con ojos de color indefinido. El cuerpo era ya otra cosa. Hacía unos días que había comprobado en directo lo que su camisa de señorita
rises, para empezar. Ni que la
tos le habría mandado a Wentworth y qué conversaciones tuvieron para que su amigo hubiese llegado a la conclusión de que estaba desesperada. No era divertido reírse
el restaurante con la excusa
Jesse se tomó su tiempo para apoyar
a y lo miró con
o que no he visto algo tan espantoso en todos l
ablas? ¿Pa
en que se te ocurrió mandarme antes, porque no te imaginaba tratando a ese cranco. Habrías ten
peso que me has quitado de
una peluca. No me he at
onces supongo que pas
nías un
McDonald's y... Vale, me has pillado: l
amabicho. Yo soy la fuente de ensalada entrante, y que sepa
que arrancase-. Vo
certe la d
r mi pobre corazón como pueda. Pasaré la noche viendo ada
en s
me envías flores. Wentworth puso los
desapareció del aparcamiento tan rápido q
luchaba
o asegurado de que Wentworth había doblado la esquina, giró
idar la pareja, señor?
l coche a por los
lo en estableci
r el paso al ver que Galilea se ponía de pie a trompicones, bastante afectada por
a. Se colocó delante de ella y arrastró la silla haciendo todo el ruido que pudo. Así
eres
, he tenido un prob