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Desatar a la bestia

Capítulo 4 4

Palabras:4379    |    Actualizado en: 08/02/2023

ítu

con «G»

olverlos, ¿entiendes? —explicó Jesse en tono cándido. Se sentó en las escaleras del porche de la casa y puso los brazos en jarras—. Esto no es exacta

ino el susodicho, levantan

perfectamente, y justo hoy decides ridiculizarme. ¿En qué clase de perso

rta en «un tipo de persona» no es u

ia su amigo con l

de mearse de ilusión cada vez que me ve llegar a casa. Quedamos en que si dejaba de hace

a marca registrada, por darte una calurosa bienvenida. Ya m

mirando al gran collie de pelo largo—. No trabajo tanto como para que la espera te parezca dolorosa, y vas al apart

e sea la última vez. Si tienes que mear en

Se regodeó Wentworth—. ¿Me vas a dejar pasar y

ra preten

ú prefier

. O... No, era mejor dejarlo en un perro. Prozac era todo un señor, no como Wentworth,

le olvidaba cerrar. De hecho, se le llevaba olvidando desde que le dieron su primer manojo de llaves. Y nunca habían entrado a robar, así que, ¿por qué tanto revuelo? Es decir... Era

nadie le daba la misma importancia que él. La discografía de Johnny Cash estaba pertinentemente escondida. Así que... ¿qué iban a robar? ¿La tele de plasma? ¿La alfombra persa traída por Marc de uno de los innumerables

la limonada que hacía la madre de Went, el verdadero amor de la vida de Jesse. Ese día Marc no había hecho acto de presencia porque estaba trabajando fuera de horario —¡qué sorpresa!—, pero era difícil echarlo de menos cua

a cazó e

que te pusi

e regalarle la barrita a Prozac. Jesse silbó sonoramente y cha

día al veterinario y ha dicho que

dor hacia la isla. Se sentó frente a Jesse, con la barra separándolos, y examinó la galleta como si

imposible, como el Atlético de Madrid ganando la liga de fútbol eu

Wentworth no hubiera picado ante

es contrariar... —dejó caer— cuando tienes u

marco está ahí por un motivo estratégico, y Tori tiene otro mío en su salón.

e Tori en su salón también s

rpo —repuso, apoyando las manos sobre la barra. Emuló la postura

onrió con p

es un poco excesivo se

o un portarretratos para pasarlo mal. Cuando quiero llorar por Victoria, busco su número de

l —señaló, apuntándolo con

acer humor. La mayoría de las veces exagero. Tori está bien y yo también. El que peor lo pasa es Prozac, que no entiende todavía por qué papá y mamá se han separado. Ya le he explicado que

uien te tra

os vernos tan a menudo». Debería habérselo pensado mejor cuando decidió qu

una carcajada de

no te abres una cuenta en alguna página web de citas? Se encuentra gente

a una cena con la mujer barbuda o con una señora de edad que jugaba a

ala que se me cruce. Y lo siento, pero no me voy a arriesgar a enamorarme de una octogenaria.

sos. Ahí gustas a todo el mundo, seas como

ripción hace

y no puedo salir a los bares a medir el terreno, de ahí que haga el trabajo por Internet y desde ca

ás de

e suele

rada. Me pasó una foto suya y no estaba nada mal. Las prefiero exótic

ecesitas que te ayude a

estaba desesperada es que estaba muy de

ngió est

lofriante. —Hizo una mueca, conteniendo la risa—. ¿Qué es tan malo?

omeando. Por eso cada vez que me abre conversación una mujer que parece atractiva y le pone demasiado interés a pillar carnaza, desconfío. He re

oblema? ¿Temes no estar a

ndo no dicen su Faceboo

época adolescente. O a lo

e los que están en la web y no dan su número o datos personales están mintiendo. Y

No sabes quién es, ¿no? Ganó All Stars 3, una especie de spin-off de RuPaul’s Drag Rac

iendo una conv

la mesa con el canto de la lata—. ¿Qué consejo esperas que te dé? Si no quieres arriesgarte, cancela la cita y de

eto a hacer algo,

horas de la quedada

on quien hablar de Drag Race

e das una vuelta, te aseguras de que la mujer con la que he quedado no es un cra

s la cena sea guapa o fea, ¿no? Went, a las mujeres no

er,

ostora? Venga, Jesse, me lo debes. Por aq

quieres lo mejor para tus amigas y no hay otro como yo. Sí, ¿por qué no? Vayamos al restaurante.

h dio un

está

*

jo para arreglarse la barba era una de las pocas cosas en común que tenían Jesse y Wentworth. La cita era, supuestamente, a las siete. Eran l

dar? —espetó Wentworth

de mujer. Se miró al espejo y guiñó un ojo—. Mira que eres

rando los tej

o es tirar los tejos, sino recordarle que des

xactamente

nado con él, tanto que tenía claro que en otra vida fue peluquero. En esta le habían

nas? El terror de la

os los días. Cualquier excusa valía salvo la presión social que le empujaba a llevarlo corto, como «todo hombre digno de llamarse hombre», o algo así decía su padre. Pero al final no pudo dejárselo como siempre soñó, y de ahí t

ta y combinó unos vaqueros con una camiseta negra en

dijo Went al verlo salir—. ¿Has

te glamour para el

se hace plenos. —Y se rio de su propio chiste—. Espera, no lo habrás

egamos veinte minutos tarde, aunque no me ha en

culo... que diga... la nariz. ¿Sabes de

gracia, porque hago chistes

culo de lo que quieras que no pienso hacer nada a

r esta noche. Vas a tener que reservarme

de la otra vez, ¿no? —Jesse asintió con cara de fingida tristeza

oner pop petardo del 2000? Wentworth puso los ojos en blanco y ocupó el asiento del piloto. Jesse se despidió de Prozac lanzando un beso y se tiró sobre el del copiloto, recordando lo mucho que odiaba los coches. Aquel en conc

gunto por la mesa reservada por Maine Wentworth, me

to. No muy difícil para un cer

e le llamaran imbécil. Solían darlo por hecho: era estúpido porque siempre estaba de buen humor y parecía que no se tomaba nada en serio. Afortunadamente, nadie solía meterse con él en ese se

ado cerebro desde que entró, pero le cayó tan mal en cuanto abrió la boca que decidió que tendría que currárselo. No era el tipo de persona con el que salía. Galilea era muy seria, n

aba tensiones innecesarias. Así pues, optó por lo fácil: darle a Galilea lo que pedía y que él llevaba mucho tiempo queriendo ofrecer. Un poco de ese r

a gente, sobre todo si cambiaba su opinión para bien. Quienes no se equivocaban le daba

Jesse asomó la cabeza por la ventanilla. Su amigo no había escatimado en gastos: era

es el

ha estado hablando por el

verías RuPaul... —susp

s mi p

que te vaya muy m

ado que sostenía una lista de clientes justo al margen

o menos habría dedicado el viaje a ha

ombre de Mai

r aquí,

nte. Si se limitara a señalarme

r; la encontrará a mano derecha. Solo hay tres mesas con dos silla

a que esperaba a solas en el cuadrante que el encargado le señaló. Tuvo que hacer un círculo muy tonto por la otra parte para que no lo pillase observándola

uego recordó que su amigo no solía valorar esas cosas y reanudó la marcha de puntillas. Un par de familias empezaron a señalarlo por el espectáculo que estaba dando, empezando por su ropa y su pelo

ndida; se sentía insegura respecto a lo que iba a hacer y le preocupaba haberse equivocado. No lo hacía a menudo, estaba claro. La

ndo la mujer levantó la barbilla y se giró hacia la puerta. Quizá fuera por el asombroso impacto, porque resulta

do con ojos de color indefinido. El cuerpo era ya otra cosa. Hacía unos días que había comprobado en directo lo que su camisa de señorita

rises, para empezar. Ni que la

tos le habría mandado a Wentworth y qué conversaciones tuvieron para que su amigo hubiese llegado a la conclusión de que estaba desesperada. No era divertido reírse

el restaurante con la excusa

Jesse se tomó su tiempo para apoyar

a y lo miró con

o que no he visto algo tan espantoso en todos l

ablas? ¿Pa

en que se te ocurrió mandarme antes, porque no te imaginaba tratando a ese cranco. Habrías ten

peso que me has quitado de

una peluca. No me he at

onces supongo que pas

nías un

McDonald’s y... Vale, me has pillado: l

amabicho. Yo soy la fuente de ensalada entrante, y que sepa

que arrancase—. Vo

certe la d

r mi pobre corazón como pueda. Pasaré la noche viendo ada

en s

me envías flores. Wentworth puso los

desapareció del aparcamiento tan rápido q

luchaba

o asegurado de que Wentworth había doblado la esquina, giró

idar la pareja, señor?

l coche a por los

lo en estableci

r el paso al ver que Galilea se ponía de pie a trompicones, bastante afectada por

a. Se colocó delante de ella y arrastró la silla haciendo todo el ruido que pudo. Así

eres

, he tenido un prob

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