Seduciendo a mi enemiga
osera y despectiva. Le falté el respeto a uno de los ejecutivos más importantes de esta empresa como nunca me atreví a hacerlo con nadie más. Y nada más y nad
a. Respiro profundo y trato de calmarme. No es la única ocasión en la que alguien de mi entorn
corrido, él me llevaría a ella. Lo más conveniente es que me calme, solo así podré pensar con coherencia. Miro en todas direcciones y me doy cu
ar al señor Evans. No tengo idea del lugar en el que está ubicada mi oficina y nadie mejo
presa! ―menciona con demasiada emoci
omo idiota―. Disculpe, necesito de su ayuda ―le explico―. Esto
rante algunos segun
ecorrido por las instalaciones
a! ¡Qué v
irarse de urgencia y yo insistí en seguir sola con el recorrido, pero olvidé preguntárselo ―espero que crea esta men
silla cuando la arrastra y se levanta de ella―. Gran error de mi parte ―asume la culpa cuando en realidad es mía y en
señor Evans, y disculpe la
rar un poco las piernas ―lo escucho reír―. Indíqueme en qué lu
ared y suministro la in
compras, en el mismo piso
escucho el instante en que su puerta se abre y luego vuelve a
*
as la de Ethan. Una vez que este se detiene en el último nivel, las puertas se abren y quedo deslumbrada por el intimidante vestíbulo que nos recibe en prim
privadas por un sólido y elegante mostrador de madera maciza con detalles en acero inoxidab
s saluda a ambos de manera muy profesional―,
sa acompaña sus g
cias, eres
n emoción―, puede llamarme cada vez
scilla, estoy segura que encon
los altos ejecutivos. A final del corredor la oficina del presidente, flanqueada por dos más que están ubicadas a pocos metros de esta
puedas deshacerte de tu
ta Kent, esta ser
señor Evans abre la puerta y me invita a entrar. El espacio es in
egún sea su preferencia. En tal caso, puede comunicarse con el departamento de di
sito cambiar nada, porque estoy m
pondo conforme―, todo es
decoración y en cada objeto situado c
otocopiado, al otro lado del corredor principal ―señala con su pulgar hacia atrás―, preparando algunos documentos importantes para usted ―expli
u área, esperando p
de cabellera rojiza entra de forma apresurada a punto de atropellarlo en su afán. S
decir ―aclara su garga
re el puente de su nariz. Me gusta
asa adelante y toma
r detrás de m
ando lo requiera, para eso estoy aquí... ¿No es cierto? Bueno... ―vuelve a aclarar su garganta―. Este... ¿Puedo traerle una taza de café o de
ede esperar ―niego con la cabeza―, mis gustos no son tan particulares. Además,
enviar al chico de los mandados al café que está justo en la acera del frente ―explica interesada―. Aunque déjeme decirle, e
en a toda revolución, pero me encant
endo el computador―. Trae todo el material que estuviste preparando
ca de lo que acabo de pedirle. Hay tanto trabajo por hacer que
*
ción. Es más que buena y eficiente en lo que hace. Gracias a ella,
a mi móvil. Por el tono de la melodía sé de inme
a, c
esta a la mañana tan atareada que he tenid
o... ¿Un dí
idente
oro por los cuernos ―le digo, satisfecha―. En poc
sonreír al otro
una mujer maravillosa, reconozco esa gran capacidad que tienes pa
co su f
de aliento ―sonrío contenta―, ahora me mu
ido por completo lo que pasó a pri
azo al reloj que está sobre el escritorio y noto que solo faltan veinte minutos para el mediodía―. Puedo pasar a bus
cielo ―suelto emocionada―. Te e
mismo instante suenan un
ela
ome para salir de la oficina y
rme que su jefe no estará disponible para la reunión pautada con usted para es
ste en fastid
o el motivo de
ero verme alterada cuando
idido retirarse luego de la reunión. Dio por concluidas sus acti
rmitírselo. Le voy a enseñar que él no es el único que toma las decisiones en esta empres
rme que no estoy dispuesta a aceptar ningún cambio en mi agenda sin que haya un motivo de peso para ello ―esta ser
resión confusa, pudiera
sto, le comunicaré de in
Ethan Callaway, en su sitio.