Seduciendo a mi enemiga
nte nueva directora ejecutiva de la empresa; está a punto de hacer su aparición. Todos los empleados han sido con
la arpía que clavó sus garras en mis pelotas y las hizo trizas. Mi pierna derecha revota una y otra vez de manera inquieta mientras espero a que la fulana jefa aparezca. Observo el reloj y constat
ecutiva de Sutton International Design. Aún después de todo este tiempo sigue revolviéndome las tripas. Ni la hiedra venenosa provocaría tanta irritación como la que me produjo el repentino anuncio. Estaba reacio a creer que el cargo por el que estuve trabajando
strozar toda mi oficina al ver el mensaje en la pantalla del ordenador, que, para el mayor de todos mis males; se quedó colgado como un recordatorio a la dolorosa realidad que estaba viviendo. Fue como una b
ira con lentitud. Todas las cabezas giran al unísono y centran su atenció
s especiales como esta. Ruedo los ojos, no hay una maldita ocasión especial en lo que a mí respecta. Pero lo más molesto del asunto, es esa arrogante e insoportable sonrisa ensayada que lleva dibujada en su boca y que divide su rostro en dos mitades perfectas; l
su atractiva presencia. Su fragancia es la primera en esparcirse por toda la sala como una poderosa poción mági
nolo Blahnik, que van atados a sus finos tobillos con unas delicadas cintas de raso. Desplazo la mirada y me quedo perplejo con ese hermoso cuerpo de sirena que va cubierto con un elegante y discreto traje ejecutivo que abraza sus sinuosas curvas como
sa es tan tersa que parece hecha de porcelana y ese precioso rostro acorazonado es realzado por un fascinante par de ojos color celeste intenso en forma de almendra, que te atrapa
bista es un arma de destrucción masiva de la que cualquier hombre debe cuidarse. He de tener precaución con esa atracción irresistible y
Samuel, da inicio a
tora ejecutiva de la empresa ―aquella última frase me cae como una patada directa al estómago―, y, de igual manera, la fecha en que estaría asumiendo el mando y control de nuestras operaciones. Así que ―vuelve a mostrar esa ridícul
o de los presentes se pone de pie para conocer y darle la calurosa bienvenida a la nueva jefa. Los muy traicioneros se acercan a ella para estrechar su mano y darle un cordial recibimiento como si la usurpadora ya fuera parte de la familia ―malditos lambiscones―. Soy ajeno a la algarabía de todos mis compañeros. Me mantengo indiferente a lo que suced
Debe verme como un adversario con el cual debe tener mucho cuidado, porque estoy dispuesto a dar dura pelea para recuperar lo que me pertenece
lante de todos para ofrecer unas breves palabras de
tarán dirigidos a lograr que nuestra empresa siga siendo la mejor del país ―bla, bla, bla, bla―. Trabajaré para que los altos estándares de servicio y calidad sea
lar tras su discurso, al mismo tiempo en que la puerta se abre una vez más. Anderson Sutton, dueño de la
n placer para mí conocerte por fin en persona. Me han hablado muy bien de ti y tus credenciales no hacen más que demostrar
cara de la hermosa arpía como r
n mi vida profesional ―ruedo los ojos al escuchar esa repetitiva frase cliché―. Demostraré que no se han equivocado al elegirme ―sonríe con dulzura y piensa que con ello puede conquistarlos a todos―, esto
llegada, cree que con sus halagos tendrá en saco a todos los directivos