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Destino. Amor y Oscuridad

Capítulo 4 EDWARD - ELXIR DE VIDA

Palabras:1129    |    Actualizado en: 14/01/2023

a su encuentro, no la notaba intimidada con su presencia y eso lo había cautivado. Era involuntaria su acción de seguirla, quería saber más de ella quien era, donde viv

laba, trepaba los árboles, todo

otectora; y justo ahí en ese estado entre despiertas y dormidas las acariciaba suavemente con sus manos más frías que la nieve, ellas por si mismas se iban recostando en su hombro y él tomaba de la vena palpitante de su cuello el alimento que necesitaba. Se saboreaba y disfrutaba del olor exuberante de la sangre que salía de ellas. Se extasiaba en su fragancia y sabor,

rte de la casa desde las ventanas principales hasta la puerta principal, guardaba de forma ágil los objetos que podía observar a través de los cristales, pudo reconocer la cocina, la sala y la decoración de época barroca en las paredes prin

cima de su manta color café y sin cambiarse de ropa meditaba en sus ma

las flores y dejo que su aroma quedara impregnado en todo su ser. Tocaba las paredes de la casa para

eras de la casa de Antonia. Recordaba sus mejores años, su hermandad, cuando dominaban el mundo y no importaba lo que un humano pudiera pensar de ellos, era insignificante su punto de vista, solo eran melodía de sangre a sus oídos y manjares exquisitos para su paladar

go en su botella. Escuchaba las risas y las conversaciones vagas del lugar mientras que el licor calentaba su cuerpo y los tragos poco a poco iban causando efecto en su cabeza. Edward quería una presa para esa noche, ya no le importaba ese juram

a una mujer vulgar a medio vestir igual o peor de sucia que el hombre que la acompañaba, sin embargo, no estaban tan alicorada como su acompañante. A Edward le gustó la escena le pareció un poco bizarra, pero la disfrutaba y alumbrado por la llama soltó una carcajada larga y tenebrosa que retumb

encendieron eran solo fuego lo que visualizaba en su retina, mostró sus colmillos blancos, largos y afilados y la luna plata y grande adornaba el paisaje posándose en el alto firmamento, alumbrando esa vena cálida y pesada para Edward. la tomó en sus brazos, la acaricio suavemente y dejo salir su aroma de los poros de su piel para adormecerla un poco, luego int

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