Destino. Amor y Oscuridad
DEPRESI
ia lo daba por hecho desd
blados solo le permitÃan recordar la escena de aquel domingo en donde su padre JoaquÃn tuvo que ser fuerte e internar a su m
es sobresaliente en su grupo, es alta, sus ojos color marrón, su piel m
ero no podÃa acostumbrarse porque eso significarÃa morir. SabÃa que muy probablemente algún dÃa ella también estarÃa en la misma posición de su madre y eso
osiciones de arte y cada vez llegaban más inte
mejor amiga, la saludaba c
se sentÃa reconfortante al
importante
Pregunto Antonia con el co
ud de intercambio, me vo
si la noticia la alegraba o
era en saberlo, sabes cuan
serás de las mejores – Antonia no sabia
tica te hace tan
s que dirán cu
onmigo, tendré que
voy a
o venir conmigo –
ue no pue
oy? tu cara esta más
o, de miedo. – Antonia sabÃa que Marta no sabrÃa que decir y buscarÃa como despedir
rta, sé que lo mejor en e
se por lo menos solo un instante pensó Anton
olo búscame cuando te sientas mejor – lo dijo rápidamente para
onia disimulando su f
de estado de ánimo podÃan hablar, salir disfrutar juntas una tarde de chicas, reÃr a carcajadas con los temas graciosos que a marta se le ocurrÃan
pesadillas se su subconsciente se apoderó de ella y la hicieron despertar rápidamente. Decidió no luchar más
blemas para conciliar
r un poco – la verdad es que l
uenta del cansancio de su padre, era evidente que es
o esta
riño, el psiquiatra ha dobla
irá int
riño, al menos unas
igual que su padre que trataba de contener el llanto para ser fuerte ante ella; au
contarte alg
cutieron? ¿Paso al
va de
ás el llanto y sus lágrima
mpañÃa. Antonia querÃa gritar, no aguantaba más con todo lo que guardaba entre su pecho, pero logro contener sus emociones y limpiarse rápidamente sus l
a ayudar, sacarla del sueño eterno de su mente, tal vez viéndome recordarÃa po
che, la hora en que Antonia
más tard
- le dijo
zul oscuro profundo y se podÃa apreciar una noche hermosa estrellada, sin embargo, la luna l
se sentÃa acompañada de la hierba y pájaros que se escuchaban tÃmidamente cantar en la noche. Al llegar a la cima Antonia se sentaba en la piedra más grande que le permitÃa ver el horizonte y contemplar toda la ciudad desde lo alto. La luna se sentÃa más cerca en aquel lugar y brindaba un rayo inusual en uno de sus arbustos, Antonia se quedó mirándolo fijamente, pero de repente algo se movió. Se asusto, su corazón empezó a latir con fuerza nunca habÃa sentido otra presencia allà en lo alto de la montaña, pero decidió acercase un poco más, tal vez era solo su mente jugándole una mala pasada. Vio la silueta de un hombre