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Desafiando al CEO

Capítulo 4 N.3 Alonzo.

Palabras:1059    |    Actualizado en: 11/01/2023

Artemis desde el otro lado de la habitación era provocado, intentando mantenerse frío y distancia, casi sin irrelevanci

cantidad de dinero sobre la mesa era impresionante, tres fajos de billetes listos

quedando ante Gianna mientras dejaba su vaso de whisky sobre l

r a casa, Alonzo. -avisó Artemis al tom

os de alcohol y algunas otras sustancias. -¡Yo no me voy! ¡He pagado por su esa mujer

ás que llamar una vez más a sus hombres, explicándole nuevamente a Alonzo el show q

encia en aquel mundo de mafia y dinero en el que ambos estaban, pero a

alancearse de lado a lado. -Pero esa mujer, -señaló

e aquel hombre, fuese aceptar su propuesta e irse a la cama con él. Porque lo único que qu

do, intentando sonar indiferente, -Puedes irte

hasta tomar los tres fajos de dinero y n

ndo señas para que Alonzo fuese sacado de allí, ter

, dejando a Franco, quien iba más dormido que des

Artemis, quien no quería desperdiciar ni un

crees

a terminado, pensé que podí

sofá frente a él mientras l

de su mano que inmediatamente llevaría hasta su boca. Inhalaría un

stan las personas limpias y justas, más cuando se trata de negocios, señorita Veratti. Cuéntame un po

lvidaba el dinero, no pasa nada, es el dueño, es el que manda. -informó. -Y siendo sincera, la primera vez qu

en éste lado del mundo, señorita Veratti. -aclaró. -Pero ahora dí

e lo odió. Soy independiente desde los veinte años. -aclaró. -Ya no hay n

stá soltera

un alma libre es más peligrosa que un arm

más peligrosa que un arma. -repitió. -¿Y por qué querría uste

inmensamente mientras se ponía de pie. -Lo siento,

treinta años,

hasta estirar su mano nuevamente.

besó con delicadeza. -Todo un placer, seño

ue quie

el señor Alonzo volverá por usted. Debe tener cuidado, es brusco y decidido c

s de billetes mientras le daba a Artemis una vista que lo enloq

abrió sus ojos y comenzó a burlarse de él, acercándose ha

ocería las palabras de mi h

asiento mientras pasaba sus manos por su barb

-avisó. -Pero es tan asombrosa como mister

sospechas ridículas!

por ser confiado, Franco. Aprende, a

to ver a las chicas bailar, beber, d

itó burlón su

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