El Gran Rey del Infierno
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erté, y seguÃa allà la noc
el con un cuidado casi teatral. Era diferente de la historia, era casi
se llevara a Calisto con él, no vi al rey durante muchos, muchos dÃas. Al menos hasta que, paseando por el j
reÃ
harÃa volver a sus brazos, porque Elaine podÃa darle algo que ella no podÃa
e le empujaba a s
mante del rey, del emperador de todo el inframundo. Nada más que eso, nada m
a única que era capaz de amar era a la madre de su hij
Calisto, porque entendÃa que el amor que sentÃa por su mujer, era también lo que causó su muerte y maldijo a
el cuerpo, un dolor débil que
onocido a su hijo y el niño, que era adorable y débil gracias a la antigua maldición, se habÃa apoderado del corazón de Elaine, abriendo las puertas del castillo para que la santa, la hija del Dios que deseaba la muerte d
cuánto no le habrÃa gusta
ocupo p
o me hizo añorar las mullidas mantas que se extendÃan por mi cama, pero sabÃa que, s
diendo la cara en la almohada,
a un
a un sueño y y
la mandÃbula -. Tengo que salir... hoy - dijo lentamente entre
responsabilidades y Azrael - mi pobrecito caÃdo -, siempre le arr
y sentà los dedos de Calist
vuelta, podÃa sentir
que estaba en mi cama era el rey de todos los infiernos, me habrÃa preguntado
nto salieron las palabras supe que no habÃa sido lo correcto
ontener la expresión que parecÃa
do la respuesta y vi que Calisto se volvÃa h
Me
iteralmente lo más tierno que habÃa presenciado nunca. Para una lectora como yo, fue como si me t
Extendà la mano en su dirección y vi
las como si diera lo mismo! Como si tuviera que trabajar, aunque eso me quite todo el
haber pensado, ¿era todo culpa suya que e
tan dulce como la de un amante sup
so
que Azrael
dà el
en su despacho y que siempre incumplÃa sus promesas. ¿Por qué? ¿Por qué tenÃa que convencer ahora a Calisto, el gran rey negro
ros -, al fin y al cabo, eres un goberna
bviamente
mirada, - siempre decÃas qu
h
ue por lo que pasó con Elaine
gitó el
el que se suponÃa que se habÃa metido cuando estaba al lado de Elaine. Porque probableme
s manos
orará de Elaine. N
de la historia para hacerlo. Incluso si yo - Asra -
nr
sbelto y delicado, bañado por las sombras que salÃan del sol negro, envuelto
de Calisto se clavaron en mÃ, deslicé la
é co