La vida secreta del Sr. Fitz
odrÃan terminar haciéndose daño. Al final, el cisne arisco aceptaba y se quebraba el cuello y morÃa, en un charco de sangre. El otro se iba volando y encontraba otro cisne
economÃa y periodismo, asà que ese dÃa no nos verÃamos. Me habÃa texteado varias veces en la noche anterior, pero me la pasé leyen
adilla. El esposo insistÃa, pero cuando le pidieron evidencia de que él lo habÃa pintado nada fue concluyente. La protagonista hasta tenÃa bocetos de lo que serÃa más tarde la pintura y el caso se desestimó. El marido intentó hundirla pero ella habÃa crecido como persona. No lo dejó, pero vivió para humillarlo y hacerle la vida imposible. Poco a poco, todos los aires de grandeza de él se disolvieron hasta que se convirtió en un hombre serio y responsable. Se habÃa enamorado
Ãa la redacción. Les dije que él mismo se encargarÃa de avergonzar a todo aquel que se la inventara, pues según sus
ismo, quieres escaparte de la clase
VestÃa una camisa a cuadros, muy ajustada, tanto que los botones podrÃan reventar en cualquier momento. No estaba pulcramente peinado como siempre, sino que llevaba el pelo alborotado con sus ondulaciones castañas. Se habÃa quitado la barba incipiente y ahora p
e, clase. Todos
en narrarnos su experiencia sexual? U
e. –Anna, señor –respondió ella al fin. –Anna –conrtinuó–. Por eso usted será la primera que le contará a un montón de extraños cómo fue su primera experiencia Ãntima. Me imagino que por su aspecto, con sus gafas transparentes sin graduación, su gorro en tiempos que no hace frÃo y sus blusas de cuello chino y sayas de los '50, su redacción tendrá lugar en un viejo bar de pueblo, lleno de moteros decadentes que
tipo de escritores quieren ser ustedes? ¿Unos socialmente aprobados, o buenos escritores? –¿Cómo saberlo, profesor? La pregunta se me escapó de los labios. –Buena pregunta, Rebecca. Depende de si quieres ser rico y famoso o si pretendes dormir con la conciencia tranquila; de si has escrito algo que quisiste porque tu corazón te lo ha pedido, o si lo hiciste porque es el camino más corto para vivir de tus historias. Eso sÃ, una cosa no excluye a la otra. Puede ser rico y famoso escribiendo lo que te dicta el corazón; o puedes ser un incomprendido tratando de agradar a los demás. »¿Alguien quiere compartir sus historias? La mayorÃa de la clase levantó la mano. La pequeña charla de Fitz nos habÃa inspirado como clase y él estaba radiante, más feliz que nunca. Para variar
ario de Literatura Contemporánea y se realizará con la asistencia de los mejores alumnos de Escritura Creativa de las distintas Facultades. P
o de todo aquello. No sabÃa si Fitz hacÃa aquello porque confiaba en mÃ, me lo habÃa ganado o si se trataba de favoritismo. Al terminar la clase me acerqué a él y le entregué el libro de El hombre evanescente. –Me enfadó mucho que tomaras precisamente este libro, Becky. ¿Becky? ¿Se acordaba de la borrachera, de
rio de nuestra clase. Entonces, ¿hay algo de todo eso que te moleste? ¿Algo que quier
tz. –Ahora puedes llamarme Frank. –Prefiero llamarle Sr. Fitz. Hace todo menos... confuso. –¿A qué te refieres? –A que no soy una persona cambiante. Que siempre intento tratar a las personas de la misma forma. Pero usted... Usted me trata bien un dÃa, mal otro... Al tercero me humilla y nunca sé qué esperar. Si sonrÃo, molesta; si no lo hago también. Es un
o modo, me pareció bien. –El concurso de Escritura Creativa tiene unas bases claras. Deberás escribir in situ, esto quiere decir en el lugar. –Sé lo que significa in situ, Sr. Fitz –entorné los ojos. A veces me rebasaba la manera despectiva en que podÃa llegar a tratarme. –¿Y cuál es la temática? –Este año se pedirá una mdo. ¿Está claro? –SÃ. –Ya puedes irte. Gracias por prestarme aten
na expresión. Me hice la desentendida y salà de clase mu