La vida secreta del Sr. Fitz
us ojos azules en los mÃos. El profesor de Periodismo de Investigación nos pidió un artÃculo para la semana siguiente. Estábamos a la altura de tercer año, y habÃamos vencid
a un libro titulado El hombre evanescente, de Bárbara Allyn. Me habÃa olvidado por completo de la esposa de mi nuevo profesor. El libro estaba amarillento y se veÃa bastante gastado. «Un esposo enamorado» me dije. Todo indicaba que lo habÃa leÃdo una y otra vez. Lo abrà y vi que estaba dedicado. Leerse laión. Pero las victorias de unos,
hiciéramos equipo en el trabajo investigativo. TenÃamos una semana para concluirlo y si nos dividÃamos el volumen de pendientes podÃamos sacar el trabajo más rápido, lo que nos darÃa más tiempo para redactarlo y ponerlo precioso, de un modo literario. –¿Estás leyéndote a Bárbara Allyn? –me dijo. –Es un libro que encontré p
pensé. No podrÃa lidiar con más de un hombre en mi cabeza. –¿Nos vemos en la
a la historia de un marido mediocre y una mujer enamorada. Lo peor era que describÃa al Sr. Fitz a la perfección, al menos en el aspecto fÃsico. El personaje masculin
su paliza me hacÃa sentir viva, y aunque mi madre me decÃa que Tom era alcohólico y que debÃa denunciarlo, imaginarlo fuera de mi vida era la peor imagen que podrÃa tener. Me corté con el cuchillo mientras picaba la cebolla y sangré. Dejé escapar un grito y Tom vino a socorrerme. –¿Pasó algo? Estaba tan sexy con su torso desnudo manchado de pintura. Sus ojos azules estaban rodeados del halo rojizo del alcohol y la cadencia de su lengua tropelosa me exci
adros. Expondremos ju
o interior de una artista frustrada por el amor a su esposo, quien cuando no estaba borracho, lograba hacer grandes cosas por ella. Le habÃa pagado la fianza a su hermana,
itz, en un
o que la prosa de Bárbara Allyn era tosca, pero también adictiva, y en el personaje de Joanne se me antojaba una metáfora
tarse si detrás de todo aquello no habÃa un toque autobiográfico. De haberlo, al menos creaba una fama sin precedentes sobre la habilidad
gráfica no lo era del todo. Quizás la fama de Allyn se debÃa a un es
Brandon. Me esperaba a la entrada, impaciente. Se habÃa peinado su cabello dorado en un copete que lo hacÃa lucir más alto. Llevaba unos vaqueros ajustados y una
so, como Fitz, pero algo de él era mágico y me hacÃa sentir confiada. Me gusta sentir confianza y seguridad en los hombres;
on un gesto me cedió el paso.
libro de Bárbara
é? Avancé y má
ió en un referente para los escritores contemporáneos
a a Virginia. Eran exageraciones, como si nadie pudiera ser llamado por
Muy revelador –prosiguió Brandon, y yo em
cual para llevar a cabo el trabajo de Periodismo de Investigación en el menor tiempo posible. Mi compañero, además de caballeroso e inteligente, tenÃa un sentido del humor muy especial. Casi nos echan de la bibliot
moda, pero él se volteó y me mostró un
me a superar la pequeña obsesión que se formaba