La magnate
ión, lo que provocó que se tardara varias horas para llegar a su destino. Estaba agitado, sudado y sus piernas le dolían, pero no quería esperar hasta mañana para devolve
aura celestial la cubriera por cada rincón de su maravilloso cuerpo. Hermes se
sus ojos tuvieran adheridos imanes de cargas contrarias. Ella lucia más baja, pero a la vez,
e le había colocado, había demostrado que eran alguie
no has tomado un taxi?
dejé para devolverme -respondió Hermes-.
inero de
arré la tarjeta para ver la dirección. Pero tienes demasiado efectivo.
responder a esa pregunta. Antes
de llaves de esta casa, pero quería present
o crees que te fu
amiga le han ofrecido un puesto de secretaria
e me fue bien. Esp
o había sido el escogido, pero no pod
el cargo d
do, lo aceptaré. No me deprimiré por eso. Seguiré int
a confiar y sus palabras lograron conmoverla. Empezó a temblar, habí
cumples esos tres rasgos, ten por seguro que te volverás en un auténtico conquistador y tendrás a muchas mujeres enamoradas de ti. Ten por seguro que, hasta la mujer más ruda, fría y de carácter difícil, aunque se pueda defen
aci
nido que caminar y me perdí cuand
u tardanza», p
reocupes
o -dijo él, extendiénd
e tuvo un nombre en su cabeza. Extendió su mano para responderle el
rosa amarilla eterna, que escondía con su mano i
é me mol
ueño detalle, pero significaba mucho. Elevó la mirada hasta los ojos de Hermes,
tuvo. Ella no le era indiferente y en los ojos de ella, nada más podía ver dulzura y pureza, como un autént
ientras continuaba mirando a Hariella, pero una chispa de luz e
Hariella y de la nada, gélidas gotas
lluvia y no había dudado en aprisionarla con fortaleza por su cintura. La situación le causaba felicidad y una electrizante emoción. Llegaron a la puerta, Hermes quedó a la izquierda de ella. Pero, sabía que
bultados senos se le marcaban en la suave blusa del pijama
su mirada y al notar lo que él d
había experimentado. No había tenido interés en el amor y siempre vivió apegada a las reglas y a las leyes. Su vida había estado centrada en sus estudios y ahora en su monótono trabajo. Un naciente calor en su corazón, la impulsaba a cometer, por primera vez en su vida, un acto de rebeldía. Uno que quizás llegaría mucho después, pero ella
or la mano derecha y lo sacó de la
el estrellado firmamento, Hariella lo abrazó por el cuello y lo atrajo hacia ella, se puso de pu
luvia, en la oscur
eso pe