La magnate
as dos quedaron de nuevo en
había llegado a descubrir el nombre de ese hombre con el que había hablado hace pocos segundos, pero eso podría solucion
gó Hariella a su secretaria Lena, quebr
e acercaran a Hariella de estafadores o farsantes. Tendría que averiguarlo primero antes de dar un veredicto acusatorio en contra de él, y eso se le sumaba que notó el cambio en la voz de su señora. Lena, era quizás la que más conocía a Hariella y sabía que en el fondo esperaba que le dijera que
incero, pero a la vez podría ser un
rteza en tus
s llegaron al departamento eje
o fue impuesto por Hariella, ellos la hacían por su gusto. Llegó a la más grande de las oficinas y Lena le abrió la puerta. Allí se sentó en su cómoda y acolchada silla de escritorio de color negro, que más parecía el trono
a informa
cina con una carpeta marrón, en donde estaba el nombre
ora Hariella? -preguntó
todo. Pued
ó a Hariella sola en
a en los papeles-. Veinticuatro años, bastante joven y también muy alto. Terminó la carrera de pr
do, cogió el teléfono de su escritorio y llamó a L
riella? -preguntó Lena, al ins
fuera la primera vez que me vi
hacía cambiar en un parpadeo su genio. Además, no entendía la pregunta, a su señora unca le había importado lo que dijeran de ella y menos de su apariencia. Ni para Lena, ni para nadie en la empresa era un sec
o", si lo era para él, mucho más para una mujer. Lena siempre había admirado a Hariella, porque a pesar de su dinero
la respuesta y refl
extraño de su señora en el ascensor y ahora esa pre
r llamado la atención
y los había rechazado sin titubeo y de forma directa para que no hubiera confusiones. Un simple muchacho aspirante a gerente en su empresa, no podía haber llamado la atenció
anquila por su respuesta al ver el
o estafador. Si es malo, tendrá un precio por el cual quedará hechizado, y si es bueno, ignorará el dinero por completo. Pero por supuesto que él ha venido por
ordene, seño
hermosa con la que recién había hablado y también el dulce aroma de ese inolvidable perfume de flores. Eso pudo calmarlo y comenzó a caminar con cautela. Los latidos en su pech
mujer, que tenía una tabla con broche,
soy H
a la oficina donde te
n ordenadas en filas, pegadas a la pared, y se ubicaban al frente de la oficina. Los cuatro se lo quedaron mirando, como si estuvieran juzgando si él podría ganar el trabajo. El ambiente era tenso y
iendo y en este momento no había nada más relevante que su entrevista. Había algo que todos comentaban: "La magnate es una mujer muy rica y poderosa", decían ellos y seguían hablando maravillas y,
ención, que todavía no habían aparecido esas dos mujeres. Giró el cuello para ver si venían, pero no había rastro de la p
reciar tal belleza de paisaje. Se concentró en el hombre del elegante traje de color azul que estaba sentado detrás del escritorio de cristal. Sin duda era una buena señal que hayan conce
preguntó aquel señ
mismas interrogantes, siempre había respuestas diferentes, y todas llenas de esperanza e ilusión por querer adueñarse del cargo de gerente de finanzas o en términos generales, de cualquier
. Soy Herm
o un rápido vistazo
bía a los que realizaban la entrevista. Hermes se sentó y aco
exámenes en la universidad», pensó Hermes. Apenas c
s. Tengo un hermano menor y mis padres todavía viven juntos y felices. Me gusta leer y también me gustan los deportes
é estás interesa
arte de su éxito en el futuro y quiero ayudarla a crecer mediante la gerencia de finanzas y así l
ra normal que muchos se equivocaran o titubearan al responder, producto de los nervios. Hermes, al ver tenido un inicio impecabl
stador- y dime, ¿por qué eres la
ad al momento de expresar su respuesta y parecía que se había convertido en un diestro maestro d
. El entrevistador lo tendrían en cuenta y que quedara pendiente a la llamada o al mensaje que le avisaba si había sido rechazado o si, por el contrario, había sido el afortunado. Respiró lento y profund
ho. Ya deberían
Dos amigas mías se han retrasado, pero es un hecho que ellas llegaran. Se la ha
s por eso. Aquí cada quien
ias,
o hizo, la secretaria del encargado
nzas? -preguntó el hombre, ante la duda de lo que
ermes Darner era el último, y
é amigas se refe
a secretaria, no había entendido l
a, puedes