La magnate
bos se colocaron al frente de la puerta trasera del vehículo, formando un ligero pasillo humano. El empleado fue el encargado de abrirla de manera sutil, como si estuviera por recibi
stinción. Su cabello rubio, brillaban como hilos dorados, al simple contacto con el sol. En su azulada mirada intimidante, se reflejó la maravillosa
ás de cien niveles y le habían indicado que debía ir al piso setenta. Las puertas plateadas se abrieron a los lados, y arriba, en una pantalla tecnológica, aparecía ahora el número uno, en color r
y cargaba un maletín en su mano derecha. Su aspecto era mejor de lo que él creía, pero nunca le había prestado atención a si era bello o feo, eso lo tenía sin cuidado, no era vanidoso, pero le gustaba ejercitarse para mantenerse saludable. No hacía alarde de su atractivo y ni en la escuela, ni en la universidad había sido el más popular. Siempre se mantuvo alejado de las fiestas y los desórdenes, hasta ahora su vida era tranquila y calmada, sin emociones fuertes ni momentos arriesgados. Había terminado sus estudios y ya buscaba trabajo, luego construiría una casa para él, se conseguiría una esposa y tendría hijos, ese era el camino trazado y todo le estaba salie
En las orejas tenía unos notables aretes cristalinos. Llevaba un ajustado vestido negro que la tapaba las rodillas y el cual era cubierto por un saco de mangas largas del mismo color, que era asegurado por un cinturón que venía in
elegante gris y por dentro una camisa blanca.
lla, por la que esa preciosa mujer, con vestido negro, había quedado en el centro. El fascinante perfume de ellas inundó sus fosas nasales y eso logró calmarlo. Era un exquisito y delicioso aroma que casi podría elevarlo por el aire. Parecía que se hubiera transportado a un armonioso campo de jazmín, rosas y otras flores que no podría describir. No la distinguió, pero la que estaba a su lado era ni más ni menos que Har
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y un humilde muchacho. Vivirán un desbocado romance sostenido por mentiras. ¿Qué consecuencias traerán lo
se pronunc
ras no
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