Un año después
a
s de la ventana. El pasillo del hotel de ruta se encuentra desierto y tras varios minuto
i descanso y me despierto sobresaltada, con el corazón a punto de estallar y los nervios a flor de piel. Respiro agitada pensando que mi intento d
gro de no haber encendido ninguna luz en la habitación y pienso que debería esconderme. Recorro el lugar con la vista y entiend
las 22 horas.- Dice del otro lado la
za y las palpitaciones de
que puedo y me dejo caer pesa
anto antes.- Digo e
puedo romper la regla de oro que hizo que
vamente al auto para incorporarme a la ruta
S
e año
rvios. Miro a mi alrededor y veo a todas las personas igual de expectante
a el auditorio? –Pregunto a una
¿También sos ingresante? –Contesta ella,
Digo con una sonrisa, exte
. –Devuelve el saludo,
autoridades de la Facultad se presentarán y nos darán una charla. Leo l
ño pasado había comenzado antropología en la misma Universidad, pero es
tividad. Unos minutos más tarde la puerta lateral se abre e ingresan unas doce personas con vestimenta elegante y aires de superioridad
rás y una barba corta y prolija que deja ver lo fuerte de su mandíbula. Su espalda ancha combina a la perfección con el ta
e Montalvo. –Dice Lorenzo, uno de los chic
soy la única. La mayoría de las mujeres lo miran con la misma expresión que yo, var
ignifica para las mujeres. Aunque no distingo el color de sus ojos, la claridad de los mismos hace que sean hipnotizastes. No consigo hacer que mi cuerpo respon
l púlpito interrumpe la conexión y logro desviar la mirada hacia ella, s
ntentando verlo sin mirar directamente en su dirección, aunque supongo que es
do en los jefes de departamentos que la acompañan en el escenario. Mi ansiedad aumenta cuando se va acercand
rsitarias. Solamente los mejores estudiantes accederán al trabajo con su departamento así como aquellos
vuelve su vista al público lo hace directamente hacia mí, generando que el ardor
El grupo al que me incluyó Josefina se volvió sumamente importante para mí, ya que gracias a ellos la
animadamente Josefina, mientras comenzamos a juntar nuestr
que estudiar para el miérco
e un par de horitas, un nueve no te va a matar. –Replica Jaime. Todos nos reímos
encuentro con el gabinete de acompañamiento estudiantil. Por favor lleguen puntuale
ntalmente, mientras recuerdo para mí que
con los ingresantes. –Me carga Franchesca, por mi
, las mariposas se instalan en mi estómago a
fe de departamento, viene una auxiliar. Una joven hermosa, muy producida y
abraza y me mira con pesar. –Lamento desbaratar tus ilusiones amiga, pe
e las experimentadas. –Acota
e hace muchísimo tiempo que un hombre no me parecía tan atractivo como el profesor, aunque igualm
de estudio, la ausencia a varias fiestas y el esmero en los tra
entregarme las calificaciones finales. –Mañana a primera hora tiene que presentarse en la oficina doce, del quinto piso. –Sin más
yoría de las materias no tienen más contenido a desarrollar, por
er que fue lo acertado. Tengo muchos amigos, mis notas no podrían ser mejores y siento que mi futuro está solo en mis man
la oficina doce, del quinto piso, tal c
na voz masculin
os meses deseando verlo, cruzarlo en algún pasillo, sin ningún éxito, para ahora, en
Qué necesita? –Sigue impaciente sin apartar la
primera hora. –Digo con un hilo de voz,
–Pregunta revisando su n
ya un poco mole
spaldo de su asiento. Lleva una de sus manos al apoyabrazos de ésta
onoce el concepto de "primera hora" y que sin dudas necesita madurar bastante. –Siento que todo en mí se desinfla y tengo que esforzarme por evitar que las lágrimas afloren. –Sin embarg
y vago, sería bueno que su adjunta use uno más específico si se refiere a un horario diferente al que entramos los alumnos y
e sonríe por primera vez, dejándome ver su perfecta dentadura
render que esa es solo su personalidad, que no tiene ningún interés parti
otra docente, que al verme se
de, pero llegó. –Dice él hacia
oder defenderme y bajo la mirada, esper
lmente me dicen que trabajaré en el proyec
s. La parte académica no me preocupa, por el contrario, me emociona. Pero pensar en tenerlo cerca una vez por semana, con toda la tensión y la mala energía que me genera, me hace pensar que quizás podría pedir un cambio con alguna excusa. Pero nadi
mesa amplia, con sillas alrededor. Los ventanales dan al patio del edificio, dejando entrar una luz solar agradable y la mesita al co
ando me giro, veo a Mon
rdes. –Dice
testo apretando mis l
en tono burlón, mientras se acerca a
camisa fina que hoy lleva arremangada sobre los codos. Su pantalón de vestir, como s
ra que me hace hervir por dentro. Por suerte la puerta se abre e ingresan unos siete
no haces chistes eh. –Comenta uno de los chic
agas el vivo. –Replica otro, mientras todos
padas, sin lugar para mí y la incomo
oyecto. Hoy les voy a dar las indicaciones y voy a tomarme el resto de la jornada para explicarle sobre nuestro trabajo y cómo se va a insertar en la investigación. No hace falt
pero pacientemente, mientras lo escucho indicar a mis compañeros sus tareas para hoy. Todos ano
e a tratar de "usted". Espero que sea solo una cuestión de tiempo, pero una luz de precaución se enciende en mi interior. Hay algo