Mienteme
o de la banda favorita de mi hijo mayor, Orlando. Odiaba cuando se metía con mi teléfono. Revolví la cartera,
mpleaños!
los ángeles caídos al infierno! El corazón se me
o y salí en reversa hacia la calle, haciendo chirriar los neumáticos contra el pavimento. En el primer semá
en c
en uno sol
mente demorada: Trataba de arreglar mi cabello y maquillar mis pestañas con u
n una bendición, o cuanto menos un reaseguro de que no me e
as la señal de la M16 se alejaba de mi camino.
ol
–canturreó la más
rac
nde
a – me j
hora! ¿Qué te demoró, si hoy no
r dónde pod
los, te estamos perdiendo po
al actor de la película–. Estoy en camin
o no hay regalo para ti
ribo al ritmo de Mooxe. Tenía que cambiar el alerta ya, pero sin Orson – mi hijo genio de la tecnolog
años. ¿Te ve
nía uno y mil compromisos sociales cuando lo único que quería
he podría verlo. Y así de rápido la ilusión se eva
r corriendo del almuerzo con mis amigas para llegar al gimnasio y después tener tiempo para tomar algo con Alexa y después ir a buscar a los niños. Y correr c
ial. Miré hacia delante: estaba en el medio del puente y ni siquiera pod
n de Orando, y la mía también. Canté en voz alta mientras me incorporaba y me
rdes seguían sonando como a lo
volante y alcanzaba el aparato. Un bocinazo me hizo re
ñas para que avanzara. Abrí el teléfono sin sacarl
a ca
spiré con f
é te
án esperando en la editorial para
marido me saludaba desde la ventanilla de su automóvil. Sonreí
empre sosteniendo el teléfono en la mano. Él me imitó c
ue p
en una burbuja, mis tribulaciones del día reduc
caracterizaba, convencido de que ese solo gesto h
a baranda de mi lado del pu
maestra de Owen me recordó que tenemo
ara felicitarnos
ello. ¿Qué hicist
siempre
con algo? –Repasé mi li
la comida para est
eg
vir por los deseos inc
iso imitar un ronroneo sensual pero se mez
cariño, mereces
sabiendas que mi mente se convertía en una auto
óticas, aunque podía sentir el calor del deseo escalándome el cuerpo. Caí en
s a la camioneta. Por sobre el hombro pude verlo esforzarse para capturarl
e el pavimento despejado, ignorando las maldiciones que se multiplicaban a mi espalda. V
tacioné en un espacio libre y bajé como un rayo, corriendo escaleras arriba a la planta baja, mi
reflejo del aluminio de las puertas automáticas. La recepcionista y el guardia de s
editorial Illusions, solo que él lo hacía dentro de la
os años en la editorial había escalado más posiciones que los históricos de la sección, llegando a ser cons
tico, pero a todas esas cualidades se podía llegar solo después de superar el momentáneo lapsus de me-morí-y-estoy-en-el-cielo,
tuvo otros matices: Dos años atrás, él todavía era solo un nombre cuando llegué a la editorial, cargada con mi cartera, una mochila violeta de Barney
lir cuatro años, colgaba de mi cuello en el medio de un
r rendida al hechizo de su mir
ert, después de una sesión de diez minutos de juego con el pequeño y sin conocernos, quien me dio el empujón necesario para hacer los e
de mi hijo fuera del colegio. Owen demandaba casi con d
nteligencia. Y yo tenía una buena excusa para vis
r, pasó a convertirse en mi cuarto hijo, mi hermano adoptivo y el primer hombre que a
es para adorarlo, su nombre me retrotraía al úni
caminó sobre mí con l
dijo torciendo la boca y meneando la
o a una devastadora sonris
apel madera con un moño de cinta rústica. Arrugué
loui
a, aunque la contratapa lo decía todo: Ella estaba deslumbrada –y de ahí el título– por él. Y él con ella. R
rac
Tendríamos la distribución si Wathleen se despertara. Y ya que puedes, aunque aparentes lo
tástico! ¿Cómo no
los extraterrestres –dijo
piens
piensas
bolsa en mi muñeca y revolví mi ca
scas? ¿U
a para ti, Bobby.
e rubias y yo, que le encantaría estrangularme cada vez que lo llamaba Bob
dijo hacien
y, sabes qu
go que habl
dos brazos. Si su actitud acosadora y aire conspirador de por si no fueran extraños, su tono parecía sacado de una película de espionaje. ¿Qu
im
e pens
Se llamó a silencio y apretó
S
rprende tanto –d
gnoró el comentario para no discutir
ar una fiesta sorpresa p
ta de cumpleaños
S
l del hecho, no solo te despedirá, sino que te matará para después resucitarte y arrancarte la piel vivo p
age
ceja y el gesto vali
ue no se entere que nosotr
na manera de decir. Cualquier fiesta. Ni
merece
ie te apoya en es
ó, interrumpie
re los dos y lo miré desconcerta
te azoten por impuntual –Apoyé una mano e
inclinaba para dejar un beso en mi mejilla y le g
Owen de
ha
o si temiera que se le viniera encima y yo