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La cortina de cristal

Capítulo 4 Cap. 4: Disculpas

Palabras:2229    |    Actualizado en: 14/04/2022

bó de lado con inconsciente elegancia masculina. Tenía una rodilla alzada y se apoyaba sobre un

vó el pintoresco paisaje. La carretera que corría paralela al río, a través del cañón, era una cinta estrecha y sinuosa. Vio el viejo pue

más patatas fritas, estaba tendido tras

arte fuera culpa mía. No manejé muy bien la situación. Anoche, cuando te marchaste, estuve dándole

ieron lentamente del paisa

eña

un tallo de hierba

ya sabes lo qu

ásperamente-. Por lo menos, es un aliv

bozó una

ción como la tuya, deberías tener cuidado

eza y bebió un largo trago m

r mi imaginació

on tus hormonas lo qu

hael brillaron

las casi siempre. Pero cuando estoy c

l labio inferior y luego optó

ntrolar mis hormonas cuando estoy contigo -apartó los ojos, incapaz de sostener su mirada-. Norma

de nosotros mismos -dijo Michael con ironí

a y se echó hacia atrás

o incurable -dijo

elas de mied

excusa -r

r de adolescentes y empecemos a actuar como adultos.

lare-. Si no vuelves a mencionar

encogió d

tratando de ponerle fin a lo que está o

er se ha comid

al perro soñoliento-. Un día de estos, ese mon

conversacio

¿

e Elizabet

cuantas repuest

así

ó otro trago

Estuve casado con Sofía Velutini. Técni

es de

ur

Lo la

e de Sofía, entre otras cosas -la boca de Michael se

toda

a mirar el pueblecito qu

gente de por aquí -sonrió agriamente señalando unos cuantos tejados en la margen izquierda del río-. Pasaron aq

u tía

chael se suavi

egó a publicar. Se consideraba una escritora, aunque nadie más le concediera crédito, y se sentía obligada a vivir conforme a la idea que tenía de sí misma. Era excéntrica, impredecible y e

é co

e a mí al aire casi todo el tiempo. Y funcionó. Cre

dre? -preguntó Cla

abajó un tiempo en una aserrería cerca de aquí. Lo ju

O

el la

poco salvaje. Era el maleante número uno del otro lado de la cascada. Siempre metido en líos. Siempre me echaban a mí las culpas cuando desaparecían los tapacubos de algún coche. Siempre me seña

siempre eras total

zó una

en lo de las carreras p

ontra el que nos advierten nuest

umbó de espaldas y apoyó la ca

Naturalmente, esa clase de chicos siempre son los

rpadeó lán

a lo con

ita. Y por otro, era demasiado seria. Desde el primer día de colegio, comprendí que tenía que llegar a al

sa y llevaban el pelo largo, dejaron de interesarte, ¿no es así

a dispuesta a

Ya te lo he dicho: nunca tuve opo

as haberte quedado embarazada a l

ciló un

ada a la hija de

S

menzó a

te pares ahí.

una mirad

manera

bes perfectamente l

iró len

tida del liceo. El día que cumplió dieciséis años, sus padres le regalaron un descapotable rojo. Podía salir con cualquie

qué sentí

ante. Pero sus padres

síndrome del f

de escapar de la Colonia Tovar, y me enrolé el mismo día que salí del liceo. Eddy Rivera se fue conmigo. El verano de mi diecinueve cumpleaños, volví a casa d

ecidiste probar cómo era acosta

tomar precauciones, y Sofía creía saber todo lo necesario acerca de los días seguros del mes y de otros m

se quedó

ntió con in

on mandarme a la cárcel o pegarme un tiro. Los dos convinieron en que lo mejor era librarse del embarazo

caparon-con

-

a hecha un manojo de nervios, dividida entre sus padres furiosos y el chico del lado malo de la cascada. Yo me encargué de todo, la saqué de casa y me la llevé de la ci

att

hi

tar un leve deje d

ocurrió

puñado de piedri

Sofía no aceptó de buen grado la maternidad. Para empezar, ella no había decidido tener a Matthew. Todo había sido un estú

muy j

ella ya no aguantaba más. Que su vida estaba arruinada y que iba a volver con sus padres. Quería empezar de nuevo. Nunca volví a verla. Se mató en un accidente de tráfico, en

s vuelto

sacudió

solo. Cometí muchos errores por el camino, pero lo saqué adelante -sus ojos se dulcificaron-. Acab

dos sobre las rodillas levantadas y descansó la b

hizo u

errores. Te aseguro que no querría pasar por

e Michael Escotet y el pu

la

sa

o por qué no has

uió observa

estado a tu

en las mejillas y

así

ntas preguntas que hacerte

strara un verdadero interés

h,

ría pued

sintió levement

gunta muy directa. Para contestarla, no hace falta más que un <> o un <>. -Clare intentó

riaturas de luz volaban allá arriba, en el cielo. Una de sus piernas, enfundadas en vaqueros, se deslizó entre los muslos de Michael y allí quedó a

cegadora claridad que

alzó la cabez

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1 Capítulo 1 Cap. 1: A mi regreso2 Capítulo 2 Cap. 2: Encantos3 Capítulo 3 Cap. 3: Encontrando el pasado4 Capítulo 4 Cap. 4: Disculpas5 Capítulo 5 Cap. 5: Pétalos de pasión6 Capítulo 6 Cap. 6: El ocaso7 Capítulo 7 Cap. 7: Sorpresa8 Capítulo 8 Cap. 8: La Cena9 Capítulo 9 Cap. 9: Decisiones10 Capítulo 10 Cap. 10: La cascada de la Prisionera11 Capítulo 11 :Seduciendo al ocaso I12 Capítulo 12 Seduciendo al ocaso II13 Capítulo 13 : Sucesos del pasado14 Capítulo 14 : Elizabeth Velutini15 Capítulo 15 : La sombra16 Capítulo 16 : Aprender a confiar17 Capítulo 17 : Aprender a confiar II18 Capítulo 18 : Encuentros19 Capítulo 19 : Malentendidos20 Capítulo 20 : Malentendidos II21 Capítulo 21 : La sombra oculta22 Capítulo 22 : La sombra oculta II23 Capítulo 23 : Comandante de la policía24 Capítulo 24 : Comandante de la policía II25 Capítulo 25 : El intruso26 Capítulo 26 : El intruso II27 Capítulo 27 : La noticia28 Capítulo 28 : La noticia II29 Capítulo 29 : La Cena30 Capítulo 30 : La cena II31 Capítulo 31 : Pasados oscuros32 Capítulo 32 : Pasados oscuro II33 Capítulo 33 : Oficina de envíos34 Capítulo 34 : Oficina de envíos II35 Capítulo 35 : Oficina de envíos III36 Capítulo 36 : Oficina de envíos IV37 Capítulo 37 : Fiesta38 Capítulo 38 : Al fin juntos39 Capítulo 39 : Al fin juntos II40 Capítulo 40 : Desacuerdos41 Capítulo 41 : Desacuerdos II42 Capítulo 42 : Persecución43 Capítulo 43 : Persecución II44 Capítulo 44 : Persecución III45 Capítulo 45 : Persecución IV46 Capítulo 46 : Disputa47 Capítulo 47 : Disputa II48 Capítulo 48 : Nueva vida49 Capítulo 49 : Nueva vida II50 Capítulo 50 : La gota que derramó el vaso51 Capítulo 51 : Incordio52 Capítulo 52 : Incordio II53 Capítulo 53 : Bajó el mismo efecto54 Capítulo 54 : Bajó el mismo efecto II55 Capítulo 55 : Decisiones56 Capítulo 56 : Decisiones II57 Capítulo 57 : Tregua58 Capítulo 58 : Convalecencia59 Capítulo 59 : Convalecencia II60 Capítulo 60 : Rivales61 Capítulo 61 : La verdad62 Capítulo 62 : La Verdad II63 Capítulo 63 : Más allá de la oscuridad64 Capítulo 64 : Destino65 Capítulo 65 : Destino II66 Capítulo 66 : Destino III67 Capítulo 67 Epílogo