Perseguida por la Mafia
eve Jersey, J
rnas cruzadas ordenando el mobiliario de su casa de muñecas. Estaba harta de jugar sola y quería ir a la piscina. Del comedor le lleg
n otras niñas de doce años; por ello, Beth, que algunas veces la cuidaba por la noche, v
. Hacía rato que había subido a ponerse el bañador
l auricular del teléfono entre el hombr
stoy
importante -dijo Beth, que parecía enfadada-. Od
s. Siempre que ella veía una comitiva parecida, comentaba que se acercaba un desfile; pero mamá decía que no, que aquello era un cortejo fúnebre camino del cementerio. In
e estaba a punto de preguntarle si podía salir para ver pa
tillas al vestíbulo y echó un vistazo al comed
graduamos en el «Villa» ha
-contestó la mujer sentada a su lado-. Tienes una
nte bien -añadió otra señor
llas había regalado a su mamá estaba sobre la mesa y Marianne la cogió. Se encontraba a cuatro pasos de la pu
ue las visitas se marcharan pronto. Dio cuerda a la caja de músic
e, al O