Perseguida por la Mafia
-. Entonces, si te hubiera dicho quién era realmente desde el principio. ¿Te hubiera
le a los ojos-. No al Edward que descubrí en aquel club nocturno, que ya ni rec
a y contundente de Edward, sin
e asunto. -dijo Marianne-. Tuve pesadill
amaba,
-Marianne sabía que solo estaba buscando más problemas al preguntar eso. Esta
o.
onvencida por esa respuesta-. En
o, tocó la barbilla de Marianne. E
un
én so
ndió Marianne. Luego frunc
iró, sus delgados dedos acariciaron sus mejillas, riéndose-. Marianne Cooper. Tan hermosa. Tan traicionera. Te había olvid
e convirtieron en recuerdos. Recuerdos que la transpor
anos una llave, que había escondido momentos antes al entrar en el club. Mientras caminaba, sus manos temblaban, dudaba. Cuando introdujo la llave en aqu
brió los ojos, encontrándose con los
illa, dando un paso atrás, con la mirada fija en sus ojos
Edw
Sé cuándo lo haces. ¿A q
tú? -Marianne frunc
ward con malicia. Torciendo el
o Marianne con un nudo en la g
lo sabía
ospec
egurarte que fueran mentiras. ¿No es ciert
ento iba a pa
vitarlo. ¿Quié
-dijo Marian
cedió inmediatamente en cuanto vio el cuchillo en la mano de Marianne, a u
a eran evidentes en sus ojos. El cuchillo estaba tenso, la hoja centellaba a
el cuchillo, luego miró a
os dientes-. ¿Estabas dispuesto a o
a doble vida incluso antes de conocerte
? -preguntó Marianne, no sabía si e
tuviera tomándote el pelo. Pero si te lo demostra
te de toda
erpo se tensó, su mirada se llenó de odio. -Perdí má
zabe
ió, levantando el cuchillo, como si estuviera defendiénd