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Predestinados

Capítulo 4 EL HILO ROJO

Palabras:2109    |    Actualizado en: 17/03/2022

, no recordaba mucho. Recordaba haber salido del colegio, pero lo ocurrido después, estaba completamente borroso en su mente. Sin embargo, algo que estaba lo suficientemente claro,

que había ocurrido. Salió de la cama y se acercó a uno de los pasillos del hospital, el cual perecía desierto. Alguien la había vestido con un ridículo camisón blanco que le llegaba hasta las rodillas y habían soltado su rebelde cabello, dejándolo caer libre sobre su espalda. Caminó un poco en busca de alguna de sus tías, para que la sacaran de aquel sitio de una buena vez por todas. De p

do el pasillo siguiendo aquel extraño y brillante hilo hasta que, sin querer, chocó con la espalda de un hombre, mucho más alto que ella, quien vestía una bata blanca

ó cortésmente el hombre──, no deberías

necesita su ayuda ──respond

lograba explicarse que era aquel extraño hilo, pero estaba completamente segura de que nadie más que ella, era capaz de verlo. Se llevó una mano a la muñeca, en busca de aquella extraña pulsera que aquella anciana le había obsequiado y se llevó una gran sorpresa cuando no la encontró. Buscó por todo el suelo y nada, enton

vio, pero la chica, o bien no la escuchó o sim

lo suficientemente lista como para recordar el camino hacia aquel centro comercial. El conductor la veía con un poco de burla, pues era claro que no estaba acostumbrado a ver

consigo ningún efectivo por lo cual no podría pagarle al h

e pagaré, solo dígame, ¿cuá

mbre aún más irritado, mientras checaba el taxí

arse, pues bien, sabía que no tenía más opción que aceptar el p

lugar! ¿cómo no voy a conocerla? ──respondió el hombre vi

si me lleva hasta el centro comercial,

de una broma? ──preguntó

diciéndole que se presentaría ante Carlota esa misma tarde. Sin embargo, Marijo ya no alcanzó a escuchar eso último, pues apenas salió del taxi se echó a correr hacia el interior del lugar en busca de aquella anc

que, sin querer, chocó una pareja de novios quienes compartían un helado. Su bata quedó completamente cubi

nción a su alrededor y se dio cuenta de que ese no era el único hilo que podía ver. Decenas de personas caminaban por el lugar sin darse cuenta de que un extraño hilo estaba atado a sus manos. Inconscientemente revisó las suyas en busca de aquel hilo, pero no pudo ver nada──. ¿Te encuentras bien? ──le preguntó la chica, pues Marijo se había puesto pálida y había comenzado a sudar. Sin responder, se echó a correr tratando de esq

, al parecer, ya la esperaba. La encontró sentada a la mesa con un par de tazas

la mujer con voz cansada. Marijo no lo pe

sta? ¿por qué de la nada veo ese maldito hilo rondando por todos lados? ──la anciana no se inmutó ni un poco. Le hizo una pequeña seña a la chica, invitándola a tomar asi

o seas consciente de lo que llevas puesto ──. La chica vio con asco la bata que, había dejado de ser blanca para volverse de un extraño color marrón. La anciana sonrío con algo de burla y se puso de pie, con más agilidad de la que la chica le recordaba──. Escúcha

a, indignada── sabía que no d

por encima de ti. Te has vuelto avara, prepotente y algo presuntuosa. Te has olvidado de l

─la anciana se acercó a e

o decidió dejarte a cargo de su trabajo por un tiempo ──Mar

tá loca! ──exclamó

personas con su destino. Dicho hilo es indestructible y absolutamente nada ni nadie es capaz de da

la anciana emitió una sonora carcajada, mientras se

rar tu destino, ¿recuerdas? aquel chico que te a

as que la anciana, por su parte, volvía a servirs

es descalzos y su vestimenta tan ridícula. Se puso de pie, observando aquella tienda. La última vez que estuvo ahí, el lugar era una especie de boutique vieja. Sin embargo, en esta ocasión, la tienda no era más que una especie de bodega repleta de artículos antiguos y viejos. Sorprendida por tan inesperado cambio

era algo incómodo para ella. La anciana logró darse cuenta de esto como si

tar juntos. Reduciré un poco tu condena por aquella pareja que inconscientemente has unido hoy ──

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