¿Puedes ver las Mariposas?
Katy, ya
Jeany, qu
ver est
la cama y me miró con dis
habitación, llevándola casi a rastras, p
r a la oficina de la directora del orfanato.- Ellos son los Beckha
iero que vuelvas a hacerlo
sintió- Dijeron que nos quería
para menos. Dos chicas como nosotras (de 15 y 16 años
des por ahí escuchando las conversaciones de las personas que vienen en busca de un niño. Nos hace mal, Jean, nos
ese presentimiento que te revuelve el estómago y te po
o en los columpios e imaginando una vida perfecta, cuando notamos que una pa
ludó la muj
or ambas, dado que K
n, pequeñas? -i
ntó Katy entre dientes, obs
ato, tuvo que cargar con la complicación de adquirir más edad y que nadie quisiera tenerla, lo cua
ada hacia Katy para exigirle que fuera más amable-, y
inmediato, desbordando la emoción-. Yo so
Pued
la pelirroja, quien tenía la misma cara de impresión qu
a oído antes de ellos- ¿Buscan a la señora Lee? Porque puedo llamarl
poca distancia conmigo-, ¿les importaría si hablamos un momento co
rios pasos hasta quedar frente a Katy,
ablarnos -bajé la voz para tener
egar uno más a la lista
har lo que tienen para dec
idos simbolizando su rendimiento
erqué de nuevo a la pareja
on a relucir una sonrisa de oreja a or
quillos postrados en el jardín trasero para tomar comodidad y escuchar lo que tenían para decir- Bueno, niñas... -el señor Mártin tomó compostura-, no son unas peque
go -confir
a mujer, quien se encontraba con la vista clavada en el suelo terroso, y susp
Por lo que decidieron venir a bus
tedes -informó la mujer a nues
felicidad, la chica pelirroja a mi lad
la cabeza- No hagan eso, no
aty? -cuestioné f
omo lo hicieron Carla y Henry, ¿recuerdas? Son iguales a ell
- Disculpen, pero... ¿quiénes son Carla y Henry? -curioseó
Lo hice porque sabía perfectamente el espectáculo que se aproxi
e querían una niña, que fuera grande, pues no querían criar un bebe en pañales -explicó un ta
ndo una mano en su hombro con afecto, y de la na
o iba a permitirlo, que si me llevaban a mí también debían tener a Jeany -desvió sus ojos aguados hacia m
guna de nosotras, nos tendría a ambas. Es una promesa -
debajo sus ojos para secar algunas lágrimas- lo sabemos. Por eso, le
rgumentó el s
ramos nuestra emoción por medio de la mente. Posterior a algunos segundos de asimilar que era la re
felicidad-, muchas gracias -completé de
•
años d
! ¡Dense prisa o c
ta alta, para bajar corriendo las espa
alcanzaran a comprar todos los útiles. No entiendo por qué dejaron para hac
sotras
amos a Portland. No volvere
nosotras -dijo Katy, dándole un beso en la mejilla
otra mejilla para despedirme-. ¡Te
oz con el suficiente volumen como para