En el nombre de Los Hicks
uiso levantarse hasta que sonara, con los ojos fijos en el techo, pensando. A su lado, su esposa se despe
no hacía movimiento alguno para pararse–. Hoy es tu pri
de ella–. Según Thomas, hoy debo llevarlo a él y a su
e te haya recomendado para est
no puede conducir, a pesar de que no quería reconocerlo
a él y a Laura una ce
, en especial el arriendo, ya debemos tres meses. El
a uno de los hombres más ricos y poder
No sé si pueda desenvolverme en es
ltó una
racioso? ¿Te
o el tiempo con esa gente; solo serás el chofer del
rvioso. Espero hacer todo bien
ras su esposa se acurrucaba contra la almohada de él, aprov
adelante juntos, manteniendo un poco de optimismo y esperanza por un futuro mejor. La primera dificultad que enfrentaron fue el estar solos en una ciudad inmensa, despiadada y feroz como lo es Nueva York, pues ambos p
os trabajos que muy poco contribuían a la economía familiar. Ella, dedicada a ser mesera medio día en un pequeño café, y él como of
llos la pareja de ancianos que vivían a su lado, Thomas y Laura Peterson, quienes los veían como los hijos que nunca tuvieron. El viejo Thomas era el chofer de un importante hombre de negocios, trabajándole durante treinta años y ganándose s
que sería de ahora en adelante su jefe, algo nervioso
pecto enérgico y bien cuidado, propio de un acaudalado hombre de negocios. Al principio pensó que se encontraría a un déspota e implacable billonario, acostumbrado a maltratar a todo aquel que no estuviera a su nivel y que consegu
tre las diez principales empresas mineras con sede en los Estados Unidos, con una larga e interesante historia en el área desde comienzos del siglo XX, y que tradicionalmente era manejada por las familias Hicks y Randall, las cuales poseían el sesenta y cinco por ciento de las a
preocupación que la de cambiar de amante cada cierto tiempo, una vez que el de turno ya no le es de utilidad para satisfacer sus caprichos y excentr
Nueva York, y de inmediato se dio cuenta de que Nathan y su esposa tenían problemas para tener hijos. Viendo su exp
n lo sabes, pero te voy a decir algo
tro de fertilidad, mientras Bernard se pr