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LA HIJA DEL EMBAJADOR

Capítulo 5 El secuestro

Palabras:2710    |    Actualizado en: 22/10/2021

un atractivo joven, sentado en un taburete junto a la barra—. Mi intuición femenin

do parecía ponerle ojitos a Cristine y a muchas otras más—. Q

pero he advertido que también te estaba mirando a ti. Es que eres tan hermosa. El vestido de mi madre te queda como un guante. G

uno me pare

humor—. Mira allí traen una bandeja repleta de cop

voz muy baja al tiempo que rechazaba con edu

co dispuesta a dejar pasar la oportunidad—. Una

u amiga—, ahora quiero irme al baño para aflojar un poco las horqui

l severo recogido poni

y espectacular que es tu cabello. La señora Victoria te ha hecho

tando como siempre de apreciar la parte buena de las cos

hampán que llevaba en la mano—. Venga, ves al baño y suéltate la melena. Ya v

ga. Tuvo como un mal presentimiento, por lo que

nsó para sus adentros. Iba a regr

cómo ocurrió ya que no lo vio venir de frente. Observó como la mano del desconocido se abría y le arrojaba en la cara un polvo de color amarillento. Parpadeó alarmada preparándose los pulmones para gritar. Era la hija de un diplomado ruso,

grites, solo sonríe

y ella le siguió sin poner ningún reparo. Una lucecita en su cerebro trataba de detenerla pero no fue capaz de prestarle atención, experimentando una sensación similar a la pérdida de voluntad. Obser

zo el cumplido, parándose en el pasillo. Le acogió la cara entre sus manos, eran frías pero agradables al tacto, y

stro con sus pulgares haciendo un recorrido lento que comenzó en la zona donde nacía su cabello y finalizaba en las comisuras de

. Espero que no te importe que te la haya quitado. Es impo

al mechón de cabello que una vez liberado de la opresión del severo recogido se ondeaba sobre la parte de su mejilla derecha. Q

el menor sufrimiento —le aseguró su insólito acompañante mientras al

a la vista. En su visión actual, aquel hombre poseía una energía desbordante, que fácilmente podía

sona diferente. Ese hombre tenía algo especial. Un poder único que hacía que todo aquel que lo encontraba en su camino lo siguiera y acatara. Y de pronto una

quién

as cejas, de

o s

le la mano con la suya. No se rindió y dirigió sus manos cogidas hacia el pecho del desconocido, a la altura del coraz

sus pulmones devolviéndole

verso me ha enviado.

parecida al de los niños—. Gracias universo,

ncima de su cabeza y comenzó a dar v

ó Axel inquieto mientras le rodeaba

uestra de amor, no obstant

ama! —declaró su prisionera con los

con la mano para amortiguar el sonido de su voz que hizo resonar parte del pasillo. La joven

palma de su mano y se estremeció, como si aquel hilo de vida tuviera un poder sobrenatural. Separó los dedos de su boca cálida y le sonri

hombre se tensaba y con un gesto rápido y preciso la abrazó. Fue entonces cuando las puertas se abrieron y una pareja de mediana edad apareció en la puerta. Don Carisma le atrapó la boca con la suya ahogando el gesto de sorpresa de Alisa. Sus labios eran suaves, dulces y se movían sobre los de ella como una

pero fue necesario. Es

lguna razón su cerebro las aceptaba como normales. Se tocó los labios con la mano, impresionada ante el veloz trote de su corazón. El univer

uieras —inquirió con ext

l q

sorpresa de Axel, que la miraba con un

ció sin rechistar. No sabía a dónde se dirigía pero tenía confianza ciega en el universo. Si él, en su inmensa sabiduría, le había enviado a Don Carisma, sabía lo q

iempo que tomaba asiento en un sillón—, necesito que me prestes at

extraña situación que estaba viviendo. Tenía la piel muy clara y parec

juntó las cejas

tine? ¿Quién e

de hacerlo, parecía todo envuelto en una desconcertante confusión. Levantó los homb

aordinario poder de embrujar. Sus ojos color miel, previstos de resplandores dorados, le fijaban con profunda intensidad

able y divertido contigo, pero debemos cumplir una misió

del cabello. Una tras otra, hasta que liberó el pelo de la joven de la tirantez. Después introdujo los dedos entre los mechones sueltos y los sacud

ado, es una penitencia. Te quedan unas pocas en la p

empre muy estricta. Para ella soy algo así como una muñeca expuesta en una vitrina. Una m

o en seco y la miró

o colocarte las horquillas ni decirte estas t

lzando el dedo índice para dar más valor a su discurso—. Yo diría que está demasiado presente. No me deja respirar. Nunca. «Alisa, no hagas eso. Alisa no comas eso. Alis

arisma se convir

én es

de Axel, que comenzaba a experimentar un muy mal presentimi

si estuviera viva. ¿Es menti

rquillas del pelo, por favor.

iento agitó la cabeza y una mata ensortijada en tono cobrizo fuego le abrazó la cara, los hombros y se deshizo en varias ondas sobre su espalda. Por un momento, Axel se quedó bo

le aconsejó con una expresión de

rebelde y no es propio de una chica co

Intuyo que lo que me cuentas sobre tu madre son recu

lexionando. Poco a poco su gesto grave se sua

e, como si ni ella misma compren

encorvados del agente que atribuyó aquella c

Don Carisma se giró hacia un armario bajo y sac

icho muchos esta noche, pero debes deshacerte de él. No lo hagas

me pidas, pero no

a que te lla

N

uieres que

li

nombre. Lo nom

nte y sonrió complacida—. La gran dama de San Petersburgo. Su p

ieron a Don Carisma en u

comprobado tus datos…varias veces, no hay

a sonreír de f

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