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LA HIJA DEL EMBAJADOR

Capítulo 4 Hotel Ritz

Palabras:1501    |    Actualizado en: 22/10/2021

entras abonaba la cantidad de dos mil quinientos euros que costaba pasar una noche en el Ritz. Y es

al lado del ascensor —le informó el recepcionista en tono educado—. Qué teng

agente suizo no solo había cambiado de identidad sino también de rasgos físicos. Llevaba sobre el rostro una máscara de látex tan bien conseguida que al mirarse al espejo, le costó reconocerse. El llamativo turquesa de sus ojos quedó ocultó baj

ra preguntas, y menos, para unas indiscretas. Le hubiera gustado mandarlo a freír espárragos, pero tuvo que aguantarse l

a e hizo el ademán de recoger sus documentos

cogió su maleta y se dirigió al ascensor. Había dado el primer paso, faltaban unos cuantos para cumplir

ro podía permitirse el lujo de admirar el impresionante bouquet de camelias blancas y peonías que descansaba en un jarrón de porcelana de grandes dimensiones. Sobre la mesa, por cortesía del hotel, le esperaba una cubitera con champagne. Detalles discretos y exquisitos co

ta era un no rotundo. ¿Merecía la pena vivir aquella exp

pararse y repasar todos los detalles. Se consideraba un tipo meticuloso, y sabía que el éxito de una misión dependía de lo insignificante. Muchos agen

a seguro de que muchos de los herederos vestirían de ese modo. Y para no desentonar ni llamar la atención, eligió lo mismo. Después, comprobó el saquito de burundanga, droga tan necesaria para el éxito d

e baño acabado en mármol con sanitarios minimalista

n espejo que cubría media pared. Su metro ochenta de estatura envuelto en el traje a medida elegido le sentaba como un guante. El

aile. La costosa reserva de aquello lo había hecho online, por lo tanto, solo tuvo que indicar el número 41

l que brillaba tanto que parecía una pista de hielo, la gran alfombra central de un discreto color violeta pálido, las luces suaves, todo el conjunto destilaba glamou

ido en un tono diferente, previamente elegido. Aquello podría compararse con un alegre jardín repleto de flores variadas, donde podías admirar una múltiple diversidad de rojos purpura, roj

y llamativo, además de serle muy familiar por haberlo visto en la prensa. Destellaba como si fuera la mismísima estrella polar en el firmamento, no era de extrañar que atra

nes. Se sentó en un taburete cerca de un grupo de hombres y entabló conversación con ellos. Al presentarse como el príncipe

estuvo preparando la misión, ninguna de ellas le hacía justicia, era mucho más hermosa en persona. Las fotos la sacaban rolliza cuando en realidad tenía una cintura tan estrecha que podía caber entre las palmas de sus manos. Era deli

umática. Esperaba de todo corazón que tuviera un carácter afable y colaborara de buena gana para que las consecuencias de su secuestro fueran lo más

aquito de burundanga y lo escondió en la palma de su mano. Com

intención Axel le tomó la delantera y la sorprendió en un punto donde la luz era más bien escasa. Antes de pasar a la acción la contempló acercarse, parecía una joven ninfa

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