Cien Metros Cuadrados
o, a pesar de haber resultado ser un cobarde traidor, y quién se había co
tancia, y el tono caoba más oscuro del suelo del parqué; era una habitación algo pequeña, pero me encantaba el detalle de tener parte del techo inclinado al estilo de ático, pues había una pequeña ventana en medio que permitía comprobar q
y la cocina, dónde me pasaré horas haciendo cientos de pasteles cuando la inspiración me abandone... -Mi amiga alzó
cer con tantos pas
ván, dónde crearé una especie de sala de fiestas, y que se ocupen los invitados de comerse hasta las migajas de los platos; po
ente, volv
l. -Comentó entonces, volviendo a e
tarle importancia-. Pero creo que este dúplex sí está hecho para mí, es justo lo que
lo único que me mantenía feliz>>, le dije mentalmente, haciendo un esfuerzo por evitar que los ojos se me anegaran de lágrimas -en las últimas semanas, no recordaba ni un solo día en que no hubiera llorado-, pues
ino tiene otros planes que no esperamos. -En mi caso, mi destino había resultado ser igual de decepcionante y dañino como Andrés. Sacudí la cabeza, intentando borrar aquellos últimos horribles pensamientos sobre él -a pesar de que en cierto mo
os antes de responder-. Pero lo cierto es que ya no es el mismo. -Un tenso silencio se cernió sobre nosotras, y por un instante, algo
aderos culpables de nuestra separación, su razonamiento le impedía aceptar aquel hecho: Andrés era la otra mitad que complementaba su existencia, era el hermano pe
onto comenzarán los preparativos para la de verano, ¿verdad? -Mi amiga volvió a morderse el labio, nerviosa, y fue entonces cuando me di cuenta de que había ido
me queda otro remedio que contestarte. -Tragó saliva con esfuerzo, mientras parecía escoger las palabras que decirme a continuación-. Lo cierto es
su corta edad; había logrado un éxito admirable, por no decir que cientos de diseñadores habían recurrido ya a sus servicios, pero lo más admirable, era que había conseguido
ue ver con ello. Mi amiga apartó los ojos de mí, incómoda, mientras par
ó un profundo su
o>>, repuse mentalmente, sin poder evitar que una gran parte de mí se sintiera dolida por ello. <
sensación de que una mano invisible hundía un afilado puñal en mi pecho, hizo que el muro de mi serenidad temblara, amenazando con derrumbarse: ¿por qué de repente me sentía obligada a pedirle perdón?-. Si es por dinero, pudo devolveros el adela
ra par
uve la sensación de que el corazón se detenía tan solo unos segundos: nunca me habían pagado tanto por un adelan
tes antes, y si lo analizaba bien, podía llegar a sentirme incluso incómoda, pues me
ado borrar aquél último
todo! -Volvió a esconder su rostro en mi hombro cuando el llanto volvió a invadirla,
un poco-. Sea lo que sea, encontraremos una solución; además -agregué, mientras la apartaba unos centímetros de mí para que nuestras miradas se encontraran, mientras yo dibujada una reconfortante sonrisa en mis labios-, tengo unos dulces tan tiernos que será imposible
*
dedicado a decorar con un gesto extraordinario, y era por eso que siempre había soñado en que llegaría un día en que yo tendría
puesto algunas piedras en mi camino, obligándome a tener que tomar otras decisiones, pero estaba convencida de que tan solo era un pequeño bache en mi camino, y que llegarían tiempo
to es que tampoco está nada mal. -Tenía razón: a pesar de tener una distribución rectangular y algo estrecha, lo cierto es que estaba muy bien; de suelo de linóleo blanco a juego con
lo cierto es que, aunque era bastante pequeño, me había planteado montar un pequeño despacho donde poder escribir cuando me apeteciera disfrutar del
sala de fiestas t
, despacio-. La sala de estar es mi segundo lugar favorito. -Di un breve sorbo a mi café, notado como el exceso de azúcar que había mezclado
n la cabez
bil. -Yo simplemente continué mirándola, sin saber muy bien qué decir-. Lamento haberte preocupado, Nah. -Se disculpó entonces, al ver que yo seguía
odría creer que así fuera, pero lo
o la que había ido a su casa para informarle de que había terminado con su hermano, antes de echarme a llorar. Parpadeé con rapidez, volviendo a la realidad: no quería recordarlo-. Par
algo que lograba provocarme un mareo mental que acabaría en una tremenda jaqueca; en mi opinión, las cosas se debían de decir de un modo claro y directo, sin tapujos, tal y como yo narraba la vida de la gente que me contrataba en
exasperarme, teniendo en cuenta todo lo que yo llevaba carg
entales de la amistad; pero, ¿a qué viene tanto misterio? ¿Qué es lo que realmente sucede?
d considerable de dinero. -Cerré los ojos unos segundos, incapaz de no sentir cierto pesar por aquella noticia: que Andrés no hubiera resultado ser el hombre que
hervidero de pensamientos que iban y venían a una velocidad de vértigo, mientras intentaba buscar una posible sol
recordé entonces, dejando la taza sobre el mármol para cruzar los brazos sobre mi pecho,
aba por lo que me había hecho, pero al mismo tiempo, le seguía amando, y aquella mezcla de sentimientos podría acarrear terribles consecuencias-. Es la única manera de que ésos idiotas vuelvan a contratar nuestros servicios: te quieren a ti para representar sus productos, quieren que sea tu rostro el que represente a sus empresas. -Aquello me halagó, al tiempo que me cohibía en una agria vergüenza: de todas las modelos que trabajaban en Aguilar Design, ¿yo era la que más llamaba la atención de un gran porcentaje de diseñadores? <