Cien Metros Cuadrados
dad, sólo cuand
que me había arrojado a sus fríos brazos, haciendo que me prometiera a
pectos en la vida que escapan de nuestra enfermiza manía de controlarlo todo>>, me dije, mientras arrastraba una de las enormes cajas
mente, por una mala decisión que yo misma había tomado, pero la idea de vivir una vida perfecta en la que no
n no se contradecí
sería que mi corazón tuviera una especie de interruptor mental para poder encenderlo y apagarlo cuando me diera la gana, sobretodo en cuanto al amor
lugar, para mí ya nada parecía serlo. <>, me dije, bajando la mirada ha
iendo cómo los ojos se me anegaban de lágrimas, cediendo a aquella presión que había albergado mi pecho en cuanto su sonriente rostro acudió a mi mente, haciendo que aquella serenidad q
n de empezar de cero en cuanto terminara la estúpida biografía de aquél idiota, y para ello, quería me
ero con el tiempo no me dolería recordarle, pues aunque había roto mi corazón en mil pedaz
rás perdonándole el hecho de
samientos, decidiendo dejarme claras las cosas que, inconsciente
ás de preguntarte una y otra vez si en algún momento él sintió realmente
lo que se merece- a todo aquello que debo olvidar. -< isma por no ser capaz de llevar a cabo todo cuánto me había propuesto desde el momento en que había salido de la casa de Andrés mpezó a sonar de nuevo, haciendo que soltara un pequeño resoplido, agobiada: ¿por qué e había dejado el dichoso aparato, y sin comprobar antes de qu nder las llamadas de tu buena amiga. -La voz de Becca no ta e-. Es lo que tienen las mudanzas, Becca, que te mantienen ocupada. -Mi tono de voz había sonado frío, severo, más de lo que quizás me hubiera gu que tú rechazaste mi ayuda, así que, no me culpes por ello. -Cerré los ojos unos segundos, intentando man me lo estaba pon tras echaba un vistazo a las cajas que todavía tenía que trasladar a la habitación antes de q periencia propia que las rupturas pueden llegar a ser muy dolorosas... -Solté un bufido, poniendo los ojos en blanco: había de adaptarme a mi nueva casa para empezar cuando antes a trabajar. -Al otro lado de la línea se hizo el silenci gunta me cogió por sorpresa, y por un momento, no su ta era muy de hablar sobre ello, por lo que decidí tomar cartas e mi tono de voz-. Y aunque no hubiera sido así, te aseguro que Andrés no es de ése tipo de ubiera estado reteniendo hasta poder soltarlas en el momento oportuno-. Y de ti lo está: te ama, Hannah. -Aquella er n egurarme algo así? -Al otro lado de la línea, mi amgio guardó silencio de nuevo, y por un instante, cómo se siente, y entonces, se echa a llorar. Está completamente destrozado. -La culpabilidad empezó a abrir má lo mismo conmigo, de la mane mpo en éstas estupideces. -Y antes de que Becca pudiera contestarme, colgué la llamada, y pulsé durante un par de segundos la tecla que apagaba el maldito chisme, maldiciendo una vez más el día q s sabido qué era la felicidad>>, me recordó nto; no de éste modo. -Entonces, las ardientes lágrimas afloraron en mis ojos, irritándol