Su mentira perfecta, su cruda verdad
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s tratamientos de fertilidad para darle a mi esposo, Bruno, el heredero que se merecía.
verdad detrás de la
asectomía antes de nuestra boda. Todo era una mentira elaborada para proteger a Brenda
era una simple compensación. Cada caricia tie
a. Pensó que siempre sería
irtió en hielo. Sonreí dulcemente, interpreté el papel de la esposa que perdo
ítu
ísa
ada curva del vientre de una madre esperanzada. Era el momento. El complejo procedim
con voz monótona-. Su esposo no aparece como dependiente en su nueva pó
tiguos, digamos, "informales". ¿Quiere que lo investiguemo
. ¿Bruno? ¿Un error? Imp
que me sentía-. Debe ser un error de mi par
ía vivido con el dolor silencioso de la infertilidad, un cruel legado
presión incesante de su familia por un heredero, siempre susurr
quier cosa por él, incluso soportar este doloroso viaje, con la esperanza
a mesa de cristal. Un número desconocido, pero
acienda. Don Carlos... está furioso. Están
usurro tenso y
car la ira de su padre? Agarré mis llaves, el folleto o
ro viejo y reglas no dichas. Sus grandes puertas de hierro se abrieron c
resonando desde el estudio. La voz estruendosa de Don Carlos, luego los ton
nombre golpeándome como un puñ
. Sus sonrisas manipuladoras. La chica que siempre parecía orbit
do. Mis piernas se sentían como gelatina, clavadas
runo era cruda-. Tú sabes por qué. Su padr
por vida! La visión para los negocios de su padre ayudó a Don Carlos a establecer este imperi
, el cansancio claro en su tono-. Es una
naza! ¡Una mocosa malcriada y manipuladora que casi
e Brenda le hizo a ella? ¿Esa "novatada" en la universidad? ¡No fue solo una nov
odo lo demás. Mi estómago se revolvió, la bilis subiendo por mi garganta. Brenda
uno era apen
argué. Me aseguré de qu
o encubriste! ¡Dejaste libre a esa psic
¡Protección! ¡Tú querías una imagen limpia, papá! ¡Así que me casé con El
de una bofetada r
aba cargada de asco-. ¡Sacrificaste
ía, letal-. Nunca se registró legalmente
r el dolor-. ¡Sabía que nunca podrías tener hijos, y se aseguró de que él tam
a en esa cabaña aislada que le compraste, ¿no es así? ¡Tu pequeñ
, con la voz rota-. Es frág
arró de mi garganta, crudo y agonizante. El suelo
labra de aliento. Los recuerdos de esa noche, el m
sa -la voz de Brenda, petulante y goteando despre
de Bruno, s
eré, Eloís
ira def
su feroz sentido de la justicia. Era mi héroe, el que me h
a alejado a los reporteros, me había p
oísa -había anunciado a la prensa, con la mandíbula a
mirándome a los ojos-, y déjame pasa
a hueca. U
o de mi jaula dorada, el cómplice si
que pensé que era amada, apreciada, incluso culpa
da diseñada para compensarme por un trauma que él conocí
a puerta, me llegó de nuevo, l
. Siempre lo ha hech
ración fue reemplazada por un fuego ardiente y resuelto. ¿Pens
ó el aire desde el interior del estudio. Brenda.
con el rostro pálido y los ojos desorbitados de alarm
ndose en los míos. La alarma frenética en su ro