Escuché su mente: El arrepentimiento del Don
ada se sentía menos como un punto de pa
a gases de diés
n 9, mi abrigo apretado
una
cti
tarj
rast
tás esperando
é brus
estab
ufanda gruesa que le cubría la mitad de la
na -r
egó -dijo s
ó la b
mandíbula estaba moteada de
ruidosa. Demasiado opi
en mis venas, ca
por es
aliciosa tocando sus labios amoratado
más viene?
Y
s sombras detrás de
r
iel translúcida bajo las
pequeña bolsa de lona con tanta fuer
pregunté
e-. Simplemente... me borró. No he dicho una palab
os abiertos con
haciendo esto? -pr
en que encont
amos? -preg
ncún
qué
Cártel no tiene jurisdicción allí. Y porque e
to del t
gubre y solitar
ojos-. Una vez que subamos a ese tren, estaremos m
cupió en
ie
os al
mento y cerramos la pue
o atrás la ciudad que había sido nuestra prisión,
ra m
ai
mi vida, finalmen
sta de Dant
n la finca er
a principal d
El
o resp
estaban
estaba
a como u
mándolas de dos en dos, el
un ritmo frenético
nche. Se está escondiendo en
la puerta de
cí
estaba
te, militar
l arm
a esta
el traje
brigo
al b
de diente
y agudo, se afer
escaleras aba
a
l est
a
de estar, girando, buscando una
ces l
ña mesa de
ves de
aves de
ag
nos te
éfono
cc
strangulada-. Jimena se ha id
re se m
streador de s
cco-. Está en la
el pavor acumulán
do -dijo Rocco-. Dejó su an
esp
pare
misma
fue un b
un m
llaves en
olo me hab
rado una r
asta que el metal s
as -susurré,
trenlas