El Cruel Engaño de Mi Terapeuta Celebridad
de la productividad. Caminé a través de él, mi mente centrada en la próxima reunión de la junta, los planes para expandir nuestro imperio tecnológico. Ento
ojos abiertos y llorosos, una imag
que ayudarme! -gritó, su voz reso
gía nerviosa se extendió por la multitud. Sentí una olea
provista de la irritación que sentía burbujear bajo
ágrimas corría
correos anónimos, amenazando con exponerme, llamándome rompehogares! ¡Nadie me cont
lgunos rostros parecían comprensivos con C
alguien-. Atacar a
da -declaré, mi voz firme, mi mirada inquebrantabl
su rostro una máscara de furia controlada. Sus ojos se posaron en Carmen, luego en mí.
guda-. ¿Qué significa esto? ¿P
tón frío y doloroso. Ni siquie
lla vino aquí, montando
e de arruinar su vida, difundiendo rumores maliciosos. -Me mir
is labios-. Prefiero pelear mis batallas de frente, Carlos. A diferencia de algunas
ligrosa-. Celosa de que Carmen finalmente esté encontrando algo d
i ira justificada. Se giró, atrayendo a Carmen más cerca, y se alejaron, dejándome de pi
olor agudo me atravesó el cráneo, seguido de una ola de mareo tan intensa que me ta
ancia! -gritó una vo
hospital, el olor estéril quemándome las fosas nasales. El mi
ustia emocional. Este bebé, Alejandra, ya es un embarazo de alto riesgo. Si no te calmas, podríamos perderlo. -Hizo u
ebé. Mi bebé milagro. Lo único que me quedab
a que hacer -susu
más. Estaba de
terminar con esto. Mientras me acercaba a su oficina, vi a Carmen, con el brazo en un cabestrillo, cha
ló, reemplazada por una m
... no debería est
mi voz fría-. Pareces
s ojos se entrecerraron cuando
reguntó, corri
omenzó Carmen, s
da fija en Carlos-. Otra vez.
mirada, luego volv
Alejandra. Como mi asistente
go. Realmente me estaba reemplazando co
a de que hablemos de un divorcio. Ya he firmado los papeles. -Saqué un do
les, su rostr
es solo un malentendido. Un contrat
n nuestra empleada doméstica, mentirme y abandonarme por ella? ¿Qué dices, Carlos? ¿Carme
arlos se conto
ate con Carmen, ahora! -siseó, su voz a
cayó de rodillas, agarran
es mi culpa! -Comenzó a golpearse, suaves y teatrales bofe
n era demasiado. Me di la vuelta para irme, p
ego, con un desplome practicado,
a con ella, cayendo por el corto tramo de escale
il, sus ojos abiertos con un fingido espanto. Carlos bajó corrien
Estás bien?
os -gimió Carmen, su voz
entarme, la cabeza me latía-. ¡Ella me a
ó con la mirada,
ionado en días, Alejandra
-protesté, una ola
brazos de Carlos, negó
lpes. Fue un accident
raron con los míos. Y en ellos, lo vi. Un destello de triu
ncha oscura se extendió por su ve
tó, agarrándose el abdom
ó la mancha que se extendía, luego a mí
rra! ¡Matast
corrió hacia la s
stallando en mi propio abdomen inferior
us ojos. Lo vi. Una breve vacilación. Pero e
Carlos! ¡Nu
, tirada en el suelo, agarrándo
ima, Alejandra. Solo qui
e emergencia y des
miré, estaban cubiertas de sangre. Mi bebé. Mi bebé milagro. Se había ido. Mi mundo, ya destrozado,