Una Noche, Su Legado Oculto
ila
de la que había intentado huir. Mi corazón martilleaba contra mis costillas, un caótico solo de batería de ira y anti
la ciudad. Mis ojos se desviaron hacia la conmoción. Una ambulancia, con las luces parpadeando, s
figura emergió de la entrada, su rostro grabado con un
u mirada estaba fija en una camilla que sacaban, u
ue no pude distinguir. Sus hombros estaban encorvados, su mandíbula apretada, cada músculo gritando puro, absoluto terror. Parecía comple
o podía soportar perder. Una ola de agua helada me empapó, más fría que el viento de Madrid.
e atrás, desapareciendo de la vista. Las sirenas volvieron a sonar, desvaneciéndose en la distancia m
voz quebrándose-. ¡
ovisor, sorprendido. -Seño
sacando un fajo de billet
acelerador. La persecución fue frenética, un borrón de calles y luces intermitent
urgencias como un tigre enjaulado. Su rostro estaba pálido, su cabello usualmente impecable, revuelto, su co
corazón dolía con un dolor familiar y punzante. Esto era lo que había soñado, por lo que
balanzó hacia adelante, sus manos en los brazos del médico, exigiendo respuestas. El médico habló
mente de su cuerpo, dejándolo con un aspecto completamente agotado. El alivio, puro y absoluto, inundó su
ción, fingiendo preocupación. -Disculpe, es
xpresión cansada. -Está estable. El
gunté, como si estuviera s
stado aquí para ella desde el primer día, cariño. De
reemplazando a su amor perdido; estaba protegiendo a su familia, quizás incluso tratando de expiar la muerte de Catalina a través de su hermana. La revelación me golpeó como un puñeta
eal. No era solo investigación. Era un santuario, un legado. Lo había financiado por ella. Por Helena. Mi donación de cien mi
antes. No solo ira hacia Julián, sino hacia mí misma. Por
o por el alivio. Entonces me vio. Su mandíbula se tensó, sus ojos se entrecerraron
sprovista de sorpresa o bienven
nder, una voz débil llamó
ágil y etérea, su cabello oscuro extendido sobre la almohada.
expresión dura derritiéndose en preocupación. R
na -dijo, su voz increíbleme
de algo ilegible en su mirada antes de volver a enfocarse en
sobre una emergencia en el laboratorio la mañana después de nuestra noche
eacción. El que tú pagaste. -Lo miró, sus ojos llenos de lágrimas-. Me salvaste, Julián. Otra vez. Igua
ró con un remordimiento intenso, casi doloroso. -He
en sus labios. -Lo siento mucho, Camila. Sé cuánto sacrificó Julián por mí. Este com
la lo sabía. Sabía sobre el dinero, sobre el trato de Carlos, sobre la verdade
No lo negó. No me defendió. Simplemente se quedó allí
para la cirugía cardíaca de Helena que le salvó la vida, una condición exacerbada por la muerte de su hermana Catalina. Mi hermano Carlos, en su equi
Había sido un peón, un sustituto, un escudo conveniente para su culpa. Mi
dad se revelaba como una herida purulenta. No solo estaba atormentado por Catalina; estaba consumido por su cul
voz ahora aguda, al ver la
ipulando a quienes lo rodeaban, incluso sin querer. Vi a un hombre que me había permitido creer en una mentira, que me ha
án? -dije, mi voz peligrosamente tranquila, las palabras goteando
de sorpresa, quizás incluso de dolor, cruzando
fuerza, resonando con una nueva resolución-
trás, ni siquiera cuando escuché a Julián llamar mi nombre, un sonido débil y desesperado que fue rápidamente tragado por el