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Una Noche, Su Legado Oculto

Capítulo 4 

Palabras:1686    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:21

ila

venía directamente hacia mi cara. Pero antes de que conectara, un movimiento borroso detrás de él. Un golpe sordo res

li

n salvajes, ardiendo con una furia desconocida. Ni siquiera me miró. Su mirada estaba fija en la forma inconsciente de Dávila,

baja y peligrosa, un sonido que n

ue irradiaba de él, no dudaron. Salieron corriendo del

iró lentamente, sus ojos finalmente posándose en mí, luego en Gaby, que se levantaba len

voz todavía áspera, pero recuper

ijo ella, frotándose e

ó, sus ojos buscando

o, ira por sus acciones pasadas y un extraño miedo a este nuevo y

eda, salió del ascensor. Sus ojos recorrieron la caótica escena, luego se posaro

-Su voz era suave, frágil. Se aferró a u

sus rasgos duros suavizándose. -No es nada,

sobre la oferta de adquisición de Grupo Garza? ¿La que encontré por accidente mientras buscaba tus trabajos de investigación, Julián? Solo intentaba ay

onsabilidad. Puso su brazo alrededor de ella, acercándola. -No, Helena. No

ensaje silencioso: *Es mío. Siempre lo será.* Apretó el brazo de Julián, luego le permitió llevarla de regreso a la seguridad de su apartamento, dejándome

de desesperación se apoderó de mí.

amiento de morada y agresión, Gaby me ayudó a limpiar. La adrenalina se d

y en voz baja, tratando d

resando-. No puede permitir que le pase nada a

ón" que "encontró accidentalmente". Apestaba a manipulación. Era una ma

s. Una resolución fría y dura se so

ágrimas no derramadas-, voy a casa.

protector, se preocupó de inmedia

hueco-. Pero necesito estar allí. Necesito

lia. Mi propio futuro. El Grupo Garza estaba bajo asedio, una adquisición hostil orquestada por rivales que se aprovechaban de los reciente

la Ciudad de México estuvo lleno de una sombría determinación. La trivialidad de mi desamor pe

dad un marcado contraste con mi agitación interna. Carlos me encontró en la oficina de

en un fuerte abrazo-. Me

la preocupación. Mi padre, un titán de la in

ien. Los médicos dicen que el estrés le está pasand

as palabras me golpearon como un puñetazo. La ad

ntinuó Carlos, su voz pesada-.

rición de Julián. Había estado tan consumida por mi propio dolor, tan desesperada por ignorar

-dije, mi voz ap

ospital Españ

rlos. Su rostro palideció mientras escuchaba, su agarre e

ami, tengo que ir a esta reunión. Es crítica. Si

voz plana-.

é allí, sintiéndome completamente sola, el rugido de la ciudad de repente en

o, desesperada por contactar a alguien, a cualquiera, simplemente para escuchar una voz reconfortante. Mis dedos se cernieron sobre el

ento, sonó mi te

los me acaba de llamar. Dijo que está mal, Cami. Muy mal. -Su voz estaba carg

oz temblando-. El tráfico es una lo

Por Helena. Aparentemente tuvo otra 'emergencia académica'. Me pidió mi coche, pero le

ía necesitado un aventón. Y hab

a calle, tratando de tomar un taxi. Dijo... dijo que intentó ofrecerte un aventó

egar con mi padre, mi visión borrosa por las lágrimas no derramadas. ¿Me había ofrecido un aventón? ¿Y lo hab

nalmente comenzando a caer-. Estaba tan p

antes de que pudiera terminar, un pitido ás

mis costillas, un ritmo frenét

da-. Lo siento mucho. Papá... se fue. Simpl

ntes, todo se desvaneció en un zumbido sin sentido. Mi padre

elo con un estrépito. Las lágrimas corrían por mi rostro, calient

el tráfico. Por J

e Julián. Era mía. Mi noche de pasión forzada, mi persecución desesperada, mi incapacidad para dejarlo ir. Y su elec

n eco de dolor y una rabia latente. Nunca lo

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