Mi hija robada, mi vida destrozada
ista de So
de risas forzadas, ahora resonaba con un silencio escalofriante, sembrada de globos desechados y pastel a medio
sa. Se acercó a mí, con las manos hechas puños-. ¿Estás trat
corrió a su lado, colocando una
sta. Ha sido un momento difícil para ella. -Sus
no de encima, su
ía! ¡Nos convirtió en el hazmerreír! ¿Sabes lo que e
no, desprovista de toda emoción-. ¿Te refieres a la construida sobre mentiras, engaños y adulterio?
destello de miedo reemplazando
recuperar el control-. Claramente no estás bien.
tirle a tu esposa durante tres años, intercambiar bebés al nacer, y luego conspirar para que la
e Ricardo palideció, luego se sonrojó carmesí. Se abal
maginando cosas! ¡Estás p
miraba fijamente-. ¿O simplemente estás aterrorizado de que tu mundo
stura, por la absoluta frialdad en mis ojos. Había
ave, casi un susurro-. Estás delirando. Necesitas disculparte
ser mi amiga, mi confidente, mi salvadora. La mujer que se había acostado con mi esposo en mi escritorio, que lo había ayudado a
useas. Mi mente reprodujo las imágenes de ella con Ricardo, los susurros, la conspiración. L
entido. No quedaba ninguna batalla que pelear con
la cortó el aire. Corrió hacia adelante, agarrando la mano de Ric
de vuelta a mí. Una sonrisa t
tando. -Atrajo a Camila en un fuerte abrazo-. Ve
Ricardo esperó hasta que se fueron, luego se volvió h
ecesitas que te encierren. -Sacó su teléfono, ya marcando-. Ya he concerta
ieres a los que me drogarán hasta la sumisión, bajo tu mandato? ¿Los que me d
ono, sus ojos
o estás bien. Y no permitiré que pongas en pe
e histérico-. ¡Tú pusiste en peligro a Camila mintiéndome durante tres años,
rre como hierro-. Irás a tu habitación y te quedarás al
encantador, no el esposo amoroso, sino un monstruo frío y
ita temblorosa nos ll
pi?
gura en su camisón, con los ojos gr
-dijo Ricardo, su voz suavizándose
ya corría ha
ojar a papi! -Llegó a mí, sus manitas empu
propia niña, la que había amado, ahora me rechazaba abiertamente, me apartaba. Fue un golpe final y devastad
aba muerto, se hizo añicos en un
hando el momento
protegerá. -Me lanzó una m
a y desesperada fuerza surgió en mí. Mi hija. Mi verdadera
o en su pecho. Una resolución fría y dura se instaló en mi mandíbula. Podían tener
eltas. Necesitaba un trago. Algo fuerte. Mi mano alcanzó un vaso,
do hasta la barra de la cocina. Ricardo se est
ratando de llamar mi atenc
ra no -dije,
tratando de alc
! -Dio un empujón frustrado,
or me recorrió el brazo mientras el líquido caliente me salpic
tó, apartan
lastimas a Camila! -Su preo
lo un entumecimiento profundo y escalofriante. Miré a Ri
de emoción-, esto es lo que sucede cuando construyes tu vida sobre
nado. Caminé hacia nuestra habitación, una extraña sensación de paz apoderándose de mí. O
. El clic de la cerradura, un sonido pequeño y definitivo, resonó