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Mi hija robada, mi vida destrozada

Capítulo 2 

Palabras:1315    |    Actualizado en: Hoy, a las 14:57

ista de So

e indiqué al taxi un destino que no había visitado en años: la hacienda de la familia Montes en Morelos. La madre de Ricardo, la señora Montes, era una mujer de carácter formidabl

a imponente, un monumento a un linaje aristocrático en decadencia. Un agudo contraste con el penthouse frío y moderno que compartía con Ricardo. La criada, u

, es tarde. ¿E

avor. Es urgente. -Mi voz era firme, sin tra

de respaldo alto, con un chal de cachemira sobre los hombros y un crucigrama a medio terminar en su regazo. Su

a estas horas? -Su tono era educado,

nto doblado. Era el informe preliminar del tipo de sangre del hospital, que indicaba

aja y uniforme-. Como puede ver, su tipo de sangre es AB Negativo. El mío

, un destello de conmoción en sus ojos. Su

ofía? -preguntó, su voz a

mi hija biológica. Y Ricardo lo sabía. Intercambió a nuestros hijos al nacer. Mi hija, la que me dijeron que muri

para asegurarse de que eran reales. Su rostro, usualmente tan compues

aría -susurró, más par

e declararan emocionalmente inestable, para drogarme y confinarme, para eliminarme "permane

enza profunda y profunda. Me miró, realmente me miró, y vio el

ó la mano, temblando ligera

impercep

nque le aseguro que eso vendrá. Necesito mi libertad. Necesito desaparecer. Y necesito encontrar a mi hija. -Una sola

najes girando en su mente, sopesando la reputación, el ho

a nuestro apellido. Pusiste tu corazón en esa niña. Convertiste Garza Bienes Raíces en un imperio mucho más allá de lo

ije, mi voz apenas un s

o suspiro escapándosele. Cuando los abrió d

su postura regia a pesar de su edad-. Considéralo hecho. Yo me encargaré de todos los asuntos legales. A Ricardo se le entregará

a estrella lejana, apareció en la v

gré decir, m

feroz resolución-. Vete, y no mires atrás

eñora Montes, la determinación férrea en sus ojos, me habían ofrecido una extraña sensación

ó impasible, mis movimientos precisos. Me sumergí en el trabajo, lo único que se sentía real, lo único que podía controlar. Trabajaba hasta altas horas de la noche, el silencio de mi

ctrónico personal. Un correo anónimo. La sangre se me heló. Sab

ada, tomada de forma encubierta. Mostraba a Ricardo y Karla, en mi oficina, sob

voz espesa de lujuria-. Sofía es tan fría a veces, ta

baja y triunf

e una madre de verdad, una famil

construido, de todo en lo que había creído. El video terminó, pero las imágenes quedaron grabadas en mi mente. Lo vi de nuevo, y luego ot

, haciéndome sal

alabras, una vez reconfortantes, ahora se sentían como veneno. Miré mi teléfono, la pantalla todavía mostrando las

asco me subió por la garganta. Venía a casa. A mí. A su farsa de matrimonio, después de der

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