icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Me robaron todo: Ahora yo tomo lo mío

Me robaron todo: Ahora yo tomo lo mío

Autor: Gavin
icon

Capítulo 1 

Palabras:2256    |    Actualizado en: 18/12/2025

arlos, fue mi devoto salvador. Después del accidente que me robó las pier

bre que me dejó lisiada. Mis licuados para la "recuperación" no eran para

ientras yacía sangrando en el frío suelo de mármol, sentí u

miró con r

Alina. Quédate

dejándom

, lenta y milagrosamente, aprendía a caminar de

mi hijo y mi confianza. A

ítu

s habían sido inútiles, recuerdos de un accidente que apenas recordaba, una mancha borrosa de llantas rechinando y un dolor abrasador. Carlos, mi esposo, había sido mi roca, mi cuidador devoto, o

casi inquietante, su sonrisa un poco demasiado amplia, sus ojos un poco demasiado brillantes. Había algo en ella, un destello en su mirada, un ci

ientras Jimena se movía sin esfuerzo por la casa, trayéndome té, organizando

expresar m

. No sé qué es, pero ella

na mano suave en mi fre

as nuevas, mi amor. Estar encerrada

aban la sospecha que me carcomía por dentro. Odi

magen borrosa que luchaba por enfocarse. Una tarde, mientras estaba ocupada en el estudio de Carlos, logré acercar mi silla lo suficiente como para echar un vistazo a su laptop abierta. Una foto me devolvió la mirada desde el fondo de su escritorio: una joven Jimena sonriente, del brazo de un hombre. Se me cortó la respiración. Fue solo u

sospecha. Era una verdad concreta y aterradora. Mi cuerpo, que ya era una prisión, ahora se sentía como si me estuviera traicionando activamente, temblando con un

rimer pensamiento fue confrontarlos, exponer la mentira que se había podrido durante tanto tiempo. Me alejé de la laptop, las ruedas de mi silla raspando suavemente el suelo p

cada centímetro hacia adelante una batalla contra mi propio cuerpo fallido. Justo cuando llegué a la puerta entreabi

estaba cargada de una ansiedad frenética que nunca le había

do falsa preocupación-. Acaba de tomarse su licuad

bebiera cada noche para mi "recuperación". ¿Una recup

ocio de toda la vida de Carlos, que a menudo pasaba por aquí-. Mantener a Alina sedada... es un juego pe

uñido bajo y peligroso-. He cubierto cada rastro. Y Fidenci

en mi mente, una sentenci

, sonando genuinamente perturbado-. ¿Por qué pasar po

y un escalofriante sentido de posesi

ortunidad. Fidencio dejó lisiada a Alina, sí, pero eso significaba que Jimena me necesitaba. Estaba tan perdida, tan vuln

labras rebotaban en mi cráneo, un tango macabro de traición. Mi memoria retrocedió a su tierno toque, a sus promesas susurradas j

, su voz apenas un susurro-. ¿Le has estado

u tono-. Siempre preguntando por el accidente, siempre tratando de recuperar su movilidad. Se con

te años. La niebla en mi cerebro, el agotamiento constante, el ritmo lento y agonizante de mi "recuperación", todo en

ñor Hernández, su voz llena de asco-. Ha

rpo frágil. Jimena, por otro lado, ella sabe cómo apreciar de verdad lo que hago. Ella entiende el sacrificio. -Hizo u

tado como mi salvador, me veía como nada más que un inconveniente, una carga. Todos esos años, todas esas palabras de amor susurradas, los besos suaves, lo

raspó el suelo de nuevo, y las voces dentro

stuta y triunfante jugando en sus labios. Sus ojos, esos ojos inquietantemente brillantes, se encont

labras, su mirada recorriendo mi silla de ruedas, una mueca tor

irrespetuoso, pronunciado con tanto v

a máscara de falsa preocupación, reemplazand

afuera? Sabes que no deb

erca, un gesto posesivo destinado a mis ojos. Jimena se apoyó en él, su

Agarré los reposabrazos de mi silla, mis nudillos blancos, un intento desesperado

da en su silla, viéndonos vivir. -Soltó una pequeña risa burlona-. Debe ser difícil, saber que solo eres una carga, mientras que algunas de nosotras realmente c

ndo esto, deleitándose en mi dolor. Sin otra palabra, se dio la vuelta, atrayendo suavemente a Carlos a su of

los, la mirada burlona de Jimena, la imagen del rostro de Fidencio Howard. La mansión, una vez mi santuario, era ahora una tumba de

de vida, de pie junto a un sonriente Carlos el día de su boda. Un eco doloroso de una vida que nunca fue real. Él nunca me había amado. Había codiciado

n. Me había drogado. Había saboteado mi recuperación. Había planeado esto, meticulosamente, cruelmente. Su ambición, su frío cálculo, supe

mblor cesó. Ya no había más dolor, solo un vacío escalofriante. Había sido una tonta. Había sido débil. Pero no más.

y mi familia. Mis dedos torpes buscaron el cierre, mi corazón latiendo con un ritmo nuevo y fero

n secreto. Mis dedos, oxidados por el desuso, marcaron un número que no había to

ú? -Mi hermano mayor, Artu

desprovista de la vulnerabilidad que se

necesito. Necesito a

go su voz, agu

o hecho. ¿Q

paredes de la mansión, cada una ahora un símbolo de

Obtenga su bonus en la App

Abrir