Me robaron todo: Ahora yo tomo lo mío
a una mezcla de dolor y rabia pura e inalterada. El bastón, mi última apariencia de independenci
agonía. Se volvió hacia María, que estaba cong
ido más de ella. Ponla en la pequeña bodega de ab
yo, el terror grabado en su rostro. Sus man
na, esa habitación..
ndureció, su voz bajando
izás perder tu trabajo? Tus hijos no
por la señal silenciosa de Jimena, entraron en la habitación. Me levantaron, sin delicadeza, de mi silla de ruedas, ignorando mis protestas,
bombilla sucia que colgaba precariamente del techo. Hacía frío, estaba húmedo y olía a moho y descomposición. Me colocaron en un sillón
estómago gruñía de hambre, mi garganta reseca. Grité, mi voz ronca, pero solo el silencio resonante respondió. Sin comida, sin agua, solo la os
bra alta e imponente, su rostro cuidadosamente desprovisto de emoción, pero sus ojos tenían un bril
podría hacerte entrar en razón. Carlos es un hombre muy importante, y necesita una esposa que entienda su l
e inquebrantable. No le daría la satisfacción de verme quebrada.
u rostro. Mi resistencia silenc
nada. No tienes nada. -Hizo una pausa, luego una sonrisa cruel regresó-. Carlos
una vez reconfortantes, ahora se sentían extraños, una burla de la vida que una vez había conocido. Justo cuando lleg
ra mostrarte cuánto me importas. Has estado tan callada últimamente, mi amor. -Abrió la caja, revelando un brillante colgante de diamantes, una pieza grande y ostentos
tan calculada, vaciló por un momento, un destello de celos puros y venenosos en sus ojos. La máscara de
Pero dudo que esto pueda compensar la forma en que Jimena me trató abajo.
a ternura fingida desapareció, reemplazada p
ría daño. Ella se preocupa por ti. -Se volvió haci
te dio un paso adelante. Sus ojos se llena
oda. Pero estaba tan enojada, tan conflictiva. Creo que me malinterpretó. -Colocó una mano tembl
en ella, era enfermiza. Quería creerle. Era más fácil qu
uridad-. Solo está tratando de ayudar. Siempre eres tan rápida para acusar. -Se vol
n sutil giro de sus labios que decía muc
, mi voz plana, negándome a dejar qu
nido de profun
trivialidades? Jimena no ha hecho más que tratar de ayudarte. Y tú sigues haciendo estas
una risa amarga escapándose de mí-. ¿Mi movilidad, m
por el pelo, clar
istante, perdida en alguna narrativa egoísta-. Cuando era niño, mi familia estaba luchando. Su padre, Fidencio, una vez me hizo una gran amabilidad. Un favor
nto en un acto de noble caridad, usando una deuda infantil fabricada como escudo para su traición. Quería
n criminal por alguna deuda infantil fabricada con su hija? -pregunté, mi voz subiendo, perdien
lajarte, para manejar tu dolor. Siempre has sido tan frágil, tan nerviosa. Esto solo te ayuda a sobrellevarlo. -Ext
parables. No fue solo una traición; fue una tortura activa y prolongada. No me veía como una esposa, ni siquiera como un
o mi cuerpo. Era un sonido de profundo dolor, no por él, sino por la mujer hermosa y confiada que una v
n cuerpo que no la obedecía, su vida robada por el mismo hombre que juró apreciarla. Y en ese momento, algo cambió. Las lá
del imperio de la Vega, había pagado el precio final por su engaño. Pero había olvidado un detalle crucial. La familia de la Vega no o
tienes idea de l