La traición del cirujano: La venganza de una esposa
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Arturo, me internó, por fin escapé. Fui directo a la tumba de mi madr
umento para una perra llamada Princesa Peluchita. Mi e
me cada oferta de trabajo. Luego, durante una cirugía de corazón crítica, Arturo -mi cirujano- se
do a mi madre en sus últimas horas. El hombre al
no y me salvó. Cuando Arturo regresó, rogando por mi perdón, lo mir
el. Tú solo fuist
ítu
en mi mano la mascada favorita de mi madre, su seda desgastada y suave por los años de u
, los ojos adormilados de los enfermeros y a Arturo. Arturo, de pie, alto e impecable, mientras yo me arrodi
las pastillas, cualquier cosa. Solo déjame encar
trelazadas frente a él, como si yo fuera un espécim
sa preocupación-, no estás bien. Ni siquiera recuerdas qu
a parcela, una ceremonia tranquila. Un lugar d
esa de su pacífico lugar de descanso fue lo único a lo que me aferré. Mi vida, mi
res largos y
ité. Arañé las paredes. Les rogué a las enfermeras por un teléfono, por una voz. Solo me dieron otra inyección. Las correas de sujeción eran ásperas, se clavaban en mis muñecas, dejando moretone
Un jardinero, anciano y amable,
encuentra bien?
elgado, el frío del oto
.. fue un
, su mirad
parcela de su madre está justo pasando esa lom
tiendo con una esperanz
temblando cont
los ojos, luego negó con la cabeza-. Ah, se refiere a la parcela de los
ló al oír el no
ños esperando para estar frente a su tumba. Mis piernas protestaron, débiles por la falta de uso,
lanca. No el granito desgastado que esperaba. No
bras: "Aquí yace Princesa Peluchita. Amada compañera